¿Qué pasaría hoy en nuestro país si el voto no fuese obligatorio? Las encuestas no develan la respuesta porque la pregunta es peligrosa. Está claro que insinuar las pocas ganas de ir a votar es un guiño para las ambulancias que recogen heridos en una guerra que deshizo mucho del compromiso por la democracia argentina. Pero es lo que pasa.

El entusiasmo transformador que ha tenido la política en Argentina está en evidente crisis. Pocos creen que hoy sea la herramienta para transformar los problemas de los votantes. Es lo mejor sin dudas, pero no alcanzó. A veces el recorte de la foto muestra ese país bananero que tanto ridiculizaron las comedias de los 70 financiadas por la CIA norteamericana. Dirigentes con realidades económicas muy distintas a la mayoría de la población.

El emprendedurismo en el mundo es el sinónimo de creatividad y entusiasmo por transformar. En esta comarca es un riesgo suicida que muchos asumen sabiendo que pueden perderlo todo. La cornisa inflacionaria pone a todos en stand by, salvo a quienes ocupan cargos públicos. Trabajar para los Estados es flotar en la tormenta. Llegar a fin de mes en un país fundido ya es una victoria campeona.

Cesar Mansilla titular de Nueva Comunicación se hizo cargo de comunicar los resultados de un trabajo sobre “Gestión gubernamental, preocupaciones e imagen de dirigentes en distintos escenarios electorales”. El resultado no sorprende, pero es otro reporte de la alarma general de la política y sus prioridades. Mientras hay pelea de lugares y cargos que acercan y distancian a las figuras electorales, las palabras más potentes del diagnóstico del relevamiento es el tortazo que a nadie parece molestar recibir en su propio rostro.

“El estudio refleja el ánimo de una población que va a tener que elegir una nueva propuesta después de tantos tropiezos”, dice Mansilla de Nueva Comunicación.

– ¿Qué le preocupa al santafesino hoy?

– Inseguridad, seguridad, narcotráfico, miedo, corrupción, educación, lástima y mal. Son las palabras más mencionadas en el Estudio. Una conjunción peligrosa de palabras para la política.

“Hoy en Santa Fe está todo muy complicado: como se evalúa la situación en la provincia de Santa Fe también devela la crisis con la política. La mayoría no aprueba a sus gobernantes. El 41 por ciento los ve mal y muy mal, el 20 por ciento regular o mal. Es decir, el 60 por ciento de la población negativamente la situación. El 21% la ve regular bien y solo el resto: el 20% la ve bien. Eso es peligroso. Y en Rosario la cosa empeora, la visualización es que el 85% ve mal o muy mal la situación”, explica el titular de Nueva Comunicación.

La explicación es la organización del delito y sus consecuencias. Muchas palabras y pocos resultados. Al menos en Rosario. En el resto de la provincia (incluyendo la ciudad de Santa Fe) las preocupaciones son otras: la sequía, la inflación, la corrupción política se mezclan en el protagonismo del tiempo.

“Es muy difícil el pesimismo y eso repercute en todos los ámbitos políticos (nacional, provincial o local)”, dice Mansilla. “Este estudio explica en su lectura el fenómeno Milei. En Santa Fe sería el candidato más votado. Es un momento determinado. Es la foto de hoy que es muy difícil proyectar. Pero si la elección fuese hoy tal vez sería el candidato más votado en Santa Fe”.

Milei como metáfora de la ambulancia. Un chivo expiatorio de la marcha de la bronca de quienes ven achicar sus bolsillos. Pobreza e indigencia en un país donde los privilegios de las generaciones de dirigentes los pone a todos con la “ñata contra el vidrio”.

El descreimiento hizo grande y fuerte a Milei”, argumenta el consultor. “En la juventud argentina crece aún más la estima política. La torta electoral hoy está dividida en tres porciones. Y eso era muy difícil hasta hace poco tiempo atrás con tanta historia bipartidista”. dice.

–Si el voto no fuera obligatorio muchos no irían a votar?

– Es buena la pregunta. La vamos a incorporar en el próximo trabajo. Yo creo y eso es opinión y no dato que el 50% de los argentinos no iría a votar sino fuese obligatorio.

– ¿Para ganar una elección hay que mentir?

-Lo ideal es que mienta lo menos posible porque cuando llegan se le complica demasiado. Para mi tienen que ir con la verdad, pero con la grieta a cuestas es muy difícil el discurso político. Ser prudente puede tomarse como estar de un lado o del otro, o ser considerado tibio y eso afecta mucho. Todos se cuidan.

– ¿Por qué le dan mal a los que gobiernan?

– En Santa Fe el problema es clarito: la inseguridad. En el interior de la provincia no le dan tan mal. Lo que desbalancea es el tema de la inseguridad y fundamentalmente en Rosario. La definición de palabras negativas hace muy difícil el vínculo con los que gobiernan.

Salir a la calle a medir las tensiones de lo que piensa el elector es toparse con un mundo riesgoso. También se puede mentir cuando se responde una encuesta. La verdad se verá en los domingos del conteo de votos en un país donde empieza a tejerse el ánimo del sálvese quien pueda.

El “¿cuál es la mía?” es una pregunta obscena que no solo tiene en su boca el que elije sino el que es elegido. Con los codos arriba buscando un lugar arriba del escenario, esa pelea es lo más visible desde cualquier platea.