El doctor Libman de este modo, planteaba su respuesta: “a medida que transcurrían las primeras semanas del distanciamiento y confinamiento solidario y obligatorio, hace ya casi un año, nos obligó a pensar y pensarnos; es decir a reflexionar con el objetivo de ponerle palabras a una situación disruptiva que nos generaba estupor, desconcierto, pánico. Se repetía en los encuentros privados y en los públicos y, hasta en las redes sociales, que la pandemia nos permitiría cambiar el modo en que interactuamos con los otros y con el medio ambiente. Que nos permitiría tomar conciencia de cómo interactuábamos como seres humanos y que nos ayudaría a tomar conciencia de cómo hacer para cuidar al Otro y a nuestro planeta. Es decir, pensar de un modo COMUNITARIO. Todos estos buenos deseos, podemos decir, no se han cumplido. Eran expresiones idealistas y hasta un tanto ingenuas, naïf, en algunos casos; y, en ocasiones, sólo frases, con el fin de sobrellevar la situación imperante.
Lo que vemos, en los distintos niveles en los que nos desempeñamos, desde el repudiable caso del vacunatorio Vip, hasta el comportamiento cotidiano de la sociedad en su conjunto, donde se notan relajación en observar las medidas preventivas y de cuidados colectivos, es este conflicto planteado en el interrogante que me trajeron: ¿cómo conciliar la libertad individual de cada ciudadano con su responsabilidad social? Ambos términos son complementarios y deben apuntar a un comportamiento responsable que contemple los cuidados hacía los Otros y hacia nosotros mismos. Lo que más nos toca ver es el uso del barbijo, por ejemplo, el que hasta con displicencia, veo que se lo usa cada vez menos. Con lo cual me hace pensar que, en realidad, hay una pérdida de conciencia de lo que significa esta pandemia y de su potencial riesgo.
Yo sugiero que tratemos de pensar algo obvio que, sin embargo, no está en nuestro pensamiento colectivo: “yo soy el Otro, y el Otro soy yo”.
Si objetivamente esta pandemia ha logrado modificar algo de nuestras conductas colectivas, si, como se llegó a decir, nos ha sacudido para salir de una inercia muy destructiva; si hemos tomado conciencia de nuestro descuido y falta de cuidado del ambiente que nos rodea; es un buen punto de partida para retomar un pensamiento básico: “lo que nos pasa, nos atañe a TODOS”. En este punto no hay poder ni privilegios mediante los cuales “se salven” los que los detentan. Por lo cual, yo enfatizo en esta fórmula: “soy YO y el OTRO”. Es decir, la noción del SEMEJANTE: el yo es el otro y el otro es yo; o, si lo prefieren: “mi libertad la debo ejercer RESPONSABLEMENTE”.
Hoy podemos ver hasta qué nivel se ha deteriorado la condición humana, lamentablemente. Lo que noto y apunto es que vivimos un puro presente y éste se manifiesta como el deseo voraz de apoderarnos para gratificarnos y beneficiarnos, haciendo prevalecer el pensamiento mágico: en el caso de vacuna, el estar vacunado en una sociedad donde hay personas que no lo están, favorecerá la circulación del agente que causa la enfermedad. Pregunto, ¿de qué me sirvió aquella voracidad individual, aquel deseo de beneficiarme y sacar ventajas? ¿A dónde nos lleva ese comportamiento?
A modo de síntesis quisiera poner el énfasis en la mención que hice de Martin Buber* y su planteo existencial: yo-tú; yo soy el Otro, el Otro soy yo, la noción de semejante que debemos ejercerla y no sólo declamarla.
* “Yo y Tú” (Ich und Du), escrito en 1923, es la obra más emblemática del filósofo judío Martin Buber, por haber dado el giro del pensamiento monológico al dialógico, el cual se expresa así: “cada uno es quien es en su relación con el otro”.
**Jorge Libman, psicólogo, especialista en psicología psicodinámica, matrícula 2231 Consultorio Particular: Alvear 1478, 3er Piso Rosario



