Este domingo por la noche, mientras se publica este artículo, los principales referentes de la industria molinera latinoamericana disfrutan del cocktail de bienvenida de cara a la Asamblea Latinoamericana de Industriales Molineros (ALIM) que arranca en Córdoba desde el lunes 30 y termina el miércoles primero de noviembre.

Y el evento encuentra a los industriales molineros argentinos con las internas a full, entre un “operativo clamor” en Buenos Aires provocado por el impacto en la institución de las intervenciones del Estado en el mercado y un cruce con la industria aceitera y los exportadores de granos por los asientos en la Cámara Arbitral de Rosario.

Operativo clamor

“Para nosotros es un orgullo recibirlos en nuestro país; no solo a empresarios, sino a autoridades nacionales, provinciales y locales, que nos acompañarán en esta nueva edición a reflexionar sobre una realidad que nos invita a repensar nuestra industria”, aseguró Diego Cifarelli, presidente de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) y organizador del evento latinoamericano.

“La realidad actual nos invita a rediseñar nuestra industria. Necesitamos entender nuestro presente e inspirarnos para crear juntos el futuro de la industria que queremos. Para el sector es la reunión más importante del año, de capacitación e intercambio”, agrega el dirigente. “Nuestra molinería es, por calidad y eficiencia, de clase mundial. Y el objetivo es seguir en la senda del agregado de valor y la exportación. Los ojos de la molinería internacional estarán puestos en el país y vamos a estar a la altura”, destacó Cifarelli.

Durante los tres días del evento, en el que pasarán unas 700 personas, disertarán especialistas del mercado, técnicos de reconocido prestigio, consultores extranjeros y también economistas y analistas políticos. Además, habrá un salón con 50 stands para exposición de empresas. El martes 31 se realizará el remate del primer lote de trigo cosecha 2023/2024, que marca el inicio formal de la comercialización del cereal.

Y lo que no pasa desapercibido es el eslogan elegido por la FAIM para el congreso:“El trigo nos une, alimentemos el futuro”. Y el mensaje de unidad no parece tener un destinatario a nivel Latinoamérica, sino que parece dedicado como mensaje a la propia industria argentina que atraviesa una dura interna.

Ocurre que Cifarelli presentó en julio pasado una carta de renuncia a la presidencia cansado de las duras internas entre sus asociados por las distintas posturas de las empresas ante las regulaciones estatales. En concreto, decía que se iba por las visiones encontradas por el bautizado Feta, el fondo de compensación creado por el gobierno nacional para subsidiar el valor de la harina que llega a las panaderías. 

Al final, solo accedió a ese subsidio un puñado de grandes empresas (con Cañuelas a la cabeza) y los más chicos, que no pudieron o no estuvieron en condiciones de ingresar, se quejaron de la competencia desleal que eso provocó.

Las diferencias entre los socios fueron escalando (incluso a nivel de carta documento) y fue ahí que Cifarelli dijo basta y anunció que al término de su mandato, en noviembre, dejaría el cargo para el que fue contratado. Según sostiene, su objetivo profesional es gestionar desde el sector hacia afuera, mientras que las internas lo obligaba a tener que todo el día concentrarse en contener la crisis. Y, dada su valorada experiencia como dirigente profesional, no son pocas las entidades empresarias que lo ficharían si se aleja de la FAIM

Fue así que en los últimos días, empezó una suerte de operativo clamor para que Cifarelli siga en la entidad. Incuso, hubo reuniones entre molineros para intentar convencerlo. Y, precisamente, el congreso latinoamericano que arranca mañana será una vidriera para ver si se generan las condiciones de consenso interno entre los industriales argentinos para dejar de discutir entre ellos, condición que puso Cifarelli para seguir. 

En cierto modo, un triunfo en la elección presidencia de Javier Milei o Patricia Bullrich (ahora descartado) hubiera ayudado a ordenar la interna entre molineros, ya que la oposición tiene previsto desarmar el esquema de regulación estatal sobre la industria molinera. Por el contrario, si es Sergio Massa quien termina sentado en el sillón de Rivadavia todo indica que seguirán las medidas de intervención que tanto daño terminan provocando en las instituciones empresarias porque aparecen quienes las apoyan y las usufructúan y los que las rechazan y no pueden capitalizar las ventajas y beneficios.

Interna en Rosario

La situación interna en la Cámara de Industriales Molineros de Rosario no está tampoco en calma. Pero en este caso el cortocircuito no es entre ellos, sino con los dirigentes de la industria aceitera por los asientos en la conducción de la Cámara Arbitral de Rosario.

Según el histórico esquema, la titularidad de la entidad rota entre compradores y vendedores. A fin de noviembre termina la gestión encabezada por Julio Roldán (exportador, AGD) y la presidencia, como corresponde, quedará en cabeza de un representante del sector vendedor. En este caso, el elegido con consenso pleno de todos los camaristas es Lucas Ficosecco, un joven y destacado operador comercial de la cooperativa AFA.

Pero el problema viene por el lado de la vicepresidencia, que le correspondería a los compradores. Fue ahí que la Cámara de la Industria Molinera inició un muy activo lobby para colocar en la vicepresidencia de la Cámara Arbitral a Gonzalo Almeyda, de Molinos Semino.

Personalmente, Almeyda -un muy destacado y valorado profesional del sector- tiene el consenso pleno de los camaristas por todo el trabajo que vino haciendo en la entidad, por ejemplo en tareas de formación.

Por el contrario, lo que sí hace ruido en el círculo cerealista es que el lobby por el tema lo encabeza un operador del sector (con las largas cartas, cuyo tenor no cayó bien en todos los que la recibieron) identificado con la gestión de Alberto Padrón (Vicentin) en la Bolsa y que todavía se mueve entre opositores a la nueva conducción.

Pero el principal problema es que la industria aceitera y la exportación de granos, reunidos en la poderosa Ciara-CEC, entienden que la vicepresidencia le corresponde a ellos como sector, y es por eso que históricos referentes del rubro no les parece correcto perderlo y se mueven por estos días para que en la asamblea de noviembre la vicepresidencia quede bajo su control.

El tema es que la avanzada de la Cámara Molinera por la vicepresidencia abrió un debate más profundo que un cargo: ¿No está sobrevalorado el lugar de la industria molinera en la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario? Resulta que la entidad tiene cuatro asientos, ¿pero los pocos negocios que mueve por la Bolsa en la actualidad lo justifican? ¿No está sobre-representada la molinería en la Cámara Arbitral de Cereales?

Camaristas consultados por Rosario3 aseguran que la industria molinera registra muy pocos contratos de compra venta en la Bolsa y que es prácticamente nulo el volumen que opera vía negocios en el recinto, si se lo compara con la exportación. También se destaca el escaso nivel de análisis de muestras que hace el sector molinero.

Además, destacan que hay que remontarse varios años atrás para encontrar un diferendo vinculado a la molinería en el que haya intervenido la Cámara como tribunal. Entonces: ¿por qué tiene tantos representantes como los acopiadores y los corredores, que sí son actores importantes del mercado, cuando los negocios que ella lleva son más bien escasos? ¿No debería reducirse su participación en la Cámara Arbitral, como años atrás se hizo con la industria semillera con los mismos argumentos? El debate está abierto.

Y no se trata, finalmente, de un tema menor. La Cámara Arbitral es la que diariamente fija los famosos Precios de Pizarra de los granos (soja, maíz, trigo, etc), que son los valores de referencia que le ponen -precisamente- precio a un sinnúmero de millonarias operaciones de compra venta (y hasta de canjes y arrendamientos) agropecuarias. Y por eso la participación equilibrada de la oferta y la demanda amerita extremar siempre todos los recaudos para que los precios fijados por los camaristas sean los correctos.

Por eso, que la representación en la Cámara esté desbalanceada en favor de la molinería, cuando los productores no dejan de quejarse porque la industria le paga por debajo de lo que aseguran les correspondería, no debe pasar desapercibido. Y el lobby por la vicepresidencia que hizo la Molinería le dio visibilidad a su sobrevalorada representación.