Ni el tradicional desfile del 20 de junio ni cualquier otro evento tuvieron alguna vez la magnitud de la largada simbólica del Dakar. Cientos de miles de rosarinos y los turistas que en los últimos días coparon la ciudad se congreraron al pie del Monumento, sobre el Parque a la Bandera y por toda la costanera, hasta el barquito de papel de la avenida de la Estanislao López.
¿Cuántos eran? Nadie aventuró un número, al menos oficialmente. Desde temprano, inclusive a la mañana, muchos se fueron acercando para reservar un lugar lo más cerca posible de la rampa de largada. Coparon las tribunas y el frente. Mucho antes de las 15.30, cuando salió el primer vehículo, no había más espacio en los alrededores del mástil mayor, con excepción de los que pasaron al vip invitados por alguna empresa.
Así, la atención se trasladó por toda la costanera. Rosario3.com la recorrió de punta a punta y había varios denominadores en común: la sorpresa de la gente por la magnitud del evento, la alegría de los más chicos, comunión con los pilotos y un lleno total.

Así como el parque a la Bandera lucía completo, lo mismo pasó por el parque España y el de las Colectividades. Nadie quiso perderse la fiesta por las calles, ubicados sobre las vallas. Tampoco en las alturas, en los tantos balcones de los edificios la avenida Belgrano y hasta por Rivadavia desde los que asomaba la gente.
Fue, sin duda, un día de orgullo. Por albergar tamaño evento internacional y por mostrar la ciudad y las costumbres al mundo. De hecho, no fueron pocos los que concurrieron con sus camisetas de Central o Newell’s o con banderas de Argentina.
Los pilotos, largamente aplaudidos, tomaron las insignas como propias y devolvieron tanto calor y tanta pasión con fotos y piruetas. Entonces, la fiesta en la costanera rosarina, que se vio colmada por una multitud sin precedentes, fue completa.