“La pandemia en sí misma es un hecho abrumador y sorpresivo que se ha tornado un “trauma social” y todavía estamos tratando de asimilarlo, sobrellevarlo y adaptarnos”, sostuvo Jorge Libman, psicólogo, ante la requisitoria de rosario3.com, al tiempo que invita a reflexionar, sugiriendo que deberíamos “mirar en retrospectiva sobre nuestra existencia y no caer en un estado de inercia que nos desconecte de nuestro propio ser.

A más de un año de padecer la pandemia, en términos generales se podrían describir dos estados que se contraponen. Por un lado, una combinación de cansancio/saturación/agobio y, por otro lado, la necesidad de seguir cuidándonos, mientras ponemos cifradas esperanzas en las vacunas para que todos estemos más protegidos”.

Esa sensación ¿se repite cada mañana?

Es posible que cada día no nos sintamos de la misma manera. Lo que dependerá de la relación entre nuestra vida personal, el entorno cercano y el contexto general que está marcado por la dinámica de los contagios.

Pero, si recurrimos a la riqueza de nuestro lenguaje, podremos describir nuestras sensaciones, sentimientos y emociones: cansancio, agotamiento, saturación, angustia, desesperanza, bronca, dolor, hastío, aburrimiento, aplastamiento y sofocación, por el encierro, apatía, sopor, languidez, vida insípida y “anósmica”; esta última palabra se ha incorporado a nuestro decir cotidiano, ya que dos de los síntomas que primero aparecen en los infectados por covid, son la falta de gusto y de olfato, es decir, la falta de sensorialidad que le saca sabor y aroma a la vida.

Por supuesto que también están la ansiedad y la angustia que provoca la incertidumbre acerca de la finalización de la pandemia. A la vez la manifestación de la tristeza ante las pérdidas de todo tipo, empezando por las de los seres queridos que fueron víctimas de éste virus que aleatoriamente se torna implacable.

¿Todos vamos a tener problemas de salud mental?

En estos días muchos profesionales de la salud y de la comunicación han alertado sobre ello. Pido que sean más cuidadosos con sus palabras. Mucha gente puede malinterpretar y creer que además de “enloquecer” con la incertidumbre de la pandemia, podemos tener locura mental en un sentido estricto y eso genera más ansiedad, más desasosiego y se torna un círculo vicioso.

No hace falta decir que todos tendremos problemas de salud mental. Basta con decir que la pandemia nos afecta a todos, excepto a los que son incapaces de sentir afectos.

Qué duda cabe que debemos ocuparnos de brindar todos los recursos posibles para atender a toda la población que tenga síntomas psicológicos.

Pensemos en aquellas familias que se enfrentan ante la imposibilidad de tramitar un duelo normal de un integrante de la misma fallecido por Covid; ya que, quienes transitan estos duelos traumáticos ni siquiera pueden darles el último adiós a sus familiares

Así mismo, debemos prestar atención en las personas que viven solas, que tienen un entorno familiar reducido, y, en aquellas que carecen de redes vinculares. Ahí sí tenemos una población muy vulnerable a tener síntomas psicológicos

Focalicemos nuestra atención en los adultos mayores, muchos de los cuales se encuentran solos; otros que viven acompañados y están bien de salud, sufren por la interrupción de la vida social y afectiva. Fijemos nuestra mirada en abuelas y abuelos que están privados de besar y abrazar a sus nietos.

¿Cómo seguir afrontando la pandemia de la mejor manera posible?

El lenguaje, nuevamente nos acerca las palabras; escojo un puñado de ellas y que comienzan con la letra A: Adaptación, alternativa, ayuda, asistencia, atención, aprendizaje, acompañamiento, amparo, abrazos, afecto.

Inevitablemente debemos Adaptarnos a cualquier crisis o cambio repentino en nuestras vidas, pero sin perder la mirada crítica de lo que hacemos, un ejemplo: lo que nos pasa cuando naturalizamos la virtualidad, como única alternativa.

Buscar y aceptar Alternativas. El caso paradigmático es justamente capitalizar lo que facilita la tecnología para continuar con el funcionamiento de la sociedad en casi su totalidad. Pero la alternativa no es sustitución. Esto lo compruebo en el consultorio. Sigue habiendo necesidad de lo presencial que es insustituible. Ya lo vemos en el tema educativo.

La Ayuda, la Asistencia, la Atención, el Acompañamiento y el Amparo las podemos combinar en la actitud y disposición de tenderle una mano al otro que sufre y necesita.

Por su parte, el Aprendizaje es lo que nos enriquece como seres humanos. Estar abiertos a las enseñanzas que nos dejan nuestras experiencias vitales y que nos permiten desarrollarnos intelectual y subjetivamente. Es una buena oportunidad para estudiar e incorporar conocimientos de tantas inquietudes que tenemos pendientes, hobbies que no imaginamos empezar, etc.

Y, por supuesto, el Amor, que contiene y nutre a las palabras antes mencionadas, ya que, si hay verdadero amor por cuidar al semejante y a nosotros mismos, el fin de la pandemia estará más cerca de lo que imaginamos.

*Jorge Libman, psicólogo, especialista en psicología psicodinámica, matrícula 2231 Consultorio, Alvear 1478, 3er Piso Rosario