“Pusieron la cajita, pusieron la cajita”, grita Luisa mientras señala la tapa negra que oculta la llave de paso de agua que acaban de instalar en la entrada de su casa. Luisa ríe y llora de emoción y su alegría contagia a los obreros, que de todos modos no dejan de trabajar: hay muchas más casas para conectar de manera formal a la red de Aguas Santafesinas.

Luisa vive en el borde de una ciudad que apenas unos pasos más allá se convierte en campo, pampa húmeda: el último rincón de la periferia rosarina. Es la calle 1335 de Nuevo Alberdi, un camino de tierra que luego se transforma en un pasillo del que salen otros pasillos. Un trazado irregular que se extiende y suma casas, algunas más precarias otras menos, a la par del crecimiento vegetativo lógico de las familias que se instalaron en la zona hace décadas o que siguen llegando porque es justamente una de las pocas áreas donde aún hay espacio.

Las nuevas conexiones de agua en Nuevo Alberdi. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

Por eso conviven personas mayores, como Luisa, y matrimonios jóvenes con hijos que resuelven allí, como pueden, un problema central, determinante y que se multiplica por miles en la ciudad de Rosario: el hábitat, la vivienda.

“Esto es un sueño, es un sueño que tenía desde hace muchos años”, celebra Luisa, mientras señala la tapa negra de material plástico por la que pasa su flamante conexión de agua potable. Una verdadera cajita feliz.

La deuda, el pago


Visualmente, la cajita, las cerca de cien que ya se colocaron en la calle 1335 y en los pasillos que surgen de ella, contrastan con el entorno. Esos rectángulos negros perfectos, tan comunes en las veredas del centro, parecen un toque de prolija modernidad en medio de la tierra seca, la calle poceada en la que no se ven autos. Un signo de civilización en una zona históricamente olvidada, fronteriza, que después de décadas ve llegar un servicio absolutamente básico como el agua.  

Son deudas que el Estado y la política acumulan desde hace tiempo. Que marcan su ausencia en esos territorios donde, a la par de su retiro, se asentó la cultura de violencia y delito que hoy son la dolorosa marca que gobierna en los barrios de Rosario. Nuevo Alberdi, donde la crisis social también tuvo su correlato en el avance de la violencia, es uno de los lugares desde donde se busca recuperar terreno. 

Un barrio históricamente postergado. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

La llegada de las conexiones regulares de agua potable, que en una primera etapa beneficiarán a unas 1.600 familias de la “zona urbana” y en una segunda a 330 de la “zona rural”, es parte de un ambicioso proyecto de urbanización que promete cambiar la fisonomía del lugar y aportar herramientas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Intervienen Nación, provincia, Municipalidad –una especie de brazo ejecutor de las iniciativas– y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), que con su espacio de universidad popular ya comenzó a trabajar en una carrera de emergentología. 

El plan fue inicialmente craneado por el partido Ciudad Futura y tiene el seguimiento, el control, de su militancia territorial. La agrupación, que es hoy la que más concejales tiene en Rosario, nació justamente como un movimiento social –Giros– focalizado en este barrio, donde maneja un tambo y una escuela, llamada Ética, que cumple un rol social y educativo fundamental. 

Para arrancar se hizo un censo que llevó a que la mayoría de las familias del barrio regularizaran su situación mediante la obtención de los certificados de vivienda. Los proyectos se definieron a partir de la opinión de los propios vecinos.

La "patrulla" que controla la marcha de las obras. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

La llegada del agua potable a los hogares de Nuevo Alberdi es el primer hito de ese programa. Incluye también, entre otras cosas, la reconversión de espacios públicos que estaban abandonados en plazas –en una habrá una cancha de fútbol sintético más un lugar para ferias y en otra árboles frutales y plantas aromáticas, la “plaza comestible”–, y la reconstrucción de calles. Además, la provincia construirá algo que increíblemente no hay en el barrio: una escuela primaria (el proyecto está en etapa de licitación). Ya instaló –en el marco del plan "Santa Fe más conectada"– wifi gratis, que funciona en etapa de prueba y tiene como objetivo declarado dotar de internet de calidad a todas las instituciones educativas. 

Gran parte de los actores políticos y sociales involucrados en el plan de urbanización estuvieron esta semana en Nuevo Alberdi, donde acompañaron una recorrida de la titular de la Secretaría de Integración Socio Urbana (Sisu) de la Nación, Fernanda Miño. Ese organismo financia partes fundamentales del programa.

Schmuck, Monteverde, Tepp, Fernanda Miño y Javkin, en la casa de Yesi.

Historias mínimas

 

Guiados por los concejales Caren Tepp y Juan Monteverde, más los militantes de Ciudad Futura, Miño, el intendente Pablo Javkin, la presidenta del Palacio Vasallo María Eugenia Schmuck, más otros ediles y colaboradores, recorrieron la semana pasada esas calles y pasillos de tierra, donde en tiempos en los que la política suele cosechar repudios se encontraron con algo que les debe haber resultado un bálsamo: sonrisas y agradecimientos.

Allí estaba Luisa, con toda su emoción. También Piru, una vecina que desde hace décadas vive en la zona y que también se manifestó feliz por el agua, pero fue por más. “Ahora quiero pavimento”, le dijo a Javkin, que prometió ver cómo resolver el tema y a los metros analizó con un colaborador alternativas para dar respuesta a ese reclamo. 

Una vecina limpia la tapa de la caja por donde pasa la conexión de agua a su vivienda. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

Las máquinas de la empresa contratista que realiza las obras de conexión a la red potable estaban sobre uno de los pasillos que salen de la calle 1335. Allí, en la puerta de su casa, sonreían Lucio y Sofía, un matrimonio joven. Decían que tener agua con presión les va a cambiar la vida. Lucio ya levantó con sus manos la base donde, cuando pueda, instalará un tanque.

Miño visitó además a dos mujeres beneficiarias del programa Mi Pieza, un subsidio nacional que se debe destinar a la compra de materiales para la refacción o ampliación de viviendas ubicadas en barrios populares. 

Yesi, una de ellas, mostró orgullosa su baño, que ahora cuenta con cerámicos y una ducha nueva. La reforma sigue con la construcción de una habitación, condición que le exigen para poder cumplir el mayor sueño que tiene con su marido Brian: adoptar. La sonrisa de Yesi al contarlo fue, sin dudas, contagiosa.

Yesi en la puerta de su vivienda en pleno Nuevo Alberdi. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

En otro pasillo, en un terreno donde ya había dos casas, Diego y su pareja, Claudia, levantan la de su familia con ladrillos huecos. El muchacho tiene un yeso en su pierna izquierda. 

—¿Qué te pasó, te lastimaste jugando al fútbol?—, preguntó alguien.

—No, me balearon—, fue la respuesta.

Parte de la vida cotidiana en los barrios de Rosario. El muchacho salió a hacer un mandado, pasaron dos personas que dispararon contra el negocio en el compraba y un proyectil impactó en su tobillo. Lleva dos de los siete meses de una recuperación que, entre otros perjuicios, le impide cumplir su trabajo en uno de los tantos hornos de ladrillos que hay en la zona. La historia no sorprende en una ciudad con récord de homicidios y donde hay más víctimas fatales por casos de personas que quedan en medio de balaceras que por asesinatos en situación de robo.

Diego, además, es primo de un joven que muy cerca de allí fue asesinado en septiembre pasado, luego de una discusión entre vecinos, por una mujer policía que le disparó en la cabeza. Otra vez: Nuevo Alberdi es parte de Rosario.

Diego se recupera de un impacto de bala en su tobillo. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

Acto compartido

 

La recorrida terminó enfrente a la escuela Ética, donde se realizó el acto de inauguración de su nueva casa, ubicada enfrente de la que ocupa actualmente y que continuará en funcionamiento. La compra del flamante anexo fue posible gracias a que la escritora Hebe Uhart conoció la experiencia de Ética y en 2018, poco antes de morir, donó la mitad de un premio de 60 mil dólares para tal fin.

Allí, de alguna manera, se escenificaron los acuerdos que permiten encarar el ambicioso plan de urbanización. La peronista Fernanda Miño sostuvo que cuando se convierten “sueños en proyectos concretos se transforma la vida de las personas”. El radical (de origen) Javkin resaltó la unidad de “todo un arco político de la ciudad para que este barrio sea lo que merece ser”. Y el líder de Ciudad Futura Juan Monteverde celebró: “Distintas fuerzas políticas que probablemente el año que viene nos enfrentemos en las urnas ahora estamos juntas en este proyecto”. 

Como para corroborar la última frase, entre el público se encontraban también María Eugenia Schmuck –a la que le expresamente desde el escenario le agradecieron sus gestiones desde el Concejo Municipal–, más Norma López (PJ) y Ariel Cozzoni (Unite).

El cierre del acto estuvo a cargo de Ayelén Acevedo, una vecina nacida en Nuevo Alberdi que en su momento abandonó la escuela pero justamente la terminó de grande –y ya con dos hijos– en la Ética, de la cual ahora es referente. Su historia ya fue contada por Rosario3 en una nota y un podcast del periodista Ricardo Robins.

Ayelén Acevedo terminó sus estudios en la escuela Ética de Nuevo Alberdi. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

Ayelén, que es parte además de la “patrulla” que controla la marcha de los trabajos del plan de urbanización y es una sobreviviente de las disputas narco que padeció en la propia puerta de su casa, explicó de manera simple la importancia que tiene Ética, el único establecimiento educativo que hay en el barrio y a varias cuadras a la redonda: “La escuela te salva de ir al búnker”. También hizo una reivindicación de la militancia, una actividad que por momentos –dijo– la desgasta pero también le da un sentido de vida.

Desde ese rol, enfatizó que su sueño es llevar ahora agua a todos los barrios populares: "Quiero que tengan los mismos servicios que cualquier otro barrio”.

Políticas de Estado

Rosario tiene relevados 112 barrios populares donde viven más de 40 mil familias. Según explicó Josefina del Río, subsecretaria de Hábitat municipal, en siete de ellos –Villa Banana, la Siberia, Tablada y Cordón Ayacucho, Cullen y Sorrento, Parque Casas y Ludueña– hay distintos programas de urbanización en marcha con participación de los tres niveles del Estado. La mejora de los servicios públicos, la apertura de calles, y el equipamiento y construcción de espacios comunitarios son componentes fundamentales de los proyectos en marcha. 

Antonio Salinas, titular de la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor y referente activo de la urbanización de Nuevo Alberdi, sumó que en el 98 por ciento de los barrios populares no hay conexiones formales de agua potable.

Operarios trabajando en la instalación del agua en el barrio de zona norte. (Foto: Alan Monzón/Rosario3)

El dirigente de Ciudad Futura propone una solución para llegar con el servicio a todos los barrios populares: dice que alcanza con destinar el 2,3 por ciento de la deuda por histórica por coparticipación –un total de 151.873 millones de pesos en bonos actualizables por la inflación, con vencimientos de acá hasta 2032–, que luego del fallo de la Corte y el acuerdo entre el gobierno de Omar Perotti y la Nación tiene para cobrar Santa Fe.

El sueño de Ayelén no es una utopía. Es algo que podría convertirse en realidad si, como en Nuevo Alberdi, hay ideas, voluntad y los acuerdos necesarios. Es decir, políticas de Estado al servicio de una mejor calidad de vida de la población.