Pelota de papel, 24 cuentos escritos en equipo. Así se puede definir la obra que este sábado, después de varios meses de espera, se presentará finalmente en Rosario. La cita es a las 19 en el bar El Riel de Pueyrredón, esquina Rivadavia. En el proyecto participaron futbolistas, escritores e ilustradores. Los primeros a cargo de la historia, los segundos del prólogo de cada relato y los últimos del toque de magia de las imágenes. Lo recaudado será donado a Fundación Sí a entidades uruguayas.

En enero el defensor de Newell's Sebastián Domínguez dio a conocer el proyecto a través de las redes sociales y sembró la expectativa. También salieron a flote, algunos prejuicios: ¿los futbolistas pueden contar historias? Vaya si pueden.

Pablo Aimar, Javier Mascherano y Fernando Cavenaghi lo prueban. La nómina sigue con el propio Domínguez –que preparaba por estos días su mudanza definitiva a Rosario–, Nahuel "Patón" Guzmán, Kurt Lutman, Gustavo Lombardi, Nicolás Burdisso, Sebastián "Papelito" Fernández, Juan Herbella, Jorge Luis Cazulo, Facundo Sava, Rubén Capria, Jorge Valdano, Jorge Sampaoli, Juan Pablo Sorin, Jorge Bermúdez y el uruguayo Agustín Lucas.

Pero los deportistas no están solos en la cancha. Cada cuento está precedido por un breve prólogo a modo de introducción del autor –a cargo, entre otros, de Ariel Scher, Eduardo Sacheri, Alejandro Dolina, Reinaldo Sietecase e Ingrid Beck– y el trazo de ilustradores de la talla de Tute, Maicas, Gonzalo Rodríguez y la rosarina Flor Balestra.

En la presentación del sábado estarán presentes Domínguez, Lutman, Scher, Balestra y Tito Bonano.

El puntapié inicial

En contacto con Radiópolis, el programa que conduce Roberto Caferra por Radio 2, Domínguez recordó cómo fueron los inicios del libro. “La idea fue de Cazulo”, señaló. En principio –indicó– iban a ser once historias. Y al final fueron 24.

Lector apasionado y guitarrista ocasional, Domínguez, de presente confirmado en Newell’s, se entusiasmó rápido con la propuesta a la que se sumó casi enseguida el periodista Juanky Jurado quien terminó al mando de la producción del ejemplar.

No fue tan fácil –reconoció– convencer a los jugadores; también era un desafío plantear cierto equilibrio de pasiones (ni muchos jugadores de tal club, ni tantos de tal otro) y, por supuesto, el tiempo. El tirano tiempo, que mantenía a los jugadores en la cancha y alejados del teclado.

Con todo, el esfuerzo valió la pena.

A la cancha y a leer.