Apenas faltaban 20 días para que Federico Mazzoni cumpliera exactamente 20 años como residente en la ciudad de Playa del Carmen. Se había mudado a México en febrero de 2002, como ruta de escape del infierno económico y social de la Argentina en esa época. Hoy se conoció que fue ejecutado de dos disparos en la cabeza en un baño de su lugar de trabajo en un confuso episodio.

El empresario argentino, que era gerente del Mamita’s Beach, uno de los principales clubes turísticos de Playa del Carmen, fue asesinado en medio de un clima de suma preocupación para las autoridades policiales mexicanas tras el enorme aumento de la violencia vinculada al narcotráfico.

El estado de Quintana Roo ya sumó en los últimos seis meses numerosos episodios de inseguridad protagonizados por bandas delictivas, incluido el asesinato de dos turistas canadienses dentro del principal parque turístico de la ciudad. El crimen del empresario argentino no hizo más que profundizar esta problemática.

Mazzoni abandonó la provincia de Córdoba y llegó a Playa del Carmen el 14 de febrero de 2002. La ciudad parecía apenas una aldea, ni se asemejaba al monstruo turístico en el que se convirtió en los últimos 15 años.

“Nosotros nos conocimos con Fede en esos días de 2002, yo me mudé a Playa del Carmen uno o dos días después que él”, le relató a Infobae Mercedes, una argentina que todavía vive en esa ciudad mexicana y que reconoce sentir cada día más miedo por la amenaza narco en la zona.

“Nos hicimos amigos porque simplemente nos unimos al grupo de argentinos que vivía acá. Esto era apenas un pueblito chiquito y todos los argentinos íbamos a las mismas fiestas. Acudíamos a las fiestas de la banda de uno llamado ‘El chino Moro’, que tenía un bar que se llamaba Gula-Gula. Éramos 30 o 40 gatos locos que nos conocíamos todos”, agregó Mercedes mediante una charla telefónica.

De acuerdo a su amiga, Mazzoni empezó a trabajar en Mamita’s Beach hace al menos 15 años y de inmediato dedicó su esfuerzo pleno a mejorar el lugar. “Se puso la camiseta y no paró de trabajar. Pasaban los años y él estaba casi todo el día adentro del Mamita’s. Las únicas veces que lo veías fuera era en algún asado con amigos, solo ahí”, completó Mercedes.

Con su acento cordobés intacto, Federico se enamoró de la comida y los tragos mexicanos y logró convertirse en una persona muy querida y respetada en el ambiente del turismo.

En paralelo, Mazzoni se puso en pareja con otra argentina, llamada Bárbara, y estuvieron juntos casi 10 años. Durante ese lapso, forjó una relación casi de padre e hijos con los tres chicos que ella había tenido en una relación anterior.

“Fede era un laburante del carajo y todos lo querían. Y él estaba re agradecido a México, siempre repetía que era su segunda casa”, agregó Mercedes.

Por la misma línea se mantuvo Victoria Mazzoni, la hermana menor de Federico, que vive en Córdoba junto a otros tres hermanos mayores de la víctima del asesinato: “Tenía amigos muy cercanos. A mi hermano lo han querido y amado muchísimo, siempre fue muy querido”, explicó Victoria al canal A24.

Aún es un misterio el motivo del asesinato de Mazzoni, pero tanto su hermana como su propia amiga Mercedes, apuntan a un crimen relacionado directamente con la violencia narco.

“Durante mis primeros tres años acá, Playa del Carmen era un lugar de ensueño. Pero a partir del 2007, 2008 empezaron a llegar los narcos y esto cambió por completo, en todos los sentidos”, detalló Mercedes.

“De hecho, yo hace años que no iba al Mamita’s Beach porque se convirtió en un lugar de malandras y se llenó de narcos. Los visitantes que iban ahí cambiaron por completo”, agregó.

La amiga de Mazzoni indicó que el club de playa quedó “preso” del interés narco debido a su enorme afluencia de turistas y a la oferta constante disponible de venta de drogas de todo tipo.

“Con el pasar del tiempo, los narcos se fueron asentando cada vez más en la zona. Los tiradores (como se le llama en México a los vendedores) estaban en la playa, en el restaurante, en todos lados. Y desde un principio empezaron a cobrarles comisión a estos grandes lugares para que puedan trabajar”, aseguró.

“Un amigo tenía un catamarán y una pequeña empresa de paseos marítimos justo en la Playa al lado del Mamita’s. Una vez, unos tiradores lo vinieron a apretar para que les entregara las camisetas de su emprendimiento y así pudieran vender droga con esas camisetas puestas. Al poco tiempo se escapó y se ubicó en otro lugar, tenía miedo de que lo mataran”, detalló Mercedes.

Según explicó la argentina, las extorsiones y apretadas se volvieron moneda corriente en todos los comercios de Playa del Carmen. “El problema acá es que hay muchos cárteles, no hay uno que domine a todos. Y lo de las amenazas y el pedido de un pago para poder trabajar es algo que pasa todos los días y en todos lados. Entonces, un día viene uno, le pagás, y a la semana viene otro diciendo que si no le pagás empieza a morir gente, pero vos ya le habías dado a otro. Están en guerra entre ellos con los comerciantes de por medio”, analizó.

Mercedes detalló, además, que durante el tiempo en que estaba muy cercana a Federico él jamás hizo mención a amenazas o a algún tipo de extorsión en el Mamita’s Beach.

“Y muy posiblemente el asesinato de Federico fue un mensaje para el dueño, que ellos nunca están en los clubes. Los narcos siempre empiezan atacando a los gerentes y después, si el dueño sigue sin responder, se meten con la familia”, explicó la argentina, que prefirió resguardar su apellido por temor a represalias.

Mazzoni fue asesinado cerca de las 17 del martes en el baño del club de playa. Algunos testigos aseguraron haberlo visto charlar con dos hombres minutos antes del crimen. Una de las cámaras de seguridad del bar registró cómo a las 17.14 dos hombres se escapaban de la zona a bordo de una moto de agua. Aún no hay identificados ni posibles sospechosos.

Además, el asesinato de Mazzoni ocurrió en un marco político delicado para las autoridades del Mamita’s Beach. Jorge Marzuca, su director, denunció junto a otros dos colegas hace un año por amenazas de muerte y fraude a otro empresario, de iniciales J.L.B. La denuncia por fraude se debió a una supuesta adjudicación ilícita de contratos para "carpas Covid-19″ a lo largo de diferentes puntos del Estado.

El crimen de Mazzoni no hace más que profundizar el problema de la violencia en un Estado como Quintana Roo y la Riviera Maya, cuya una de sus principales actividades comerciales es el turismo.

En octubre, un turista alemán y otro indio fueron asesinados por dos desconocidos. En noviembre, dos bandas de narcos se enfrentaron en el Hotel Hyatt de Cancún, murieron dos miembros de esos grupos y los turistas se salvaron de milagro. Ese mismo mes, dos pistoleros abrieron fuego desde dos motos acuáticas a la costa en una de las playas más reconocidas de Cancún y ocurrieron dos tiroteos en dos reconocidos gimnasios de esa ciudad.

Hace menos de una semana, dos turistas canadienses, presuntamente ligados con una red de narcotráfico vietnamita, fueron acribillados dentro del hotel Xcaret, uno de los establecimientos más famosos de todo el estado de Quintana Roo.

El periodista Kevin Sieff publicó un artículo en el Washington Post donde detalló que el estado de Quintana Roo se empezó a convertir en un foco de atención para los grupos narcos por la cantidad de demanda por parte de los turistas.

Sieff indicó que en ese estado mexicano no hay una banda que domine el tráfico de drogas, sino que al menos seis cárteles operan en simultáneo. Ese escenario genera que haya enfrentamientos y asesinatos constantemente y que establecimientos tan conocidos como el Mamita’s Beach se convirtieran en un lugar de sumo interés para los jefes de las bandas.

El turismo, según ese artículo, representa más del 8 por ciento del PBI de México y la contribución de Cancún a esa cifra es cercana al 50 por ciento. Por eso, uno de los grandes temores del Gobierno nacional es que Quintana Roo termine convirtiéndose en lo que fue Acapulco, que durante la edad de oro de Hollywood era escenario de vacaciones de las estrellas más grandes del cine y que en 2012 se transformó en la ciudad más mortífera de México y perdió gran parte de su interés turístico.

“Playa del Carmen no es ni por asomo lo que era cuando yo llegué acá. Antes, ibas por la Quinta Avenida y te podías cruzar a una Penélope Cruz, a un Antonio Banderas. Hoy cambió mucho todo y ya no podés salir sola a la calle después de las ocho de la noche. Cambió por completo”, aseguró Mercedes.

“Y lo peor de todo es que estoy segura de que el asesinato de Fede va a quedar en la nada. Nunca van a encontrar a los asesinos. Eso ya lo sabemos todos los que lo conocimos acá”, se lamentó.