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“Madre, ama de casa, esposa, abuela, suegra. Y además, escritora”. Así se define Angélica Gorodischer, uno de los nombres destacados de la literatura latinoamericana contemporánea.

Pero también lectora. “Para escribir hay que leer, leer y leer”, aconseja.

Bonaerense de nacimiento, rosarina por elección, buena parte de su tiempo se la pasa entre los libros de su casa del barrio Tiro Suizo, que con los hijos grandes –tiene tres– ahora solo comparte con “Goro”, como cariñosamente llama a Sujer Gorodischer, su esposo y compañero desde hace 68 años.

En un rincón del jardín, Angélica tiene parte de su biblioteca. Aunque está al lado de la parrilla no parece haber oficiado jamás de quincho, las repisas cubren las cuatro paredes. Un escritorio grande, tres sillas, una mesa redonda y un sillón de dos cuerpos completan el mobiliario. Allí atesora el primer libro que leyó, “Capullo Rojo”; y ese que jamás lo hizo pero que, asegura, despertó su imaginación, “Colosos antiguos y modernos”.

Con 12 novelas publicadas y otras tantas antologías de cuentos, al momento de la entrevista, pulía su último libro, “Las nenas”.

“Algún estúpido alguna vez me dijo: ‘que bueno lo tuyo, por ser mujer, es estupendo’”, recuerda y lamenta que todavía se escuchen comentarios de esos.

Le gusta leer autoras mujeres pero desprecia –tanto como los libros de autoayuda– aquellas “señoras convencionales que escriben historias convencionales”.

“Si un texto no te toca, no te hace algo, no sirve”, advierte, e ilustra: “No sos la misma después de leer a Simone de Beauvoir”.

Honoré de Balzac y Jorge Luis Borges, son dos de sus favoritos. Del francés, dice que su obra es “un curso de narrativa”; al argentino lo pone “muy cerquita a Dios”. ¿Qué recomienda para el Club de Lectura?