Este jueves 3, a las 18, inaugura la nueva muestra de Darío Homs en el hall del ingreso de la escuela Musto, en Sánchez de Bustamente al 100. Se puede visitar la muestra Homs a máquina hasta el 6 de junio.

La muestra es una puesta en acto de poesía visual. Las piezas están íntegramente realizadas con elementos propios de la escritura sobre hojas de cuadernos. En su gran mayoría se han utilizado máquinas de escribir, a veces de manera excluyente y otras como un elemento más, conjuntamente con fibras, marcadores, lápices de colores, grafito, plantillas de diseño, letrógrafos, tintas, pigmentos, pluma, pastel, ceritas. Se exhibirá también uno de los más de veinte Cuadernos Iluminados que el autor viene realizando desde el inicio de los noventa.

Con estas palabras Homs nos presenta su muestra:

El dibujo, si se realiza con instrumentos afines a la escritura, ¿debe narrar?

No es ajena a mi obra la cuestión del soporte.

Siempre me ronda una idea de página de libro.

Soy un devoto del papel, un condenado a las teclas de la máquina de escribir.

Si hablar de mí sirve de algo debo confesar que el teclado de mi pc es muy duro.

“Estos poemas visuales, sobre los que vengo trabajando desde hace mucho tiempo son, creo, el armisticio inestable entre el escritor y el artista plástico. Tal vez una definición acorde para ellos sea: intentan establecer el electrocardiograma de una rima.”

Luz, fibra, tipografía exacerbada hasta la orla, pared, haces, elegancia, aullido, estridencia, silencio, deshecha materialidad.

¿Puede la idea ser extraída como piedra del cerebro?

¿Las manifestaciones más sanguíneas nacen también ahí?

El soporte no es sino intención deformada.

Si la obra, en su ficticia facticidad, se instala en un sitio ¿lo afecta, lo interfiere?

Acaso le haga frente, o lo engalane, o estropee, o denigre.

Acaso abuse de él o sea su presa más fácil.

La concepción plástica, disociada ya de la abstracción que el raciocinio le impone a la sustancia, al ser montada interviene e introduce estructuras otras en ese espacio en el que, forzosamente, azar, incompletitud, desazón y una poca de certeza se trenzan en batallas de antemano planteadas como derrotas.