Después de un año y medio de investigación histórica y de trabajo artesanal en el taller de armas que tienen en Rosario, Osvaldo Gatto y su hijo Martín presentaron la primera réplica de la pistola que el general José de San Martín compró en Londres en 1811, junto con el famoso sable corvo, y que mantuvo durante toda la gesta libertaria por el sur del continente.
San Martín murió el 17 de agosto de 1850 en Francia y el arma de fuego quedó en poder de la familia. Recién 40 años más tarde, una nieta se la donó a Bartolomé Mitre. Por eso, se mantuvo guardada, hasta hoy, en el Museo Mitre.
Como la pistola no está exhibida al público sino bajo custodia en una caja fuerte, la reconstrucción hecha en Rosario habilita algo que estaba vedado: un contacto directo para el público con un objeto fiel al original. Los Gatto donarán un ejemplar a ese espacio cultural para ese fin.
Se trata de la segunda edición que homenajea a los próceres independentistas -y las armas que usaron- realizada en la fábrica de “Armas Antiguas Osvaldo Gatto”. Es el mismo lugar de la zona sur, mezcla de taller y laboratorio que este medio recorrió, donde padre e hijo reconstruyeron la pistola del general Manuel Belgrano y cañones de guerra para películas nacionales y extranjeras, entre otros desarrollos.
Detrás de la réplica que llega justo para este 175 aniversario del fallecimiento del general, existe un proceso entre apasionado y obsesivo por el detalle. Por ejemplo, por la historia del armero que la hizo y el paralelo revolucionario que tiene con San Martín. Una trazabilidad que los propios autores describieron en el lanzamiento de su última obra.
Un viaje por 250 años
“Nosotros tomamos conciencia de la existencia de la pistola por un libro, «Historia de las armas de fuego en la Argentina», que mi padre Osvaldo tiene hace 25 años”, cuenta Martín Gatto a Rosario3.
A mediados de 2023, después de haber fabricado la réplica de la pistola de Belgrano, empezaron a gestionar las autorizaciones para poder acceder al objeto en el Museo Mitre.
Mientras tanto, fueron armando el rompecabezas. San Martín dejó España para viajar hacia América pero hizo una escala en Londres. Ahí, en 1811, compró el sable corvo y el arma de fuego que conservó hasta su muerte.
“El sable corvo era antiguo cuando él lo adquiere y la pistola era usada, tenía 60 años de fabricada en ese momento. Lo hace con «bajo presupuesto» y así lo dice en su testamento”, aclara Martín.
El libertador llegó a Buenos Aires con esas armas que usó en las guerras de la independencia. La espada (más visible y por lo tanto emblemática del general) la legó a Juan Manuel de Rosas, a quien consideró defensor de la soberanía, y permanece en el Museo Histórico Nacional.
Pero la pistola la conservó y se la llevó al exilio en Francia. En 1890, la nieta menor de San Martín, Josefa Dominga o la Pepa, se la donó a Mitre.
"Esta es la pistola que mi abuelo compró en Londres junto con el sable antes de venirse a América para su gesta libertadora", le dijo al historiador, escritor y presidente de Argentina entre 1862 y 1868, según la documentación del museo que los Gatto consultaron para la reconstrucción.
En 2024, llegó el permiso de ese lugar a los artesanos armeros rosarinos. Viajaron a Buenos Aires, midieron las partes de la pieza de colección, sacaron fotos, dibujaron planos y detalles. Registraron todos los mecanismos e insumos para poder avanzar con la imitación, que es un arte complejo.
Parte del fino proceso de tres meses de fabricación, implicó generar unos grabados con hilos de plata incrustados en la culata de nogal pulido.
“Desde 1890 que fue donada, nunca fue puesta en exhibición. Mitre la conservó para él y quedó en una caja fuerte del museo. En 2024, pudimos verla. Tiene muchos detalles, grabados, formas de construcción muy particulares que salen de lo habitualmente hacemos. Tuvimos que aprender y estudiar para poder hacerla”, relata Martín.
En ese trabajo, descubrieron un particular paralelo entre la vida de quien fabricó el arma a mitad del siglo XVIII, hace más de 250 años (quizás 275), y la gesta de quien la portó en Sudamérica y es recordado este domingo.
Sincronicidad revolucionaria
Osvaldo y Martín Gatto grabaron un video para presentar algunos detalles del segundo ejemplar que forma parte del proyecto de réplicas de las armas de próceres y héroes fundadores.
Recuerdan que, al principio, solo tenían una imagen de aquel libro de 1971 de una pistola Reina Ana, de chispa o pedernal. “Es un arma civil pero que usaban los oficiales, de la primera mitad del siglo XVIII y corresponde al sistema turn off, que significa que se le desenrosca el caño y es de semi retrocarga”, explican los especialistas.
Los investigadores no creen que San Martín la haya elegido por algo en particular sino que la compró con los recursos que tenía en ese momento: era un arma usada y tenía más de 60 años de fabricada.
Osvaldo, fundador de la fábrica de armas antigua y ex docente de historia, destaca que en el camino hicieron un “descubrimiento”. “Como artesanos armeros quisimos indagar quién hizo esta pistola”, cuenta y su hijo completa: “Lo primero es tratar de encontrar algún indicio en el arma, es la búsqueda del tesoro dentro del tesoro mismo”.
Como es la segunda que replican, comparan el proceso realizado con la de Belgrano: “En este caso está firmada y es de un estilo inglés, la de Belgrano es de un corte español”.
En el margen derecho, la pieza tiene escrito el nombre del fabricante: Thomas Annely. Lo rastrearon y detectaron que es “un personaje riquísimo en anécdotas”. Resulta que Annely era de la ciudad de Bristol pero trabajó en Londres (donde fabricó el arma de San Martín) y por eso la pistola dice “London” en el caño.
En 1748, el armero inglés emigró al norte de América (lo que después se convirtió en Estados Unidos). Según la reconstrucción que hicieron los Gatto, Annely se dedicó a fabricar pistolas para George Washington y otros revolucionarios. Estuvo al servicio de la independencia de ese país.
Osvaldo se detiene en esa coincidencia: “San Martín fue un soldado español (nació en Yapeyú que era parte del Virreinato del Río de la Plata) que se vino a pelear a Sudamérica contra los españoles y darle la libertad al continente. Y Annely era un inglés que se fue al norte y se unió a los revolucionarios”.
“Es la ebullición de la independencia de América toda que está presente en esta historia”, refuerza Martín.
“Las armas de fuego que son las grandes olvidadas, porque la gente sigue creyendo que un sable o una espada es más importante, a nosotros nos siguen interesando. Sobre todo la parte histórica y tecnológica del arma de fuego, no lo ofensivo, que en este caso era defensivo”, agregan.
Una ofrenda por los 175 años
Los Gatto terminaron la réplica días antes del aniversario de la muerte de San Martín y la presentaron como un homenaje al libertador. Tiene un fin comercial (se vende a coleccionistas) pero sobre todo un valor histórico.
“Estas pistolas forman parte de las ediciones homenaje a los próceres independentistas y las armas que usaron. Revoluciones que, desde ya, no fueron procesos pacíficos y los libertadores las tenían porque su vida peligraba por ese contexto”, explican.
“Es una forma –sigue Osvaldo– de recordar una parte que los libros no mencionan o lo hacen tibiamente”.
El primer ejemplar fue prometido por los Gatto al Museo Mitre como donación. “Una pieza que, por primera vez en la historia, será parte de la exhibición al público del museo y la original seguirá guardada por cuestiones de seguridad”, completa Martín.


