Mirarse al espejo y no reconocerse en esa imagen es una experiencia movilizante que llena de miedo e incertidumbre. Muchas de estas desconcertantes sensaciones experimentó durante casi diecinueve años de su vida Federico “Feca” Soldano, 23 años, modelo y creador de contenido en el ámbito del gaming y los esports. Un chico trans, y representante de la comunidad LGBTIQ+, en una sociedad que aún estigmatiza la diversidad de género.

Feca accede al diálogo con el programa “A la Vuelta” (Radio 2), cuenta su historia personal con la que quizás se identifiquen otras personas y describe el largo proceso que inició alrededor de los ocho años, cuando pasó de sentirse “gris” a sonreír y “ver en colores".

Feca Soldano luego de su transición (Ig).

La larga transición

 

“Cuando era muy chico sentía que yo no encajaba. Me sentía gris. Simplemente vivía. A partir de los ocho años, empecé a ver un poco de cambio físico en mi cuerpo de nena y desde los diez u once años, me empecé a desarrollar y me empezaron a molestar algunos cambios en mi cuerpo que hasta ese momento no había visto”, cuenta y describe aquellos años de escuela, cuando ya no le atraían ni la ropa ni los juguetes que le compraban.

“Fue ahí cuando empezó mi fascinación por los rasgos masculinos. A mí me gustan las chicas, pero prestaba mucha atención a algunos rasgos como la mandíbula, la espalda, la nuez de Adán, cosas que yo miraba al punto de «yo lo quiero; eso me identifica; eso me define». Y me desesperaba; era bastante frustrante porque no había manera de que en ese momento yo ganara mandíbula o conseguiera una espalda triangular. Iba al gimnasio y se me desarrollaba la cintura, no la espalda. Todo era contrario a lo que yo quería. Entonces, desde muy chico tenía esa sensación gris”, relata FecaTwin, como se identifica en las redes.

En casi todas las historias, suele haber inflexiones que marcan puntos de llegada y de partida. En el caso de Federico, ese momento lo marcó la visualización de una imagen en las redes sociales.

“Alrededor de los quince años, me topé en Instagram con una imagen de un chico antes y después de tomar testosterona. En la primera imagen se veía a la persona con el cuerpo femenino y al lado, la imagen de la misma persona, después de varios años, con el cuerpo masculino. Yo no entendía nada, ni siquiera sabía que existían las personas trans. En ese momento decías «trans» y todos lo asociábamos a chicas trans, pero los chicos trans estaban menos visibilizados. Y a la chica trans se la relacionaba con la prostituta, teníamos ese nivel de conocimiento. Pero cuando vi esa imagen estaba todavía en el colegio, tenía pelo largo siempre atado y me hacía doler la cabeza el llevarlo siempre así. A partir de entonces, empecé a pensar en la posibilidad de cambiar y en cómo sería ese cambio".

Todo era contrario a lo que yo quería. Desde muy chico tenía
esa sensación gris", dice Feca Soldano.

Los juegos

 

El juego y los juguetes que nos compran o nos regalan cuando somos chicos son parte constitutiva de nuestra infancia y de nuestros grupos de amigos y amigas. ¿Con qué jugamos?, ¿a qué jugamos?, ¿con quiénes nos gusta jugar? son interrogantes que van perfilando nuestro lugar en el mundo. Y en la vida de un chico trans, son momentos cruciales en los que van quedando más o menos de manifiesto los gustos y preferencias, no sólo ante sí mismo, sino también ante la familia y los pares.

Tenía una confusión muy grande porque la mayor lucha interna de las personas trans es aceptarse a sí mismas.

“Jugaba mucho a la Play, en la computadora y andaba mucho en skate. El skate fue obra mía. Me salió 50 pesos y me lo compré con mi plata. Me acuerdo de que cuando salió High School Musical, yo quería el disfraz. Y me querían regalar el disfraz de la porrista, pero yo quería el de Troy, el jugador de básket. Era una lucha y un tratar de explicar todo el tiempo. Y cuando explicaba, pensaban que yo era lesbiana. Y yo, en ese momento, sí me identificaba como lesbiana, pero era como una condición. Me vestía con la ropa que me regalaban, pero no era lo que quería”.

“Tenía una confusión muy grande porque la mayor lucha interna de las personas trans es aceptarse a sí mismas. Yo soy una persona de contextura muy flaquita y chiquita, pero aún así tenía pecho. Entonces, cuando me miraba al espejo me veía gordo, raro, la remera no me quedaba como yo quería. No sabía dónde estaba parado”.

Animarse a contarlo

 

Si bien el entorno más cercano de los niños trans –familia, amigos, compañeros de colegio, docentes– van tomando registro de cierta incomodidad que ellos y ellas experimentan, ante situaciones cotidianas de juego, salidas o trabajo en el aula, nadie más que la propia persona es quien sabe (o siente) cuándo es el momento de poner en palabras lo que está viviendo. En la historia de Feca, esta “salida del armario”, como comúnmente se identifica al cambio de identidad de género, se dio, con todas las letras, luego de terminar la secundaria.

Entiendo que las madres cuando ven que el hijo o hija están llevando a cabo esa decisión, no deben saber si apoyar o si están en el lugar indicado.

“En mi casa, lo conté a los diecinueve años, pero en la industria del gaming, es decir en mi lugar laboral, recién el año pasado pude hacerlo, es decir a los veintidós. A los dieciocho, cuando salí del colegio me corté el pelo, algo que no había hecho antes por recomendación de mi mamá, porque me decía que me iban a hacer bullying. Pero no fui de frente con toda la información. Primero le dije a mi mamá: «me incomoda el pecho, me quiero operar» y antes de decir eso ya tenía todo averiguado. Me había entrevistado con la cirujana y tenía todos los datos como para resolver y que no hubiera un «no» por respuesta. Entonces, mi mamá me escuchó y me dijo; «bueno, si te arrepentís, después te podés volver a poner, como hizo Angelina Jolie». Yo no me las había sacado y ella ya me las estaba poniendo de nuevo. Era una locura”, expresa Feca y puntualiza algunos aspectos de la mastectomía que afrontó en aquel momento.

“Además de que es una cirugía bastante riesgosa y muy dolorosa. No es algo lindo de atravesar y menos cuando sos chico o adolescente. Y entiendo que las madres cuando ven de afuera que el hijo o hija están llevando a cabo esa decisión, no deben saber si apoyar o ver si están en el lugar indicado. Yo comprendo también esa preocupación. Al fin, me terminé operando y el día de la operación pasó algo gracioso, porque fue mi papá y me preguntó: «¿Che, también te vas a cambiar el nombre?». Yo le contesté: «No sé, tal vez» y eso me facilitó un montón la situación, porque me lo tiró él”.

“Viví el proceso en soledad”

 

Hace cuatro años que Feca decidió operarse y empezar el tratamiento con hormonas que le permitiera empezar a encontrar en el espejo la imagen que deseaba desde chiquito. Esa decisión requirió no sólo de firmeza, sino también de entereza emocional, ya que no recibió todo el acompañamiento que habría necesitado.

“Todo ese proceso lo tuve que hacer solo. Es un momento que me tocó pasarlo en depresión. Me había cerrado mucho y me daba miedo. La realidad es esa: nos nos da miedo. No sólo a mí. Hoy me hablan muchos amigos por Instagram y me cuentan que les da miedo que el médico les diga algo, entonces les da vergüenza ir acompañados de alguien a la consulta médica. Literalmente, nos da miedo y vergüenza todo lo que nos pueda pasar; por eso, hay un montón de cosas que preferimos atravesarlas solos y eso no está bueno. Tener diecinueve años e ir a hablar con una cirujana, todo medio de contrabando para ver si te hacés una cirugía de tal magnitud, no está bueno para nadie.

Todo ese proceso lo tuve que hacer solo. Es un momento que me tocó pasarlo en depresión.

Del miedo propio a la ayuda colectiva

 

La decisión sobre el propio cuerpo y la ausencia de información circulante para saber de qué se trataba y qué pasos debería dar, fue lo que movilizó a Feca para transformar la experiencia personal en una herramienta a disposición de otros y otras. Así empezó a producir contenido trans en redes, para acompañar a quienes estén viviendo lo mismo que él, con el objetivo de que no sufran la misma soledad que vivió en carne propia.

“A partir de ahí vi que no había información de chicos trans. Yo era muy de las redes sociales pero no había nada. Veía unas publicaciones de un chico trans, pero subía videos graciosos, entonces empecé s producir contenido trans. Pensé que si yo no lo pude tener, era importante empezar a documentar mi proceso porque seguramente hay un montón de personas que lo necesitan”.

Y las respuestas de quienes iban recibiendo la información no dejaban de sorprender al joven. La gente reaccionaba de muchas formas. “Muchos me felicitaban, pero otros muchos me decían: «Qué lástima» o «¡No! No tomes hormonas que así estás linda; no te operes el pecho que te queda bien» y me trataban como mujer. Muchas cosas fuera de lugar en el sentido de que estaba en juego mi identidad, mi felicidad y algunos sólo se fijaban en cómo me quedaba el pecho o el pelo largo. Esa falta de empatía me sorprendió, pero también entiendo que es consecuencia de la falta de información”.

La resistencia en el mundo del trabajo

 

La noticia que confirma algo que madres y padres ya ven venir desde hace tiempo, provoca reacciones también diversas. Feca cuenta que sus padres están separados y que temía en especial a la reacción de su padre, otro motivo de miedo, pero luego de superada esa etapa, asumirse públicamente en su trabajo como persona trans le planteó desafíos no menos difíciles.

“En lo laboral, me costó más decirlo que en mi familia. Me daba mucho miedo que se me cierren puertas laborales por transfobia o que alguna persona o alguna marca al enterarse de que soy trans, me saque el trabajo. Eso me frenaba y, desgraciadamente, hoy eso puede pasar. Yo entré al ambiente del gaming y los esports hace cuatro años, cuando la palabra trans casi no existía en este ámbito. Y pude salir del clóset recién hace dos, gracias a que en estos últimos años, las cosas cambiaron un poco. Había una jugadora de League of Legends (LOL), una chica trans, que jugaba un videojuego y falleció de manera dudosa, en una operación que le había financiado un equipo. Entonces, yo sabía que me estaba metiendo en un rubro en el que quizás no fuera bienvenido. O, por lo menos, un rubro en el que no existía puerta de entrada. Entonces, decidí archivar todo. Borré todo de mi Instagram y empecé como una persona no trans hasta que el año pasado, me desbordó la situación, rompí el silencio, lo subí a Instagram y todo, y al que le gustó, le gustó”, dice con desahogo.

Me daba mucho miedo que se me cierren puertas laborales por transfobia.

No más gris

 

Feca valora la actitud de su madre que hoy sí lo acompaña en todo. “Gracias a Dios, tengo el apoyo incondicional de mi familia. Mi mamá es médica y me aplica las inyecciones y eso es súper importante para un chico trans. Tengo mis amigos y a toda la gente de Instagram que me da mucho amor”, dice emocionado, Feca, y destaca el rol importante que jugó en su proceso, la organización “Trans Argentinxs” que está en Instagram, en Facebook y otras plataformas, y se dedica a brindar información. “Te ayudan a conseguir asesoramiento, independientemente del lugar del país donde estés. Está muy bueno, tienen una red de contactos y no buscan nada a cambio”.

“Hoy te puedo decir que después del balance de vivir gris casi diecinueve años, me doy cuenta de lo que es disfrutar un momento. Antes no tenía capacidad de disfrute, no sonreía. Parece estúpido, pero ahora veo colores. No veo gris –asegura–, ahora puedo sonreír”.