Alberto Fernández se aprestaba a subirse al helicóptero rumbo a Quilmes cuando observó a más de veinte patrulleros apostados sobre la avenida Maipú. Se paró en seco, llamó a un colaborador y le pidió que saliera de Olivos e invitara a los oficiales y suboficiales que frente a la quinta presidencial exigían un aumento salarial y mejores condiciones profesionales. A los pocos minutos, su asesor regresó con una respuesta que sorprendió al jefe de Estado: “No quieren. Dicen que sólo vinieron a protestar y tienen miedo a las represalias".

La respuesta de los policías bonaerenses enojó a Alberto Fernández que pretendía un contacto directo para conocer las exigencias sindicales. El presidente ya sabía de las demandas de aumentos salariales, pero fue sorprendido por el volumen de las protestas que también se extendieron en el interior del país.

Luego, en su discurso durante la visita a la empresa Quilmes, el presidente dijo: “Esto no se resuelve escondidos en patrulleros tocando sirenas. El gobierno nacional no se va a hacer el distraído, va a afrontar el problema como lo hacemos siempre junto al gobernador, Axel Kicillof. Somos dos amigos en la misma causa y estamos comprometidos con lo mismo", aseguró Alberto Fernández.

El jefe de Estado trabaja para desarticular una ofensiva policial que puede funcionar como un efecto dominó. Alberto Fernández ya sabía que había reclamos también en Chaco, Jujuy, Río Negro, Chubut y Santa Fe, y su decisión política es ayudar a las provincias y contener una crisis institucional que tiene múltiples antecedentes.

En este contexto, Alberto Fernández prioriza la oferta final que se presentará para contener las exigencias de la policía bonaerense, que fueron expresadas en una propuesta de 14 puntos que analiza Kicillof con su staff. El presidente y el gobernador ajustan el lápiz, mientras consideran lógicos los reclamos vinculados a la obra social, la capacitación y el plus salarial para comprar los uniformes de la fuerza.