Este miércoles se conoció la muerte del alfarero, artista y docente Rubén Winkler, a los 80 años. Su taller, ubicado en Laprida 2051, era un espacio de historia y visita obligada en Rosario.

En él, habitaban máscaras, cántaros, macetas, plantas, urnas cinerarias y figuras de barro, entre otros objetos. Su hijo Fernando, quien heredó el oficio, contó a Rosario3 que los problemas de salud de su padre habían comenzado "hace algún tiempo", aunque continuó con el trabajo.

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El entrevistado indicó que su padre llevaba una semana internado y que falleció el último martes, a trece días de cumplir 81 años.

Formado por el maestro porcelanista Rogelio Pessini, Winkler heredó el oficio de su padre, Juan Winkler, nacido en Austria. A los 7 años, Rubén comenzó a trabajar en una alfarería y, desde entonces, sus manos estuvieron ligadas al trabajo de objetos en arcilla.

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Diariamente, elaboraba piezas con el torno y compartía su saber con quien cruzaba la puerta del taller, cuya instalación data de 1855. A la par del gesto amable y la sonrisa con los que recibía a cada visitante –a quienes contaba la historia de su horno–, Rubén era un "bromista", según consignó Fernando.

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La Alfarería Winker fue declarada en 1991 “de interés municipal” por el Concejo. Ahora, el futuro del taller queda ahora en manos de su hijo.