El fútbol argentino vive de lo que fue. Lo sostienen sus símbolos. Cada equipo tiene el suyo y los hinchas se aferran a su vigencia para sentirse enteros. Así se olvidan por un rato que Europa los desgarra en cada mercado de pases y se lleva a los mejores de un ambiente que se deforma grotescamente. Cambia el nombre y su formato ya no califica ni como rompecabezas mutante. Y mientras la calidad del torneo se degrada, ahí están los símbolos. Y entre todos, el mayor símbolo.

La Copa de la Liga Profesional de Fútbol inicia este 30 de octubre. El día que Diego Armando Maradona cumple 60 años. Este viernes, juega su Gimnasia y Esgrima La Plata. El equipo de D10S contra el Patronato de la Juventud Católica, tal como reza el nombre completo de adversario de turno. Todo se vuelve cuestión de fe alrededor suyo.

Hace exactamente un año volvió a Rosario. En tiempos donde no se hablaba de la distancia social, se cortaron las calles que rodean al hotel donde se alojó y un desfile de personalidades recorrió el lobby con la ilusión de filtrarse en los pasillos y encontrarlo. Incluso alguno que reside en la ciudad, reservó una habitación y durmió fuera de casa, pero a metros de ella.

La previa del juego con Newell’s lo tuvo todo. El culto de la gente, el show de Diego, la acción política de los dirigentes y el reencuentro presencial con Maxi con quien mantiene una relación especial. Uno de sus jugadores más queridos de sus tiempos como entrenador de la selección.

Eva Pardo fotografiando a Diego en Rosario. 

Todos y cada uno de esos momentos fueron inmortalizados por Eva Pardo, la fotógrafa oficial del Lobo. “Una nunca termina de tomar dimensión de lo que es. Yo soy maradoniana desde el vamos. Lo llevo conmigo, no sé desde cuándo ni por qué. Mi amor es incondicional. Es tan humano que a todos nos toca en alguna fibra y lo sentimos parte de nuestra vida, y a la vez es cercano”, le cuenta Eva a Rosario3 desde La Plata.

“El minuto a minuto es de una emoción tras otra en cada lugar donde vamos. Las demostraciones de amor son inmensas y no deja de sorprendernos. Yo miro las tribunas de El Bosque y veo uno con una peluca con rulos, otro rezando, una mujer con una foto de la madre, alguno que se pone la camiseta del Nápoli. Es increíble. Uno de los lugares que más me conmovió fue Rosario. Fui a Córdoba a todas las canchas de la Capital, pero Rosario siempre es muy significativo”, apunta la encargada de retratar a Diego y chocarle las palmas antes de cada juego.

En lo puntual de aquél 29 de octubre, Eva repasa las instantáneas que ella mismo capturó. “En el hotel había muchísimos hinchas abajo, él salió al balcón, le estaba sacando unas fotos y después bajé. Muchas personas me querían dar regalos, camisetas, me contaban que me seguían y no lo podía creer. Soy una privilegiada de estar en este lugar. Y por mi trabajo, en la cancha estoy abocada a los registros y recuerdo haberme detenido en las tribunas, en las caras, en las banderas, los carteles, las camisetas, llantos, abrazos. Es muy fuerte lo que genera. Tengo una carpeta de fotos de Rosario porque fue muy hermoso lo que se vivió. Incluso en Central donde vi gente con camisetas de Maradona, aplaudiendo y recibiéndolo como debe ser”, reivindicó el ojo del pueblo tripero.

El calendario quiso que Diego regrese a la ciudad en febrero de este año. Aunque parezca que hace ya varios febreros que estuvo en Rosario, Maradona estuvo acá en el de este 2020. Al margen de lo que se habló en la previa de cómo iba a recibirlo el Gigante. Al margen de la visita del Kily. Otro de sus grandes afectos que lo acompañó en el Boca del 96 y al que quedó ligado por cómo lo vio representar la albiceleste. Incluso al margen que otra vez fueron los hinchas de Newell’s a saludarlo. En el margen de todos los márgenes hubo una historia única en el momento indicado.

Antes que le quiten la vida y se afanen no una bici sino una leyenda urbana de nuestro tiempo, Tomás Felipe Carlovich pudo conocer a Diego Armando Maradona. Aunque en realidad fue Maradona el que conoció a Carlovich. Hubo que convencerlo. Costó un poco porque esa exposición no le agrada. El grupo de jóvenes que busca darle un nuevo aire a Central Córdoba se puso la iniciativa al hombro. Vi de cerca como lo llevaron hasta la puerta del hotel un rato antes que llegue Diego. Como había que esperar, puso la pelota bajo la suela. Se la llevó a un bar. Algo más familiar que el lobby de un Cinco Estrellas. Se fue. Se fue y creímos que no volvía.

“No sabíamos si iba a aguantar hasta que venga la delegación de Gimnasia. Eran como las cuatro de la tarde. Había mucha gente y cuando se enteró que llegaban cerca de las seis, pensé que se iba para nunca más volver, como cantamos en el ascenso. Veía que se iba él y se iba la posibilidad de generar ese cónclave, esa unión del fútbol que queríamos que se dé con los chicos de Jóvenes Charrúas”, dice Fabián Passoni, el encargado de hacerle marca personal a su ídolo.

Fabián no respiró hasta que el mito de Tablada volvió a Mitre y Catamarca. Subió a la habitación que tenía reservada y después de media hora dijo que le faltaba el aire. Lejano a su ecosistema de barrio esta vez decidió hacer el esfuerzo. Cuando le dijeron que el 10 lo estaba esperando en uno de los salones, volvió a ser un nene. “Estaba muy contento, muy entusiasmado de poder ver a Diego. Se tomó una gaseosa y aprovechamos para firmar una camiseta. No quiso escribir. Solo me dijo que le ponga la leyenda ‘al mejor del mundo’ y Trinche puso el gancho”, dice Passoni que por primera vez se pone a repasar en detalle lo que sucedió aquel 14 de febrero, el día del amor al fútbol.

Diego y El Trinche. Posta del 14 de febrero del 2020.

“Me acuerdo que estaba inquieto. Preguntaba si Diego lo iba a atender. Traté de explicarle que estaba todo acordado hasta que nos llegó el llamado de la gente de Gimnasia. Lo vimos a través de una puerta y Diego estaba mirando un partido”, continúa el representante de Jóvenes Charrúas.

En el medio apareció Fatu Broun y le susurró a su DT ‘Mirá quien te vino a ver. Ahí está el Trinche’. Diego abrió grandes los ojos, se acercó y lo abrazó como si hubiesen jugado juntos toda la vida. “No me olvido más. Lo miró y le dijo ‘Trinche, estás hecho mierda. Pensé que eras el Flaco Menotti’. Obviamente que aflojó la tensión y risa va, risa viene, se dieron un abrazo hermoso. Yo creo que duró media hora ese abrazo. Fue muy leal, muy sincero.  Veía plasmado nuestro esfuerzo y todo el fútbol junto. Me sentí como un árbitro en un encuentro hermoso. Se hablaron al oído para que todo quede entre ellos. Yo los respeté y, además, de los nervios me olvidé que tenía una cámara profesional y usé el celular”, cuenta Fabián que reconoce que nunca en su vida vio tan contento al Trinche y que lo vio salir con la camiseta en el hombro y la dedicatoria de Diego que decía ‘Para el Trinche que fue mejor que yo’.

 Y hubo más. Una frase que los marcó a todos los que lo acompañaron ese día. “Nos fuimos a un bar y con lo que pasó después, siempre me quedo pensando en que en ese momento dijo que se podía morir tranquilo. Fue una caricia al alma de parte de él. Jamás pensamos en ese desenlace, pero al menos nos quedó la sensación que ese día fue un día feliz”, relató Passoni con la misma emoción que vivió esa jornada única e irrepetible.

En el transcurso del último torneo -como le cantó Rodrigo- Maradona regó de gloria este suelo. A sus pies se rindieron los ídolos de todos los clubes. Carlos Tévez estaba a punto de conseguir su 28° título y debía imprimirle un carácter de hazaña. Previo a llevarla a cabo hizo lo que había prometido. Darle un beso en la boca -y en La Boca- al DT de Gimnasia.

Marcelo Gallardo lo visitó en El Bosque. Mientras le daba instrucciones a los alternativos del momento que hoy son piezas importantes de este equipo que una vez más reinventa, fue a abrazar al tipo que lo protegió. Es que ponerse la 10 de la Selección Argentina en 1995 fue duro para el Muñeco como lo hubiese sido para cualquiera después que a Diego le cortaran las piernas.  Mucho más el 30 de junio de ese año cuando falló un penal y el inaugurado estadio de Quilmes se volvió un solo silbido. Después de ese episodio, Maradona llamó a aquel chico de 19 años y le brindó su apoyo. A sus 44 y con la suficiente espalda para errar los cambios y planteos que quiera aún recuerda ese gesto.

Y así como Ricardo Bochini y el resto de las glorias que ganaron las Libertadores de América lo acompañaron a recorrer el Libertadores de América, en una jornada especial Maradona pisó el Maradona de La Paternal y antes de eso había ido a Córdoba para visitar a Talleres y tener la recepción de los campeones del 78 para el capitán del 86. A pesar que el 30 de octubre ocurre una vez por año, a Diego le van a hacer una celebración en cada juego, en cada estadio. Y está bien que todos los días sea su cumpleaños.

Este 30 de octubre vuelve el campeonato argentino. Se jugará sin público por la pandemia, sin presiones porque no hay descensos, sin ambiciones reales dado que esta es una mera transición para lo que viene, aunque no sepamos muy bien qué viene. Sin casi nada. Sólo con Diego. La estampita que sigue alimentando nuestro fútbol.