Aunque originalmente no seamos impacientes, perezosos o prudentes, es posible que nos “contagiemos” de esas características si nos juntamos con personas que las poseen. A esa conclusión llegaron investigadores del Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de París (Francia).

Para los expertos las personas asumen de manera inconsciente -pero como si fueran propios- estos rasgos de personalidad, con el fin de acercarse más al entorno y a quienes las rodean. Para demostrarlo, tomaron a 46 pacientes y aplicaron una combinación de técnicas de psicología cognitiva y modelos matemáticos para investigar las pautas de los cambios de actitud.

A ellos contrapusieron un grupo de participantes ficticios, desarrollado en base a algoritmos e inteligencia artificial con el fin de que tuvieran rasgos de prudencia, paciencia y pereza. Según el estudio publicado en la revista Plos Computational Biology y reproducido por Muy Interesante, los participantes reales nunca supieron que este grupo era ficticio.

Posteriormente, los expertos pidieron a los voluntarios que tomaran decisiones como asumir algún riesgo, un retraso o un esfuerzo por su parte, tanto antes como después de observar las decisiones de los participantes ficticios.

El resultado fue que los voluntarios se inclinaban a repetir -de forma inconsciente-, los comportamientos que habían visto en los participantes virtuales. Y otro dato sorprendente fue que los participantes tendían a creer que sus actitudes coincidían con las de los sujetos ficticios, cuando no era así.

De este modo, quedó demostrada la importancia de la influencia social, ya que la actitud de los voluntarios cambiaba según el entorno social que les rodeaba, y siempre de forma involuntaria.