Al final del debate presidencial, cuando las cámaras ya se habían apagado y estaban fuera de aire, seguían los aplausos y el aliento para cada uno de los candidatos. Sin embargo, el grito que tronó más fuerte fue el de “Sergio presidente” o “Massa presidente”, dentro del auditorio y con los participantes aún arriba del escenario. La imagen del hoy ministro yéndose con el puño levantado y agitándolo cuando desaparecía casi de la vista del público, lo reforzó. Mientras tanto, Javier Milei no dejó de sonreír mirando al sector donde estaban sus referentes del que encontró respuestas efusivas que se fueron mezclando con los análisis y cierto dejo de preocupación.

Sin embargo, ese epílogo pudo haber sido la sensación que quedó puertas adentro del salón de actos en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, que fue sede del cruce entre los aspirantes de Unión por la Patria (UxP) y La Libertad Avanza (LLA). Ahora habrá que esperar el dictamen del ciudadano a la hora de evaluar el debate y fundamentalmente dentro de una semana en las urnas.

Todo fue muy distinto al comienzo, cuando Milei entró casi como se había ido del anterior debate, el pasado 8 de octubre, en el mismo lugar y de cara a la elección general: eufórico, con los puños hacia arriba y saludado por el grupo de dirigentes que lo acompañó. El aplauso que despertó el ingreso de su candidata a vice, Victoria Villaruel, antes que empezara el programa, fue otro síntoma.

Las primeras reacciones del público, pese a que estaba prohibido hablar o aplaudir durante el debate, fueron risas tras los latiguillos y frases con las que Milei respondió las preguntas que le formulaba Massa durante los primeros ejes.

Hasta en algún momento pareció un verdadero pase de comedia donde se mezclaban gags y acusaciones muy duras entre los candidatos que despertaron un breve murmullo entre ambos sectores en los que se dividió el público que ingresó al salón principal de la Facultad. 
Después del primer bloque -tras los ejes de Economía, Relaciones de Argentina con el mundo, y Educación y Salud- en el torno de Massa respiraron aliviados. El comentario fue: “pasó el momento más complicado”. Los que acompañaron al candidato se levantaron de sus asientos y estiraron las piernas.

En ese sector estaban, entre otros, los ministros Wado de Pedro, Diego Giuliano, Gabriel Katopodis, Victoria Tolosa Paz, Jorge Taiana y Jaime Perczyck; el candidato a vice Agustín Rossi, los sindicalistas Carlos Acuña y Julio Piumato; e invitados como Martín Balza, Carlos Maslatón, Ricardo Alfonsín y los rosarinos Mónica Fein y Esteban Paulón. Cerca se sentaron los gobernadores Axel Kicillof, Omar Perotti, Gustavo Bordet y Alicia Kirchner; además de legisladores y funcionarios. En el primer piso observaba atenta la esposa del candidato, Malena Galmarini.

El segundo bloque, aunque no menos intenso, marcó una tendencia que se venía dando: Massa siguió interpelando a su rival, marcó los temas de discusión en los diferentes ítems propuestos, y Milei que se fue refugiando en su estrategia de no cometer errores y mete.  cuando pudo algún estiletazo. 

LLA llevó a su núcleo duro de referentes y figuras, aunque a ninguno de los del PRO tras el acuerdo pos 22 de octubre. Desde el nivel más alto observaron Villaruel y Karina Milei quienes lideraron el apoyo al candidato en los momentos de los cortes. Sobresalieron las caras de Marcela Pagano, Ramiro Marra, Diana Mondino, Guillermo Francos y la rosarina Romina Diez, entre otros.

Las pausas del programa permitieron a los invitados devorar botellas de agua mineral y saborizadas acompañadas de snacks y alfajores. Un sonriente Kicillof dijo “vengo a pedir el choripán” al momento de llegar al mostrador, mientras accedía a una foto más, quien junto al empresario Maslatón (ex mileista y ahora invitado massista) fueron los más solicitados a la hora de las selfies de los cholulos que se mezclaron dentro del auditorio.

A la hora del mensaje de cierre, el hoy ministro de Economía volvió a salirse del atril como lo hizo en la apertura, algo que había pedido como condición pero que luego usó muy poco. Su contrincante, en tanto, permaneció detrás del apoyo donde tenía hojas y anotaba insistentemente.

El final fue a puro aplausos y gritos. En el torno de Massa se fueron exultantes y hablaron de “amplia victoria”. Eso sí, fue muy clara la estrategia del candidato de acorralar a su rival con preguntas e instalar los temas más polémicos. Poco se habló de las debilidades que tiene un aspirante a presidente que es la figura clave de un gobierno en retirada.

En la zona de Milei se fueron no tan eufóricos como llegaron. Entre comentarios, cruzaron opiniones sobre las fortalezas que el líder mostró a la hora del manejo del escenario y la contundencia oratoria. A la hora de las declaraciones públicas levantaron el ánimo.

No hubo foto final ni tampoco se estrecharon la mano entre los debatientes. Tampoco estaba previsto en el protocolo acordado con los organizadores. Las diferencias están a la vista. Ahora deciden los electores.