Central jugó a lo Mostaza Merlo, como lo venía haciendo, desde que el blondo se hizo cargo: metiendo, luchando y en forma irregular. En definitiva con poco fútbol –entiéndase fútbol vistoso–, sin gustar. Pero es cierto, hasta el fin de semana pasado este método era efectivo ya que habían cosechado diez de los doce puntos disputados.

La previa a Racing fue picante con las declaraciones efectuadas por Equi sobre que no le gustaba cómo jugaba el equipo. El técnico amagó con renunciar por esta situación porque entendió que se trataba de un complot para desestabilizarlo –como le ocurrió en River con Gallardo– y le tiró un lastre al habilidoso volante para que la gente opine sobre esta situación. No era para tanto.

Ezequiel en realidad no dijo nada malo, ni tan poco nuevo. Expresó un sentimiento de no gustarle como respondía el canalla en la cancha, algo en lo que todos los simpatizantes coincidían, nada más que los resultados se daban y entonces no había que hablar del tema.

Pero a la suerte –o mejor dicho no siempre tenés que dejar librado a la suerte todo– hay que ayudarla, porque se te puede cortar. Y Merlo no le dio una mano.

Contra Racing no sirvieron los cuernitos, ponerse la camisita, no saludar a los técnicos visitantes, que tomen café los dirigentes el mismo día, hora y lugar ni la última estupidez de Mostaza de salir con brazalete negro y hacer un minuto de silencio porque le había dado resultado en algunos encuentros anteriores lo repitió con la Academia racinguista por un hincha vitalicio que sorprendió a todos. Por favor.

Ahora bien, ¿fue tan terrible lo de Ezequiel? ¿O es más lamentable lo de Merlo? Creo que me inclino por lo penoso del conductor del equipo. Porque que un jugador o cualquiera del riñón centralista no disfrute de lo horrible que jugaba el once auriazul y lo exteriorice no lo habilita a renunciar como lo hizo Merlo. En todo caso podría haber tomado alguna medida –no entiendo por qué– con el jugador, analizado el tema en su círculo áulico. Pero de ahí a dar un paso al costado defraudando a la gente que acompaña y sufre con este conjunto me parece una exageración.

Da la sensación que el árbol tapó al bosque o que Ezequiel tapó a Reinaldo, ya que los dichos de Equi sacaron de la escena los lesionados de Central, lo mal que están físicamente algunos jugadores y por supuesto lo dicho, el desempeño futbolístico.

Merlo le faltó el respeto a la gente de Central que había confiado en él, que pensaba que más allá de la suerte que tenía y de las cábalas que pregonaba, algo sabía.

Es evidente que la semana pasada deslizó la posibilidad de renunciar porque en realidad no quería quedarse en Rosario Central. Y así fue.