Mientras se presenta –con cerdos de por medio– un chip que permitiría medir (ya implantado) la actividad cerebral, el mundo como lo conocemos continúa parcialmente cerrado y paralizado por un virus.

En la "nueva normalidad", un pedazo de tela que cubre medio rostro y la recomendación de “lavarse las manos con agua y jabón” se ofrecen como escudos transitorios contra la pandemia de covid-19.

En esta paradoja, la directora teatral Romina Mazzadi Arro dialogó con Rosario3.com. La charla telefónica se dio en los días previos al anuncio oficial de las medidas restrictivas del último viernes.

Zapateamos contra la cuarentena pero es la consecuencia de un problema sanitario que nos excede y es este bicho maldito que anda dando vueltas. Pasa que nosotros somos modernos y pensamos «cómo nos va a agarrar una gripe que va a paralizar el mundo». ¡No te la podés creer!”, reflexiona la también dramaturga.

Lo dice como integrante de la Asociación de Teatros Independientes de Rosario (Atir) y como trabajadora de la cultura que asiste a la suspensión de las actividades con público desde el inicio del aislamiento.

Al menos hasta el momento de la entrevista, los algo más de quince espacios que integran Atir no corrían “peligro de cierre” inminente y el reinicio de los ciclos de talleres ofrecía una salida transitoria. De momento, esas actividades también están suspendidas hasta el  20 de septiembre.

Al no tener siquiera un indicio de cuándo nos vamos a reunir con el público, la actividad queda simbólicamente detenida"

A la coyuntura se suma la incertidumbre: los plazos de un regreso a la "vieja normalidad" se vuelven menos certeros. Tampoco la eventualidad de un protocolo (que en rigor son tres: arriba, abajo y detrás del escenario) se presenta como una opción sustentable par todos los ámbitos.

“Es inviable que un teatro con capacidad para 60 personas, como es Espacio Bravo, trabaje a al 30 por ciento”, planteó Mazzadi Arro.

Unas 70 mil personas por año pasaban por las salas y espacios que integran Atir antes de la pandemia. A ese número hay que sumar las inscripciones a talleres y otras actividades artísticas en dichos recintos. 

Entendemos que es una necesidad y respetamos las lógicas sanitarias. Eso no se discute –advierte la también docente–. Lo que se busca es un soporte económico para actores, actrices y salas”.

También el streaming y la posibilidad de "un híbrido" entre el teatro y el cine, el “estancamiento simbólico” en cuarentena y lo precario de la existencia ante una amenaza (de “laboratorio” o no) fueron parte de la charla telefónica.

Sin luces de escena


Desde el inicio del aislamiento, Atir mantiene reuniones semanales a distancia para intercambiar estrategia en torno al cómo seguir.

Durante este lapso, las salas recibieron ayuda económica por parte del Ministerio de Cultura de la Nación (a través del Plan Podestá) que canalizó el Instituto Nacional del Teatro.

A ese subsidio se sumó un segundo apoyo del Ministerio de Cultura de Santa Fe el último julio.

Entendemos que es una necesidad y respetamos las lógicas sanitarias. Lo que se busca es un soporte económico para actores, actrices y salas”

“Todas esas ayudas se fueron agotando. Nadie imaginaba la longitud de esto”, advirtió Mazzadi Arro, y puntualizó que la situación es “más complicada” para salas y espacios que pagan alquiler.

La reapertura de los talleres –a partir de un protocolo aprobado y consensuado con las carteras culturales de la ciudad y la provincia– “trajo un poquito de movimiento, pero para la vuelta a las salas todavía no tenemos nada porque lo que se pide son dos metros de distanciamiento entre las personas. Es inviable que un teatro con capacidad para 60 personas, como es Espacio Bravo (la sala que gestiona junto a las actrices Paula García Jurado y Elizabet Cunsolo) trabaje al 30 por ciento”.

Dramaturgia en tiempos de pandemia


—Este presente llamado “nueva normalidad”, tan cercana por momentos a la ficción, ¿te llevó a escribir?
—Personalmente, no. Estoy en una etapa de resistencia. No quiero pensar que esta es una “nueva normalidad” ni escribir obras sobre la cuarentena. Obviamente que te va a atravesar todo esto. Me parece que se romantizó en un momento un poco la situación. En principio, pensábamos que íbamos a escribir como locos y todo eso, pero la realidad es que el teatro es tener gente en vivo. Al no tener siquiera un indicio de cuándo nos vamos a reunir con el público, la actividad queda simbólicamente detenida. Estamos en una espera tensa en la que todo se dilata.

—¿Qué mirada tenés sobre “los vivos” de artistas online o el teatro en streaming?
—Está buenísimo en la manera en que generan recursos, porque el sector está en un momento muy difícil. Son medidas de contingencia para actores, actrices, trabajadores de la cultura y realizadores audiovisuales. El teatro es con gente ahí, no hay mucha vuelta es eso.

—¿Lo ves como un terreno intermedio entre el audiovisual y el teatro, como una suerte de Dogville?
—Pienso que no es teatro, al menos como una lo entendió hasta acá (…) Seguro hay un compañero que se puede enojar y te dice "yo lo estoy haciendo". Y está bárbaro. Pero, por definición, eso no es teatro. La teatralidad se termina de construir con el público. Creo que cuando todo esto termine, la gente va a volver al teatro porque tiene ganas de que eso ocurra.

El teatro es con gente ahí, no hay mucha vuelta es eso"

—¿Es posible pensar a futuro que ese "híbrido", por llamarlo de algún modo, conviva con el teatro presencial?
—Creo que algo de esto va a quedar, seguramente, Pero sería un “híbrido”, como decís. Habría que pensar en eso si todo esto se dilata. No sería ni cine ni teatro, ni teatro filmado sino otra cosa que necesitará su nombre y su (dinámica de) funcionamiento.

La cuarentena, un amparo y ese bicho maldito


“Nos quedamos zapateamos contra la cuarentena pero el problema es que hay virus dando vueltas. La cuarentena es una consecuencia de un problema sanitario que nos excede y es ese bicho maldito. Pasa que nosotros somos modernos y pensamos «cómo nos va a agarrar una gripe que va a paralizar el mundo». ¡No te la podés creer!”, reflexionó Mazzadi Arro sobre la pandemia de covi-19 y cómo reconfiguró el presente (hasta nuevo aviso).

“Recuerdo cuando se empezó a hablar del HIV, más allá de que la forma de contagio es otra. También había gente que decía «este es un bicho creado» y capaz, lo era. Pero, en cualquier caso, se puso un montón de gente. Entonces, si bien ambos virus no tienen nada que ver, hay discusiones que te llevan a pensar que el problema es otro. Y sobre el reclamo puntual de las salas, no es que seamos antiacuarentena, sino que lo que se busca es un soporte económico. El Estado está haciendo, pero tampoco puede hacer mucho (…) Es un momento complicado y la zanahoria se va corriendo. Lo único que espero es que no tenga que cerrar ninguna sala y que exista un amparo para las y los trabajadores de la cultura”, cerró.