El multipremiado artista rosarino Franco Luciani, reconocido como uno de los más destacados instrumentistas de la música popular, celebra sus veinte años de trayectoria musical con la armónica, instrumento por el que es considerado uno de los mejores armonicistas del mundo y el más destacado del país.

En el concierto gratuito que dará en Rosario el próximo martes a las 20.30 en la Sala Lavardén, Franco estará acompañado por Leonardo Andersen (guitarra), Pablo Motta (contrabajo), Bruno Resino (percusión) y artistas invitados.

El repertorio elegido por Franco para ésta presentación abordará temas de algunos de los diez álbumes que ha realizado a lo largo de su carrera como solista, así como temas de grabaciones en las que ha participado convocado como invitado especial en un amplio abanico de artistas de distintos orígenes y géneros.

-¿Cuál es el hecho artístico que marca el comienzo de estos 20 años con la música?

-Los vente años surgen obviamente de mi revelación de Cosquín en enero de 2002, que ahí me decide con el instrumento, que eso es una cosa muy importante. Pero también en el transcurso de ese año yo presento mi primer disco, el disco Armusa. Lo presenté en la Lavardén, e hice un concierto gratuito, todas las mismas características que ahora, y me acuerdo que fue una hermosura y de ahí pasaron muchos escenarios, muchas Lavardenes también, así que es un placer estar de nuevo ahí, y festejando, haciendo una recorrida. Es una invitación a una celebración sin duda”.

-¿Tenés una verdadera dimensión de todo lo que pasó en estos 20 años, artísticamente hablando?

-Sí, la verdad que sí, es como que también la perspectiva de tiempo va cambiando con el tiempo mismo, porque obviamente cuando tenés 24 años, 20 años, es un montón. Pero después te empezás a dar cuenta que, como decía Gardel, 20 años no es nada, es un trecho. El mismo Gardel tuvo su carrera de cantor de tangos en veinte años, fíjate todo lo que se puede hacer en veinte años. Pero sí es cierto que miro para atrás y digo 'no me lo hubiese imaginado'. Porque estos veinte años son yo estudiando todavía en la Siberia, decidiéndome por la armónica, mirar para atrás en el tiempo y me parece que no fue hace mucho que hacía la presentación de Armusa, pero pasaron muchas cosas. Lo importante es que pasaron cosas maravillosas, algunas que yo me puse como una meta y otra que fueron sorprendiéndome en el camino. Es verdad que fueron veinte años intensos, veinte años sin parar.

-¿Por qué elegiste la armónica como instrumento para desarrollar tu arte?

-Lo mío era la batería y la percusión. Yo empecé a estudiar de muy pibe en la Escuela Municipal de nuestro querido Rosario. También empecé a estudiar, no mucho después, en la Escuela Provincial, cuando estaba en la peatonal Córdoba, y un poquito de tiempo después empecé en La Siberia todo esto de la percusión. Con esa familia de instrumentos que me abrazaron y que yo abracé de muy pibe, cuando yo tocaba sobre grabaciones de Don Sixto o Los Arroyeños, realmente desde el folclore. Después la batería y las bandas, y el punk, y después el rock y el jazz. Después llegué a la música sinfónica, la percusión de orquesta los timbales las placas, creo que seguramente iba para ese lado.

Si no aparecía lo que fue la armónica, que fue una cosa muy fuerte, yo creo que mi futuro estaba en esa familia de instrumentos. La armónica surge de una manera también fortuita digamos, como un encontronazo en el mejor de los sentidos. Yo me encuentro con la armónica en la escuela secundaria, me acuerdo que la llevó mi amigo el Pato que es de ese grupo de toda la vida que te queda de la secundaria. Llevó una armónica y me acuerdo que me la prestó, me dijo llevatela, y yo me la lleve a mi casa. Tengo la imagen de estar sentado con la mesada de fondo, la mesada de la cocina de la casa de mis viejos, y empezar a tocar, empezar a sacar melodías, empezar a decir 'que interesante, esto me gusta mucho'.

Después yo empecé a tocar el instrumento, yo tenía facilidad para un instrumento melódico, me acuerdo que mi viejo me hacía sacar melodías en la camioneta mientras íbamos, sacando la armónica de la guantera me hacía sacar melodías. Él, los profesores de estas escuelas que te nombré recién, cuando yo hacía un dictado rítmico me decían 'usted tiene facilidad para un instrumento melódico'. Y a mí no me gustaba, tenía una rebeldía así adolescente, porque se meten en mi elección. Yo soy batero, soy percusionista, pero eso me fue haciendo ruido. Entonces empecé a estudiar, empecé a leer partituras y así me fui enamorando de la armónica, muy progresivamente, y empecé a tocar en grupos donde yo tocaba batería o percusión, uno o dos temas como una frutilla del postre. Eso fue creciendo y creciendo hasta que decidí hacer el pre Cosquín, después el Cosquin del 2002, la revelación y la gota que colmó el vaso para esta decisión.

-¿Cuáles fueron los momentos o hechos que fueron claves en la construcción de tu carrera en estos 20 años?

-Fueron muchos, pero vamos a tratar de resumir. Uno que me pasó cerca de Cosquín, un par de años después haber conocido en la peña de Los Copla al querido y recordado Raúl Carnota, que yo lo había escuchado de pibe en mi casa por el Maestro Spinassi, que es un tío del corazón, no de sangre pero si del corazón. Muy cerca de eso, también en la peña de Los Copla, conocí y me conoció Pedro Aznar. Después toque con él por primera vez en el Parque España, en nuestra querida Rosario. Y después terminé tocando varias veces en vivo.

Y después obviamente que hay uno que es tremendo que nace en el 2005 o 2006, que es con Mercedes Sosa nada más ni nada menos. Yo participo con Mercedes en el Cosquín del año 2006, que es cuando ella vuelve al festival después de una serie de años de ausencia porque estaba muy enferma, y no tuve solo el gusto de tocar en Cosquín si no en muchos lugares más, pero lo más groso fue haber viajado con ella a Europa. Yo tuve el honor de viajar como invitado especial en las presentaciones que ella hizo en Europa, en Roma, en Milán, en Londres, donde aparte me dejaba tocar un tema solo, tocábamos el himno que lo habíamos grabado hacía poco. Me acuerdo que lo tocamos el 9 de julio en Roma, que eso está grabado en un disco en la versión Piedra y camino, un disco pos mortem.

Nosotros sabemos que Mercedes era eso, siempre supimos, yo estaba ahí viviéndolo en carne propia. Después vinieron muchas cosas más hermosas, haber tocado con el gran maestro brasileño Egberto Gismontien en el CCK, haber conocido al gran maestro de la armónica del jazz en Bélgica, me recibió en su casa a los 94 años, el gran Toots Thielemans.

Muchos reconocimientos, yo valoro mucho los reconocimientos, todos los premios Gardel que han venido, el premio Konex, músico distinguido de la ciudad de Rosario, personalidad destacada de la cultura de la ciudad de Buenos Aires. La verdad estoy tratando de imaginarme un hilo de cosas, incluso hay una muy muy reciente que es mi primera nominación a los Latin Grammy en tango con Pablo Motta Ensamble y Franco Luciani, “Milongueros” es el disco. O sea que son muchas cosas; tocadas, giras, reconocimientos, encuentros; or suerte es muy, muy rico. Muchas cosas lindas”.