Las iglesias católicas y evangélicas argentinas rechazaron el cierre de templos dispuesto por el presidente Alberto Fernández para las próximas dos semanas, como parte de las medidas restrictivas tomadas para frenar el avance de contagios de coronavirus.

Monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, se mostró en desacuerdo con la medida, pero instó de todos modos a los fieles a respetarla.

“Consideramos que su desarrollo es esencial para alimentar el espíritu de nuestro pueblo ante situaciones que deben encontrarnos con fortaleza espiritual y una esperanza firme”, expresó Ojea en un comunicado.

“El culto está siendo celebrado con cuidados extremos, respetando las normas y protocolos vigentes. Por eso es que no estamos de acuerdo con la suspensión de las celebraciones en los templos”, continuó.

Ojea manifestó además su “desacuerdo con la suspensión de las clases presenciales que estaban siendo llevadas con muchísimo trabajo por parte del personal docente y de las familias”.

Si bien ya se sabía que las actividades recreativas en espacios cerrados quedaban suspendidas entre el 16 y el 30 de abril, el presidente se refirió puntualmente a los centros comerciales, que deberán cerrar.

Por último, pidió que “no sigamos acrecentando aún más la brecha con quienes viven en sus casas otras pandemias, reflejadas en el aumento de la pobreza y la falta de un trabajo digno”.

En la misma dirección que la iglesia católica, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) señaló que el quehacer religioso “no sólo es esencial, sino también vital”.

“Cumplimos estrictamente con todos los protocolos de higiene y seguridad en los lugares de culto, como así también en la adaptación de sus instalaciones, para contar con ambientes ventilados y desinfectados”, expresó.

“Señor presidente, definitivamente no somos una actividad recreativa, tampoco cultural o social”, remarcó Aciera, también en un comunicado, que agrega que “por sobre todas las cosas atendemos la dimensión espiritual y humana de la persona”.

Las iglesias, según el texto, son “vitales en la contención y atención espiritual de quienes así lo requieren, en un país en donde, según datos del Conicet, el 85% profesa creer en Dios”.

“Vitales en la ayuda humanitaria, poniendo a disposición por pedido del Estado al inicio de la pandemia, 1298 camas para la atención de los enfermos leves por covid. Con el objetivo de descomprimir el sistema de salud, dando lugar a los casos de gravedad”, suma.

“Vitales en la atención social, entregando diariamente desde los templos miles de viandas, en un contexto en donde la mitad de los argentinos se encuentra bajo la línea de pobreza”, sigue.

“Vitales –cierra– en la atención y contención de las innumerables patologías propias de la época que nos está tocando atravesar, como lo son la ansiedad, la depresión, la angustia crónica y hasta los intentos de suicidio”.