Operativos de saturación que no logran disuadir ataques premeditados: el nudo gordiano de la política de seguridad pública en Rosario. El problema quedó al descubierto esta semana, en especial en la amplia zona noroeste, donde las balaceras estuvieron a la orden del día aun con el desembarco de un contingente extra de efectivos federales que envió Nación.

Horas después del asesinato de Juana Vega, la mujer atacada en su casa de pasaje Campichuelo (extensión de Ghandi) y Larrea, ya de madrugada, pistoleros en auto dispararon contra una vivienda de Ghandi al 6100, casi esquina Barra. En la escena dejaron una nota que promete más violencia. “M. la mafia no perdona”, fue el mensaje.

El atentado se perpetró a unas ocho cuadras del asesinato de la mujer de 69 años. Esta vez por personas en moto que actuaron al atardecer. Desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA), señalaron que primer fuerza en acudir a la escena del crimen fueron efectivos federales que estaban haciendo un “control vehicular” a unas diez cuadras, en French y Solís.

Los tapones de la violencia ya habían saltado en barrio Ludueña el miércoles por la noche, cuando dos jóvenes de 16 y 19 años fueron heridos de bala en brazos y piernas mientras estaban frente a una vivienda de Arévalo al 6000.

El martes por la tarde, en tanto, los tiros arrecieron en Campbell al 1000 bis, frente a la plazoleta Ariel “Chuky” Ávila, donde desde una moto balearon en el pecho a un joven de 25 años que, según los médicos, no corría riesgo de vida.

La saga sin fin tuvo otra réplica el sábado pasado en horas de la tarde. En Garzón al 1200 bis, esquina Juan B. Justo, atentaron a tiros contra la vida de un joven de 25 años que sufrió un balazo en un hombro. La mecánica del ataque, según testimonios, fue obvia: los maleantes aprovecharon el momento en el que la víctima estaba cortando el pasto en la vereda de su casa, cuando el personal de Gendarmería Nacional se había desplazado de la zona.

Mientras que el jueves de la semana pasada, a plena luz del día, atentaron contra la vida de un hombre en Campbell al 1200 bis. Eduardo, la víctima, recibió al menos cuatro balazos por parte de un sicario en moto y se encuentra internado en el Hospital Eva Perón.

Este hombre, según fuentes policiales, fue baleado sólo por portación de apellido, ya que guarda un parentesco con Alex “Araña” Ibáñez, un recluso sospechado de ordenar el ataque al búnker del apodado Salteño, el ataque que el 5 de marzo se cobró la vida del niño Máximo Gérez en Cabal al 1300 bis.

En el medio, la violencia se coló en ámbito educativo. La escuela primaria “José Ortolani” Nº 1.319 ubicada en Génova y Cullen no tuvo dictado de clases en la mañana del jueves después de que se encontrara una nota con contenido intimidatorio y con una munición pegada al papel. El papel hacía referencia a personajes privados de la libertad vinculados con bandas que se disputan el territorio en la zona ya no con pistolas y vehículos robados, sino con teléfonos celulares, desde su celda.