Pocos días antes de que encontraran asesinada y enterrada a Nora Escobar en el fondo de una casa de Granadero Baigorria su hija había empezado a buscarla con insistencia y preocupación. Algunos indicios y antecedentes la hacían sospechar de su marido, Gregorio Brítez, ahora buscado por la Fiscalía como presunto autor del femicidio. Entre las cuestiones que la hicieron relacionar al hombre con la desaparición de su madre estaban varios antecedentes de violencia de género que sufrió su madre, que llegó a sufrir la fractura de la nariz y una mano en una de las golpizas

Karen Gigena, preocupada porque no aparecía Nora Escobar, se presentó en la comisaría 24 y relató que no tenía contacto con su madre desde hacía aproximadamente un año. Sin embargo, agregó que un aviso de los empleadores de ella -que era empleada doméstica- la puso en alerta: la mujer no iba a trabajar desdde el 21 de abril.

La hija de Nora, con ese dato en su cabeza, fue a preguntarle al entrenador de su mamá si tenía alguna información, ya que solía correr maratones y estaba anotada para la Puerto Norte Rosario del domingo 24, es decir, tres días después de la última vez que fue a trabajar. 

“El viernes 22 de abril le mandó un mensaje a su entrenador a las 10 am. Que si tenía todo preparado para el domingo ansiosa porque llegue ese día. Al otro día cuando le mandaban mensajes ya no le llegaban”, escribió Karen en su cuenta de Instagram el jueves de la semana pasada, en un posteo en el que detallaba lo que estaba ocurriendo y pedía ayudaba.

Estas inconsistencias la llevaron hasta la casa de Brítez. Era su marido y con quien convivía en Granadero Baigorria, por eso esperaba encontrar respuestas allí. Pero el hombre le manifestó que Nora se había ido hacía tres meses, que se habían separado porque le encontró “mensajes con otro hombre” y que se había llevado todas sus cosas, según consignó la hija de la víctima en una denuncia policial. 

En el mismo escrito, dejó asentado otro dato revelador: temía que Brítez le hubiera hecho algo a su mamá porque anteriormente la había golpeado y provocado quebraduras en la mano y la nariz, agresiones que fueron denunciadas oportunamente. Añadió que, pese a eso, habían vuelto a relacionarse. 

A Karen todo le sonaba demasiado sospechoso, pero hubo un dato que le llamó mucho más la atención: Gregorio Brítez dijo que Nora le había dejado a su perra, cuando su mamá era muy apegada a la mascota. Nada de eso le cerraba. También le resultó extraño que no haya ido a cobrar el sueldo, algo que hacía el día cinco de cada mes, otro de los datos que pudo averiguar. 

La visita policial al marido


A raíz de la denuncia de Karen, el viernes 6 de mayo la Policía se presentó en la casa de calle Liniers al 1700 para entrevistar a Gregorio Brítez sobre el paradero de Nora Escobar y buscarla, pero no la encontraron

El ahora principal sospechoso del femicidio mantuvo la versión que le había contado a la hija acerca de la separación y la mudanza, con algunas variaciones. Dijo que se habían separado en octubre del año pasado -no hacía tres meses- y que habían tenido varias idas y vueltas, de acuerdo al acta de entrevista de la Agencia de Investigación Criminal. 

También le preguntaron sobre la carpeta de concreto que tiene la casa en el patio trasero y respondió que se trataba de “un contrapiso” que hizo “sobre otro viejo” dos meses atrás. 

Este martes por la noche la Policía encontró enterrado el cuerpo de Nora debajo de la carpeta de concreto. Pasaron tres semanas desde que fue por última vez a trabajar. Su hija la empezó a buscar ante el aviso de sus empleadores y así inició un camino en el que se topó con varios datos extraños que fueron alimentando la sospecha hacia su marido. El final fue el más temido.

Tras conocer la triste noticia, este miércoles Karen se expresó en redes sociales con dolor y bronca por el crimen de su madre. "Siniestro y psicópata. Bronca, mucha bronca. No puedo ver a mi mamá ahora por todo el tiempo que la tuviste enterrada en tu casa. Saber que estuve hablando con vos y la tenías ahí. La vas a pagar", escribió.