Lionel Messi se fue de Rosario después de pasar las fiestas junto a su familia en su casa de Arroyo Seco y el country donde viven sus suegros en Funes.

A las 22.40 de este domingo partió su avión privado, con el inconfundible número 10 ploteado en su cola, desde el aeropuerto de Fisherton con destino a Barcelona. El jugador llegó pasadas las 21 en su camioneta negra con los vidrios polarizados subidos e ingresó por el sector de Funes por la calle Pedro Ríos y evitó ingresar por donde lo hace el resto de los pasajeros.

Acompañado por una camioneta de la policía de seguridad aeroportuaria ingresó directamente a la pista por el sector del hangar, y junto a su mujer Antonella Roccuzzo y sus tres hijos Thiago, Mateo y Ciro se subieron a un colectivo que los trasladó 300 metros hasta la escalera de su lujoso avión privado.

Pero en el avión lo esperaba alguien especial: su compañero en el Barsa y amigo Luis Suárez, que venía desde Uruguay, donde descansó y asistió al casamiento del capitán de la selección charrúa, Diego Godín. Suárez no bajó, sino que espero que Messi y los suyos subieran.

Pero no fue la única figura conocida, ya que Ángel Di María llegó al aeropuerto para emprender su vuelo con destino a Buenos Aires y luego a París pasada la medianoche.

A diferencia del año pasado, cuando Messi bajó el vidrio de su auto y algunos fans, especialmente chicos, pudieron acercarse, esta vez eligió ingresar por un lugar donde nadie pudo frenarlo y llegar directamente a la pista para retomar su actividad en Barcelona luego de un descanso en familia en la ciudad.