Suele decirse que los clásicos son "partidos aparte" y que no importa cómo llegue cada uno; que ni los problemas ni las virtudes previas se manifiestan del todo. Sin embargo, el partido de este domingo fue una continuidad clara de lo que venía haciendo cada uno. La diferencia estuvo en la actitud, en la forma de encarar el juego.

Newell's creyó que tenía que pelearlo y Central, que debía jugarlo con intensidad. Hubo más diferencias: las estrictamente futbolísticas, las estratégicas y las individuales. Sin embargo, el modo de afrontar el partido fue clave para que el resultado fuera el que fue.

De entrada Pablo Pérez pisoteó un dron que venía con cargada. Al margen de lo impropio de la acción de los hinchas, la respuesta del mediocampista leproso no estuvo a la altura de las circunstancias. Al ratito, Maxi se quiso pelear con Nicolás Ferreyra y Lema quiso ganar de guapo varias veces. Del otro lado, Vecchio manejaba la pelota y Ojeda era el dueño del mediocampo; Ruben le daba intensidad física al equipo y Zabala y Gamba apoyaban con velocidad.

Sólo los aportes ofensivos de Negri le daban aire a Newell's. Dos remates suyos pusieron en aprietos a Broun y un pase largo de su zurda dejó mano a mano a Cingolani que, tras un gran control, pudo haber empatado el partido.

Del otro lado, Luciano Ferreyra desairaba a Nadalín, que salió en el entretiempo, y más tarde a Capasso que ingresó por él. Y Damián Martínez retribuyó la confianza que le dio el Kily González atacando los huecos entre Negri y Cabral. En el otro lateral, Blanco fue gran figura contra Cacciabue. Central supo que sitios atacar para sacar provecho.

Y Newell's se ahogó en la confusión de tantos cambios y tan poca previsibilidad. Burgos volvió a sorprender y sorprendió para mal: Calcaterra venía afirmándose en el fondo y lo mandó al medio. Sforza se acomodaba junto a Pérez y terminó de externo por izquierda con la obligación de terminar en el área. 

Además, daba la sensación de que era un clásico para apostar a la experiencia y potenciar eso que por el Parque llaman "sentido de pertenencia": Pablo Pérez salió en el entretiempo, amonestado y enojado. Maxi Rodríguez apareció en el arranque con un par de centros, después terminó debatiéndose contra los centrales con los pelotazos que le tiraban. Por él ingresó de Scocco que apenas tocó un par de pelotas. Si hasta Mauro Formica pasó desapercibido en los minutos que estuvo en cancha porque la idea del DT no cuadra con lo mejor que pueden ofrecer los que tienen más jerarquía.

En definitiva, Central continuó con su idea de empujar y mostrar la mayor intensidad posible, pero le agregó la confianza de la que carecía. Con eso llegó el fútbol. Newell's confundió intensidad con agresividad. Se desvaneció en peleas improductivas y nunca estuvo a tiro de partido.

En conclusión, a veces la idea de pensar en partidos aparte choca contra la realidad y las aptitudes de cada uno. El equipo del Kily le dio continuidad a lo bueno realizado en San Lorenzo en la Sudamericana y el conjunto de Burgos padeció los mismos conflictos que ante LIbertad, potenciados porque ni siquiera generó juego ofensivo, algo que sí hizo contra los paraguayos.

Rosario Central celebra y hasta se vuelve a dar manija con la idea de clasificar. Newell's deberá encontrar una idea que le de identidad y en la que todos crean.