Chris Rock volvió al Oscar luego de su debut en 2005. Al comediante no le tocó una gala sencilla para hacerce cargo del rol de maestro de ceremonias: la entrega número 88 de la estatuilla estuvo precedida por acusaciones de racismo hacia la Academia de Cine y Artes Cinematográficas.

Pasó que por segundo año consecutivo, los veinte nominados en las categorías interpretativas eran actores y actrices blancos de ascendencia europea.

"La única razón por la que estoy aquí es por la renuncia de Ellen DeGeneres", dijo en los días previos, entre la ironía y el humor.

"Por qué estos Oscar vinieron con todo este cuento de que no hubo nominados negros. Esto ha ocurrido en los '50 y en los '60, pero no había protestas. No las había porque había cosas serias para protestar estábamos preocupados porque nos iban a violar o matar", esgrimió Rock en un discurso en el que, si bien levantó el guante, trató de sacarle peso a la polémica.

"Si quieren nominados de color todos los años, tienen que haber categorías de color. No hay razón para que haya nominaciones a mejor actor y mejor actriz. Si quieren tener nominados de color, hay que tener mejor actor negro. La gente del mundo se pregunta, ¿es Hollywood racista?", agregó sobre el final.

Ya en el comienzo de su presentación, Rock había deslizado algunos de los comentarios “picantes” que vendrían después: “Es injusto que Will Smith no esté nominado, pero también es injusto que cobrara 20 millones por Wild Wild West”.

Y, poco después, abundó: “Estos Oscar van a ser distintos. En el In Memoriam va a haber solo negros asesinados a tiros por la policía”.

En rigor, toda la argumentación campeó entre la ironía, cierta cuota de humor y, también, un reclamo por la inclusión: “Queremos las mismas oportunidades que los actores blancos. Nada más”.