Zhu Tao asegura que lleva más de 400 días encerrado con su familia luego de ser "censurado y detenido" por predecir la pandemia de coronavirus en Wuhan, China.

Un año después de un estricto confinamiento, la ciudad volvió a la normalidad, pero Zhu Tao sigue encerrado en su departamento "donde se pasa el día leyendo las noticias, jugando al fútbol virtual en su PlayStation y pensando que China está al borde de un colapso", indican medios internacionales.

“Me encuentro en un estado en el que sólo como y espero la muerte, como y espero la muerte”, expresó Zhu, con un corte de cabello a ras que se hizo él mismo, ya que no se anima a ir al peluquero. “La gente como yo somos una minoría, pero me tomo esto muy en serio”.

Zhu, obrero de 44 años de la industria siderúrgica, es un feroz crítico del gobierno y apoya el movimiento a favor de la democracia en Hong Kong.

Él y otros que expresan públicamente esos puntos de vista son ridiculizados, ignorados o silenciados. Son una minoría en una China cada vez más próspera y autoritaria, donde hay cada vez menos tolerancia para las protestas.

Al estallar el brote que luego se esparciría por todo el mundo, Zhu ignoró los informes de la prensa oficial que restaban importancia al virus y se quedó en casa, medida que puede haber evitado que él, su esposa y su hijo se infectasen.

Durante unos pocos meses en los que hubo un gran malestar hacia las autoridades que ocultaron información, Zhu se sintió reivindicado.


La primera controversia que interesó a Zhu fue un escándalo sobre leche en polvo contaminada que mató a seis bebés y enfermó a decenas de miles. Se unió a grupos de chat y participó en reuniones, y lentamente se acercó a círculos de disidentes.

Zhu sintió que los hechos le estaban dando la razón y vio una explosión de ira en las redes sociales, que alcanzaron su punto culminante en febrero, después de la muerte de Li Wenliang, un médico de Wuhan que había sido castigado por advertir a los demás que el virus podía costarles la vida.

Esa noche, Zhu estuvo pegado a su teléfono, leyendo cientos de comentarios en las redes denunciando la censura y exigiendo libertad de expresión.

Al día siguiente, muchos de esos comentarios habían sido eliminados por los censores. En el certificado de defunción de la tía de su esposa los médicos dijeron que había fallecido por una infección pulmonar, a pesar de que la prueba del coronavirus había dado positivo. Eso aumentó las sospechas de Zhu de que el gobierno ocultaba la gravedad del brote.

Según explica, en Wuhan, los disidentes se comunican a través de chats codificados. Algunos se reúnen a tomar un té y hablan de las incoherencias del partido, diciendo orgullosos que se salvaron del virus por no confiar en el gobierno.