Al menos 22 personas murieron en Chile en decenas de incendios forestales en la zona centro-sur del país, azotada por una intensa ola de calor. La cifra de heridos ascendió a 554, de los cuales 16 están graves, según un nuevo informe divulgado este sábado por las autoridades.

De un total de 251 fuegos activos, 80 están fuera de control, según el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), consignó la agencia de noticias AFP.

Las regiones de Biobío, Ñuble y La Araucanía son las más afectadas por los incendios que ya destruyeron más de 45 mil hectáreas, como así también un centenar de viviendas.

Por la situación que no logra ser controlada, sumada a temperaturas cerca de los 40 grados centígrados en toda la zona afectada, el presidente Gabriel Boric declaró el estado constitucional de catástrofe en la región de La Araucanía, que se suma a las de Ñuble y Biobío.

Esa declaración permite disponer recursos adicionales para controlar la emergencia, restringir el libre tránsito de las personas y utilizar a las fuerzas militares para contener el desastre.

En este contexto, el gobierno argentino envió brigadistas y maquinaria para ayudar a combatir el fuego. La ministra del Interior del país trasandino, Carolina Toh, dijo que también están coordinando ayuda con Brasil, Uruguay, Mexico y España.

Boric dialogó esta mañana con su par argentino Alberto Fernández y le agradeció el ofrecimiento de colaboración y personal para combatir los incendios.

"Acabo de conversar con el Presidente @alferdez para coordinar y agradecer el apoyo de la República Argentina en combate a incendios. Además de brigadistas, recibiremos maquinarias. Estamos gestionando apoyo de distintos países para enfrentar emergencia. No los dejaremos solos!", posteó el mandatario chileno en su cuenta oficial de Twitter. 

Del total de fallecidos, 10 se registraron en el pueblo de Santa Juana, en la región de Biobío, cinco de los cuales eran miembros de una misma familia.

Estos incendios se producen durante una ola de calor extremo, lo que hace temer a las autoridades un desastre como el que se vivió a inicios de 2017, cuando un gigantesco incendio forestal causó 11 muertos, unas 6.000 víctimas, destruyó más de 1.500 casas y afectó 467.000 hectáreas de tierra.

Como en aquel año, los focos de incendio comenzaron en áreas agrícolas y en bosques, y avanzaron hasta amenazar y afectar zonas pobladas.