Hace casi 20 años, antes de cocinar chapati y wali mchuzi en Rosario para estas Fiestas de las Colectividades virtual, Bernard Yousef tomó la dura decisión de abandonar su Tanzania natal y, con solo 19 años y sin dinero, se escondió en la hélice de un buque de ultramar en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) rumbo a lo desconocido.

Aquel viaje empezó en junio de 2001 y tres meses después rearmó su vida en Rosario, una ciudad que se convertiría en su hogar. El tiempo pasó, conoció a su compañera Florencia Reybet hace once años y tuvos dos hijos: Adiventina, ya de 9, y Cristopher, de 7. Con ellos fundó en 2016 la Asociación Civil de Tanzania en Rosario que participa desde su creación en el Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades.

Como otras 34 colectividades extranjeras en esta edición virtual, Tanzania (es decir, Bernard y su familia) se adaptó con una propuesta gastronómica acotada pero con sistema de retiro en en su sede de Córdoba 2545 de 19 a 23 (take away) o envío a domicilio (delivery).

Entre los menúes típicos de su país, se encuentran: Chapaty Na Nyama, un salteado de carne y verduras envueltas en una faja; Wali Mchuzi Wa Karanga, un estofado de salsa de maní y carne con una guarnición de arroz al vapor, y Kibawa Cha Kuku, alitas rebozadas en semillas de chía, lino y girasol con una guarnición de plátanos fritos, dulces y una salsa agridulce. 

Las reservas pueden realizarse a través del sitio Vidrieras en Red e incluyen una Promo Familiar de los tres platos y una gaseosa (a mil pesos). Ver más información en : https://ver.rosario.gob.ar/partners/asociaci%C3%B3n-civil-de-tanzania/

De África a América en una hélice

 

Bernard nació en Tanzania y aún siendo muy joven buscó nuevos rumbos empujado por la pobreza y las condiciones de vida. Primero vivió en Mozambique y luego partió hacia Sudáfrica donde se infiltró con otro joven en un sector de la hélice del buque petrolero MT Florida, que había zarpado de Irak pero desconocían hacia dónde se dirigía.

Luego de una semana de viaje como polizones, los descubrieron y el capitán decidió darles un lugar para dormir, bañarse y comer, según la historia de vida que compartió Rosario Noticias.

Sabían que comenzaban una aventura. Atrás quedaba Tanzania y el continente africano, el destino era incierto y el viaje muy largo. El barco hizo escalas en Brasil, Panamá, Uruguay y finalmente ingresó a Argentina. General Lagos, a veinte kilómetros de Rosario, fue su punto de llegada o el punto de partida de una nueva vida.

Fueron más de 20 mil kilómetros de viaje. Una vez abajo del barco, bordearon caminando la costa hasta llegar a Alvear. “Allí encontramos una persona que nos consiguió un refugio para poder dormir, era un día muy lluvioso, nosotros no sabíamos dónde estábamos, sólo veíamos el campo”, cuenta Bernard y agrega: “No nos podíamos comunicar yo hablaba algo de inglés y esta persona solo español”.

Al día siguiente contactaron a Migraciones y a partir de allí pudieron realizar los certificados de residencia precaria con el aporte de la Oficina Regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Le consiguieron una pensión en Montevideo y Ayacucho.

“No quería saber nada con quedarme acá, no entendía el idioma, la gente no me entendía”, cuenta Bernard y sigue: “Hice un breve curso de español, una ayuda para poder comunicarme y buscar trabajo. Comencé vendiendo bisutería en la calle, en Córdoba y Entre Ríos, mi esquina, donde siempre estoy”.

Con el tiempo conoció a Florencia: “Y acá estamos, es el amor de mi vida desde hace 11 años”, cuenta. Con ella formó su familia y también la Asociación Civil de Tanzania. Los cuatro son activos militantes de su cultura e identidad y siempre están ideando nuevos proyectos no sólo para la promoción de Tanzania si no también solidarios, como el que realizaron de ayuda a inmigrantes y trabajadores independientes durante la pandemia.

El idioma y la familia 

 

Bernard remarca que no hay embajada ni representación diplomática de su país en Argentina y su proyecto es poder generar vínculos entre ambos estados para trabajar en conjunto por la cultura y el hermanamiento de ciudades. Además quiere enseñar el idioma oficial de Tanzania, el suajili, que es hablado en más de ocho países africanos.

En Tanzania aún viven los hermanos de Bernard, su mamá y su papá fallecieron hace tiempo. Con ellos mantienen contacto vía Facebook o WhatsApp y sueña con volver a verlos en algún momento: “Quiero llevar a mi mujer y mis hijos para que conozcan mi país, uno siempre extraña su tierra”.

Aunque sabe que su lugar en el mundo ahora es otro: “Rosario no se compara con otras ciudades, es única, su gente es muy amable, muy cordiales. Acá encontré a mi compañera, acá nacieron mis hijos, acá me quedo”.