El fiscal Gustavo Ponce Asahad fue acusado por el empresario Leonardo Peiti de muchas cosas. El miércoles pasado se presentó a la Justicia tras ser buscado una semana en el marco de las investigaciones en su contra que lo vinculan con empresas de juego clandestino, y apuntó directo contra el funcionario, últimamente con mucha presencia mediática por poner presos a los que violan la cuarentena: dijo que hace dos años le paga un promedio de 4 mil dólares mensuales a fin de que lo “resguarde” de posibles allanamientos sobre sus negocios. Pero no quedó ahí: también nombró al jefe de los fiscales de Rosario, quien renunció ayer a su cargo, Patricio Serjal como partícipe.

Este lunes en diálogo con Radiópolis (Radio 2), el letrado que representa a Peiti, Luis Rossini brindó más detalles sobre la acusación de su cliente. Tras asegurar que su “pupilo” mantiene negocios legales vinculados al juego tanto en el país como en Paraguay, sostuvo que antes de pagarle a los fiscales, ya hacía lo suyo con “una banda” aunque dijo desconocer si eran Los Monos. Empezó a pagarle a los fiscales luego de que balearan uno de sus inmuebles, “entre 3 y 5 mil dólares por mes”.

Los pagos se concretaban, de acuerdo a Rossini, en diversos lugares en estos últimos dos años: un bar de Oroño y Mendoza, el propio cantero del bulevar a la altura del 1200–en las inmediaciones vive Ponce Asahad– y también en el club Asociación Argentina Árabe de Profesionales en Dorrego 1200, institución que, según la defensa de Peiti, el fiscal tenía la llave para entrar y salir a sus anchas.

Ponce Asahad viajó a Italia, a Roma y le pidió euros o dólares para que el viaje, y mi pupilo le dio unos euros”, precisó a fin de revelar cuál era la frecuencia y tipos de pedidos que supuestamente el fiscal le hacía a su cliente. Incluso, contó también que llegaron a mantener reuniones en un hotel de Buenos Aires y en una oportunidad fue el mismo Rossini quien se juntó con él en un estacionamiento de autos.

De acuerdo a lo que confió, estos cruces fueron registrados por cámaras de seguridad callejeras en las que se pueden advertir los rostros de los mencionados.

Según Rossini, Ponce Asahad le aseguró a su cliente que había en Melincué un fiscal (Matías Merlo) que lo iba a investigar, allanar y detener. A cambio de mantenerlo al tanto de esta supuesta investigación, le pidió 100 mil dólares a cambio.