Bitcoin saltó de 27 mil dólares a 30 mil en 24 horas tras una caída sostenida que comenzó luego de alcanzar su máximo histórico con un pico de 68 mil dólares por BTC en noviembre de 2021. En menos de un año la criptomoneda que dio origen al mercado de monedas digitales descentralizadas cayó por debajo del 50 por ciento de su valor. El tembladeral está llevando a la bancarrota a inversores, ahorristas y un país latinoamericano: El Salvador.


Al ser la criptomoneda líder del mercado (el proyecto nació en 2008), sus fluctuaciones arrastran al resto de los proyectos que se montan en su blockchain, pero también para aquellos que usan su cotización como referencia. Esto generó una caída en cadena de casi todas las criptodivisass existentes. Ayer Ethereum (ETH) tuvo una caída de casi un 21 por ciento y al momento de escribir este artículo lleva recuperados un 9,88 por ciento. 

Pero el desplome, al que algunos analistas califican como el Lehman Brothers de las cripto,  es mucho peor para otras divisas digitales como: Cardano, Litecoin, Shiba, o Doge que cayeron entre un 85 y un 90% de su máximo histórico. En el caso de LUNA, la moneda de Terra, la pérdida es del 99% y sus creadores acaban de anunciar a través de Twitter que: "La cadena de bloques Terra se detuvo oficialmente en el bloque 7607789. Terra Validators ha detenido la red para idear un plan para reconstituirla". Y antes de despedirse alientan a sus seguidores con un "más actualizaciones por venir...".

Las caídas, según el medio especializado en tecnología Xataka, se da también entre "las grandes tecnológicas, cuyas acciones en bolsa también han perdido mucho terreno desde que hace unos meses alcanzaran máximos históricos" y pone como ejemplos: "Nvidia y Facebook ha caído un 50%, pero son de las que menos: Netflix y Shopify un 80%, y por supuesto Robinhood y Coinbase, muy ligadas a las criptos, han caído aún más, un 90% desde sus máximos históricos". De hecho, medios especializados especulan con que Coinbase podría ir a la bancarrota y dejar a sus clientes sin posibilidad de recuperar sus ahorros e inversiones.

Sin entrar en cuestiones demasiado técnicas, las monedas digitales están asociadas a proyectos blockchain de distinto tipo: algunas como ETH basan su fortaleza y justifican su cotización de mercado en la solidez de su estructura de contratos inteligentes. Están las Altcoin que son alternativas a monedas como Bitcoin, Litecoin y ETH y que poseen buena reputación entre los inversores aunque el nivel de riesgo sea mayor al de las tradicionales. Otras no se basan en ningún tipo de respaldo, como Dogecoin, que llegó a valer millones de dólares producto del impulso que le dio Elon Musk a través de Twitter; lo que despertó una fiebre de compra y venta entre especuladores. Algunas adquieren la calificación de Shitcoins debido a la debilidad de su estructura y hay criptos que son lisa y llanamente estafas.

En el espectro de los proyectos serios están las denominadas Stablecoin. Son criptomonedas diseñadas para minimizar la volatilidad del precio de las tradicionales, por lo que su valor se asocia a un activo "estable" que puede ser otra moneda digital de iguales características o dinero fiat: el dólar o el euro por ejemplo. Dentro de las estables hay un tipo que no se encuentra respaldada por dinero fiduciario o por otra cripto: son las que se gestionan con un algoritmo que controla el suministro de dinero en esa criptodivisa.

Un ejemplo similar (no igual) de este tipo de tecnología es la que se aplica en los mercados financieros tradicionales donde algoritmos reemplazan el trabajo de los traders en la compra y venta de acciones en base a la suba o la caída de sus cotizaciones.

Una de las razones por las que el mercado de criptos se vino a pique en estos días—y nadie sabe hasta donde puede llegar la profundidad del abismo—fue el desplome de UST: la estable del proyecto TerraUSD, más conocido en el mundo cripto por su token LUNA. Desde sus comienzos, Terra ha mantenido el precio de UST vinculado al dólar en una relación 1:1. El problema fue que de un día para el otro su precio bajó de us$1 a us$0,29.


Las razones de semejante caída no son unánimes entre los analistas: algunos afirman que se debe a la suba de la tasa de interés en Estados Unidos, la inflación global y las turbulencias en los mercados de valores. Lo cierto es que la volatilidad del mercado cripto hace que sea difícil llegar a un veredicto preciso o siquiera compartido por la mayoría.

UST no estaba respaldada por dólares contantes y sonantes, aunque en la teoría mantenía un vínculo de paridad con esa moneda fiat a través de su conexión vía LUNA, el token de la red Terra. A punto tal era la confianza en Terra que el pasado 5 de abril LUNA alcanzó su máximo histórico de 116 dólares. La caída de estos días de los mercados —bursátiles y de criptodivisas— provocó la venta masiva de esos tokens lo que hizo que perdiera el 99% de su valor de mercado. En estos momentos vale 0.000338 dólares.

El tembladeral actual no solo está afectando a inversores y ahorristas. El Salvador, primer país del mundo en aceptar las criptos como moneda de curso legal en su territorio (septiembre de 2021) atraviesa una situación delicada debido al desplome del 50% en menos de un año del BTC.

Otro artículo de Xataka, firmado por Javier Lacort del 12 de mayo, explicó la situación salvadoreña de la siguiente forma: "Nayib Bukele, presidente del país, decidió hacer un all-in a esta criptomoneda desarrollando su propia billetera electrónica, Chivo Wallet, y haciendo acopio de bitcoins para dar bonos a la ciudadanía, el equivalente a 30 dólares por persona en el momento de su entrega. La idea tras este movimiento, según el gobierno salvadoreño, era abrir oportunidades de negocio, reduciendo costes y atrayendo turistas. Sin embargo, la apuesta no está saliendo bien en este primer año. Y las cosas podrían ponerse peores en 2023".

Nayib Bukele

Otro artículo del sitio Rest of the World cuenta que 61 por ciento de los salvadoreños que descargaron la aplicación Chivo Wallet (dos millones y medio de personas apróximadamente) dejaron de usarla tras retirar los 30 dólares entregados por el gobierno como incentivo para su adopción. Los datos provienen de en un estudio que realizó el National Bureau of Economic Research en El Salvador.

Pese a la desconfianza de la población, el gobierno de Bukele mantuvo su estrategia cripto a través de los "bonos volcán", un título soberano basado en blockchain, con los que financiarse para comprar más criptomonedas. La búsqueda de inversores tuvo su versión territorial con el anunció de la 'Bitcoin City', una ciudad costera sin impuestos a la renta ni a las contrataciones con su propia central geotérmica para minar bitcoins sin grandes costes energéticos. El minado se ejecuta por intermedio de energía volcánica. El problema es que no logró ser rentable.

Estos problemas de confianza y sostenibilidad se dieron en el contexto de caída del Bitcoin antes mencionada, mientras el gobierno salvadoreño siguió comprando BTC a la baja por 500 millones de dólares extra, lo que produjo otro desplome: el de los bonos de su deuda soberana.

Los bonos cayeron entre un 30 y un 40 por ciento en el caso de los que vencen en 2032, lo que hizo que los mercados perciban estos títulos como de alto riesgo y un posible escenario de default. Solo Ucrania, país en guerra por la invasión rusa, ha sufrido una caída mayor en sus bonos de deuda.

Este escenario complica al país caribeño para pedir ayuda financiera a organismos internacionales como el FMI—directamente le pidió que retrotraiga su decisión de legalizar BTC—o el Banco Mundial que se negó a asistirlo en el despliegue institucional de Bitcoin en su economía doméstica.

En Argentina, donde la adopción cripto es importante, el golpe también se sintió entre los pequeños y medianos inversores que buscan alternativas al peso y a la escasez de dólares. LUNA, El token de TerraUSD, llegó a pagar hasta un 20 por ciento anual en dólares. No fueron pocos los argentinos que se subieron a semejante tasa de ganancia sin siquiera hacer una investigación mínima sobre el proyecto. Distinta pudo ser la suerte de aquellos que apostaron en corto y salieron a tiempo o bien de los profesionales que se tomaron el tiempo de al menos leer su Whitepaper.