El parkinson es un desorden neurológico producido por la degeneración de neuronas de un sitio específico en el cerebro llamado sustancia nigra. El daño en las células nerviosas del cerebro ocasiona una caída en los niveles de dopamina, siendo ese el causal del comienzo de los síntomas.

Si bien esta enfermedad afecta principalmente a personas en etapa de vida adulta, dado que por lo general aparece en mayores de 60 años, provocándoles cambios notorios en la motricidad y manera de caminar, esa no es la única manera en la cual se manifiesta. El parkinson puede comenzar a presentarse antes de los 50 años, lo cual constituye el 10% de los casos, y la mayoría de las veces inicia entre los 50 y los 69 años, representando el 51% de los casos. Por lo cual, en tan sólo un poco menos del 40% de los casos la enfermedad comienza en personas mayores de 70 años.

Es necesario aclarar que la afectación de la movilidad es heterogénea y que no siempre hay presencia de temblores, los cuales suelen ser asociados frecuentemente como único modo a través del cual se manifiesta el parkinson. En ocasiones, el síntoma más molesto es el entumecimiento muscular, el cual suele darse particularmente por la mañana en los dedos de un pie o al realizar ejercicio. Esto se ve con frecuencia en los pacientes más jóvenes, menores de 55 años. En otros casos, los pacientes notan un cambio en su caligrafía, con letra muy pequeña hacia el final de un renglón o que se vuelve dificultosa de leer.

El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson carece de un estudio complementario que sea confirmatorio. Esto significa que con el examen y la evaluación que realizamos los médicos cuando concurren al consultorio, la mayor parte de las veces es suficiente para llegar al diagnóstico. El nivel de certeza es variable, principalmente durante los primeros 5 años desde que se manifestaron los síntomas. Sin embargo, profesionales entrenados en neurología de los movimientos anormales, pueden lograr dicho diagnóstico con alto nivel de certeza.

La evolución del parkinson puede darse de diferentes maneras. Una forma que utilizamos los médicos para establecer comparaciones es el tiempo en que un paciente comienza a requerir asistencia para el equilibrio y para caminar. El tiempo en que se alcanza este hito desde que ha iniciado la enfermedad puede ser muy variable según cada paciente. Esta cuestión ha llevado justamente a investigadores en Canadá y Reino Unido a describir tres variantes de progresión del parkinson. En la variante de progresión más lenta, el hito se alcanza luego de 15 a 17 años, mientras que en quienes tienen una variante de progresión más rápida puede llevarles sólo 3 años requerir asistencia para caminar.

Existen numerosas alternativas de tratamiento de la enfermedad de Parkinson que abarcan desde variedad de medicamentos hasta terapias avanzadas con cirugía cerebral y otros métodos invasivos. El ejercicio físico también es de gran importancia, tanto para tratar los síntomas del parkinson como también para proteger la salud del cerebro y mejorar la calidad de vida. Realizar actividad física no sólo provoca un aumento significativo de antioxidantes, de dopamina y sus transportadores, sino también una mejora de la plasticidad y protección del cerebro. Cuando hablamos de ejercicio físico nos referimos a diferentes tipos de actividades, tales como la elongación y el estiramiento, el entrenamiento de la postura y el equilibrio, el ejercicio aeróbico, ciertas artes marciales como el Tai-chi, y la danza.

El parkinson es una enfermedad con factores de herencia que sólo podemos conocer en el 10% de los casos y con una evolución por lo general lenta en el transcurso de décadas. La imagen de adulto mayor con postura encorvada y tembloroso, con la cual se la suele asociar, debe ser actualizada dado que el Parkinson puede afectar a personas más jóvenes, en plena actividad laboral y de desarrollo, y que no siempre se manifiesta a través de temblores e incapacidad severa.