Patricio Serjal había sido nombrado Fiscal Regional de Rosario en 2017. Fue tras un corto recorrido a cargo de la Unidad de Flagrancia, en la que había desembarcado desde San Pedro cuando se puso en marcha en Santa Fe el nuevo proceso penal. Fue con sorpresa para funcionarios de carrera judicial en la ciudad: no asomaba con mayores méritos académicos ni logros de investigación o juicios orales memorables. Su mandato, de abrupto final, era hasta abril de 2023.

Las primeras resistencias internas surgieron cuando en febrero de 2018 disolvió la constitución de la Unidad de Delitos Económicos de Sebastián Narvaja y Adrián Mac Cormack mientras éstos investigaban a un grupo de senadores y dividió las causas hacia otras regionales, con las que perdieron fuerza. Eso le valió duros cuestionamientos del único órgano que defendió a los desplazados y le quitó respeto como superior: era la naciente Asociación de Fiscales.

Ese mismo año, Serjal impulsó un cambio en la política de persecución penal en la megacausa por estafa inmobiliaria que involucra a empresarios y profesionales de alto perfil y dos de ellos no irán a juicio. El propio Narvaja y Valeria Haurigot acusaron en 2017 y pidieron cuatro años de prisión y multas de entre 36 y 54 millones de pesos. Pero Serjal impulsó un "criterio de oportunidad" que un Tribunal, entre críticas, primero no homologó.

Entonces, cuando la discusión llegó a la Cámara de Apelaciones, Narvaja indicó que por instrucción superior que desistía de avanzar con la acción penal. El superior era Serjal. Al no tener acusación, los jueces dictaron el sobreseimiento de ambos.

Junto al deterioro interno de su imagen, Serjal construyó otro perfil en la calle. Es así que en el terreno de otra investigación por estafas con campos en el sur provincial, que avanzó cuando a fines de 2018 imputaron como jefe al abogado Antonio Di Benedetto, una escucha telefónica captó cómo un tercero le recomendó hablar con él para aliviar su situación.

- Escuchá, ahí estuve hablando. A mí, de mi parte, me convencieron. Me dicen esto... "Sergial", ¿sabés quién es "Sergial"? El jefe de los fiscales

- ¿Y qué opinan?

- Eh... dicen que... mirá, escuchá lo que me dijo... que te pueden llegar hasta dejar limpio

Puja por las investigaciones complejas

Una instrucción de 2019 que dio como Fiscal Regional desnudó su obsesión por el control de las investigaciones que podían alcanzar a políticos o empresarios. Requirió a los fiscales autorización expresa de él para utilizar al Organismo de Investigaciones (OI), creado con esos fines. Lo llamativo, y lo que dejó expuesta la fractura con el entonces director Marcelo Sain, es que no hubo ninguna resolución similar que se aplique a otras agencias como la ex PDI, la Policía Federal o Gendarmería.

A lo lejos, no luce como una acción inocente: los fiscales de Delitos Complejos Luis Schiappa Pietra, Matías Edery y Gisela Paolicelli -y la coordinadora María Eugenia Iribarren- tienen probado que el mes pasado ingresó junto a Gustavo Ponce Asahad a las oficinas del OI, detectaron prueba avanzada contra el empresario Leonardo Peiti y a continuación se "cayeron" las escuchas sobre él en curso. Según declaró Peiti, le recomendaron que destruyera el teléfono y le pidieron incrementar su cachet a 100 mil dólares por acercar una solución.

Pero Serjal estuvo a punto de renunciar a fines de 2019 por otro incidente gris, por el que la Legislatura mantiene un proceso disciplinario. Tras la reapertura de una causa, admitió que obtuvo un Toyota Corolla y un Etios versión full de la concesionaria del empresario Rómulo González pocos días después de confirmarle el archivo de una causa en su contra. Es decir: se llevó dos 0KM del negocio de un empresario al que benefició. Para hacerlo, desechó otros planes de compra e introdujo una resolución "bis".

Sin embargo, y con un fuerte apoyo de varios sectores de la política, llegó hasta julio de 2020 en el cargo. Una explosiva audiencia contra un grupo por juego clandestino y extorsiones develó que alguien de la Fiscalía Regional que él conducía había filtrado información a la banda. Como máxima autoridad, dio una conferencia de prensa en la que afrontó una incómoda pregunta hacia él por aquél proceso abierto pero prometió "llegar hasta las últimas instancias".

En el instante posterior Alan Monzón, fotoperiodista de Rosario3, lo captó con la mirada perdida al techo, casi como en una súplica. Una semana después, cuando el mismo Peiti lo ubicó como beneficiario de coimas y relató reuniones junto a él, esas "últimas instancias" lo alcanzaron y la misma imagen ilustró la noticia: "Acorralado por sospechas de corrupción, renunció como jefe de los fiscales".

De bajo perfil para los medios, Serjal nunca dio explicaciones en público y pocas veces aceptó entrevistas. Prefirió en todos los casos negar cargos por escrito o interlocutores indiscretos. No tiene condenas, pero quedó al borde de ser imputado. Su renuncia como jerárquico lo dice todo: esta vez no tuvo salida.

Anoche, la Asociación de Fiscales que antes era naciente y se robusteció para atenuar sus decisiones sobre sus pares, le pidió que ahora no se cobije como fiscal de grado y se vaya del Ministerio Público.