Santa Fe, que supo ser pionera en materia de derechos civiles y sociales, es de las últimas en tener ley de paridad de géneros. Lo positivo es que ahora la tiene y que los resultados de una mayor participación femenina en el ejercicio de los tres poderes del Estado y consejos profesionales se verán pronto.

La ley de paridad es el triunfo de la transversalidad política, la articulación social y la militancia. Es un triunfo de la Mesa de Paridad, el colectivo de mujeres, los gobiernos que decidieron empujarla y las diputadas y diputados que durante años insistieron. De izquierda y derecha; radicales, socialistas y peronistas; verdes y celestes.

Después hay circunstancias que inclinan la balanza. En este caso la llegada de Alejandra Rodenas a la vicegobernación, por ende a la presidencia de la Cámara alta, que por años bloqueó la ley. Rodenas trabajó paso a paso, sin tensionar. Supo influir sobre esos hombres atados a históricos conceptos de poder, política y sociedad y hacerles ver que la paridad está en la sociedad, que de una u otra forma está pasando en sus propios departamentos, donde las mujeres asumen su agenda de intereses, se reúnen, generan, interpelan, reaccionan, defienden.

Algunos senadores se dieron cuenta más rápido que otros de que cada vez estaban más aislados y expuestos en esto de ser los últimos en resistir el cambio. Y no siempre los más jóvenes fueron los más abiertos.

Para quienes quieran ver el vaso lleno es una valoración positiva: la ley no salió porque hay otro Senado, sino porque la aprobaron los mismos que antes la frenaban. Evidentemente hubo una apertura de cabeza, un ejercicio de escucha que antes no hacían. Ahora se preparan para debatir –desarropándose de prejuicios y miedos infundados– con la Cámara de Diputados la producción de cannabis medicinal y la Educación Sexual Integral.

De todos modos cabe aclarar que la esencia de la resistencia en el Senado no era misógina en sí misma, sino de poder. La ley de paridad es poder, por eso fue tan resistida y por eso algunos cambios quedaron en el camino. Es de las mejores leyes: las que democratizan el poder y condicionan la discrecionalidad de su ejercicio.

Gobernabilidad

No fue sólo ley de paridad. También se destrabó después de 4 años la ley de ART, se sancionó un paquete de ayudas económicas por la pandemia al sector hotelero, turístico y gastronómico (que a pesar de que el Ejecutivo lo resistió no lo vetará como hizo con los docentes reemplazantes) y salió como por un tubo el incentivo a través de exenciones impositivas de biocombustibles.

Esta última ley, iniciativa de diputados y senadores, de la que Santa Fe es pionera y pronto se sumarán Córdoba (ya la anunció el gobernador Schiaretti) y otras, es un dardo al corazón de la industria petrolera y apuntala a los fabricantes de biodiésel en el marco de la guerra que se avecina por la renovación de la ley nacional de Biocombustibles.

El gobierno de Omar Perotti empieza a asumir la realidad: el eje de gobernabilidad de la provincia no es de su simpatía, pero es el que mandaron las urnas. Y tiene tres patas: Ejecutivo, mayoría (no perottista) en el Senado y Frente Progresista en Diputados. Diálogo y consenso o nada.

En este espacio se adelantó el asado que selló el acuerdo entre Perotti y los senadores del PJ: el proyecto de presupuesto 2021 ingresará esta semana con las obras públicas que interesan a los senadores para sus departamentos; se aceleran inversiones demoradas; el 50% del Fondo de Obras Menores podrá usarse para gastos corrientes (esta semana el Ministerio de Economía comenzará a girar fondos a las localidades) y comienzan a liberarse recursos del Fondo Covid que el Ejecutivo tenía pisados, probablemente a la espera de esta negociación. El Presupuesto 2021 en el Senado saldrá por un tubo. En Diputados lo espera otra negociación. Punto 1: garantizar recursos y obras para los municipios gobernados por el Frente Progresista.

Conectividad entre desconectados

Los senadores del PJ también trabajan para sacar la ambiciosa ley de conectividad, aunque no habrá 2x1 como pidió el gobernador. Por lo pronto el jueves obtuvo media sanción (con abstención de la UCR) el cambio de objeto social de la empresa que administrará los 4 mil kilómetros de fibra óptica, pero el endeudamiento para hacerlo quedó para esta semana, por separado.

La razón no es burocrática. Se trata de 100 millones de dólares al 7% anual a pagar en 6 años y con 2 de gracia. Muchísimo dinero para una gran obra. Por eso antes de levantar la mano, los senadores –que ya no son los escribanos del Ejecutivo como en los tiempos de Carlos Reutemann–, pidieron que les preparasen un listado de cuántos de esos dólares irán a cada departamento para informarlo en sus pueblos y ciudades. Política en estado puro.

Por otra parte, la aprobación de ley de ART fue posible porque logró articular las miradas desde los tres vértices de la gobernabilidad y la dedicación del ministro de Trabajo Roberto Sukerman.

La aprobación fue posible en esta Legislatura, entre otros motivos, al tomar Miguel Lifschitz el liderazgo de la Cámara de Diputados en reemplazo de Antonio Bonfatti, quien no estaba de acuerdo. Igual, con excepción de los bloques de izquierda en clara oposición, en todos hubo abstenciones o directamente voto en contra. En el caso del socialismo estuvo ausente Claudia Balagué y votaron en contra Mónica Peralta (GEN) y los radicales Fabián Palo Oliver y Sergio Basile. Entre los bloques celestes se abstuvo Nicolás Mayoraz. En el caso del peronismo, la ley de ART volvió a exponer los cortocircuitos entre el gobernador y el resto de la coalición gobernante.

Un ejemplo de ese malestar. En las últimas dos semanas los diputados del propio oficialismo se pronunciaron en dos oportunidades en oposición a los intereses del Ejecutivo: votaron en contra del veto a los reemplazantes escolares y con la ley de ART cuatro de los seis votaron en contra. Los dos restantes, el presidente del partido Ricardo Olivera y el jefe de la bancada Leandro Busatto, se abstuvieron. Inédito.