La juventud, el boliche, patovicas, la Policía, la muerte, el río. La investigación de la muerte de Carlos Orellano, el chico de 23 años cuyo cuerpo fue encontrado ayer en el Paraná, tiene un lamentable parecido con otro caso emblemático en la reciente historia criminal de la ciudad: la muerte de Eduardo Pichón Escobar. El abogado Salvador Vera, quien representa legalmente a los padres de Carlos y también supo defender a la familia Escobar, aseveró la existencia de puntos en común entre ambos hechos, cuando fue entrevistado esta mañana en Radiópolis (Radio2). En las redes sociales, muchos usuarios también ataron un caso con otro.

Carlos tenía 23 años cuando murió. Pichón Escobar también. Con casi 5 años de diferencia, ambos muchachos fueron a bailar y terminaron muertos. Orellano fue con amigos al boliche Sr Ming de La Fluvial el domingo pasado y desapareció. Pichón hizo lo mismo en agosto de 2015, con un amigo, a La Tienda. Un escenario similar y también las circunstancias: en ambos casos se habla de un conflicto dentro del boliche y una posterior intervención de patovicas. El papá de Carlos, Edgardo Orellano, señaló que testigos vieron a su hijo ser golpeado por los guardias de seguridad de la disco.

Según su padre, Carlos habría sido sacado a los golpes del boliche por guardias de seguridad al intentar ingresar al sector “Vip” sin autorización. La paliza habría continuado hasta llegar afuera y es entonces cuando se plantean dos escenarios posibles: los propios patovicas empujaron al muchacho al río, o bien el joven cayó al agua por un golpe. También se habló de la participación o el encubrimiento de policías.  Desde el boliche niengan por completo esta versión: sostienen que no hubo ningún incidente y adhieren a la hipótesis de que Carlos cayó al río por accidente o por propia voluntad.

La investigación de la muerte de Escobar sostiene que Pichón, cuando salía de La Tienda, protagonizó un incidente menor por el que fue golpeado y luego perseguido por los custodios del lugar. En este caso, hay registros de esto de parte de una cámara de vigilancia de la zona. También se investigó la participación de la Policía. Hubo cinco detenidos -los custodios del boliche Cristian Vivas, César Ampuero y José Luis Carlino; y los policías Luis Noya y Maximiliano Amiselli- quienes fueron sobreseídos por el juez federal Marcelo Bailaque. Dos años después se cambió la figura del sobreseimiento por la de falta de mérito y así la causa permanece abierta aunque los acusados están en libertad.

Ambos terminaron en el río y de las aguas emergieron sus cuerpos después de algunos días de búsqueda desesperada de sus familiares. 

Mientras las horas pasan y avanza la investigación por la muerte de Carlos, sobrevuela el fantasma de la impunidad que rodea a la muerte de Pichón. El deseo de que se haga justicia para ambos es el reclamo que ya se empezó a sentir con fuerza y contundencia en distintos medios de comunicación y en las redes sociales.