Ya hace un par de años la Uefa (Unión Europea de Fútbol Asociado) encontró una forma de disputa excitante, competitiva, impredecible, para la Champions que, desde que se creó, es el torneo de clubes más importante del mundo.
Ya era una gran competencia, pero la mejoraron. Le arrancaron la monotonía de la fase de grupos, cuyos clasificados a octavos ya se sabían desde antes de empezar, salvó honrosas excepciones. La tiraron a la papelera de reciclaje y crearon una especie de liga de 8 fechas entre 36 equipos que clasifica a los ocho primeros directamente a octavos de final, obliga a un play off a los 16 que siguen y elimina a los que terminan entre el puesto 25 y el 36, que por entonces habrán jugado dos partidos más que en el formato anterior, con los consiguientes incrementos de ingresos.
El mismo sistema se implementó para la Europa League y la Conference League, las otras competencias continentales de clubes.
Pero todas esas bondades, mejoras, son detalles al lado de lo que genera deportivamente la mini liga de ocho fechas.
Todas las jornadas tienen, como mínimo, dos partidos entre poderosos que en el modelo anterior no se daban salvo en los cruces definitorios.
Esta semana que termina, por ejemplo, se jugó la sexta fecha de la liga que ya camina a la definición de los 36 puestos. El martes jugaron Inter-Liverpool y el miércoles Real Madrid-Manchester City. Dos choques extraordinarios con todo en juego, no para definir el primer y segundo lugar de la zona como era antes. Como sucede actualmente en la Copa Libertadores.
Más temprano que tarde, la Conmebol deberá, o debería, adoptar este sistema. ¿Y por qué no la Fifa para los mundiales? Sólo los celos y los negocios encriptados hacen que esa idea sea una quimera.¿Se imaginan una fecha de la próxima Libertadores entre Boca y Flamengo y Central con Palmeiras. O Peñarol-Cruzeiro.
Un Argentina-Brasil con todo en juego, como siempre, pero sin el peso de la eliminación. O Inglaterra-Alemania, o Francia-España.
Siempre habrá un porcentaje de injusticia, infaltable en toda competencia. Porque algunos tendrán un camino mucho más espinoso que otros, pero asegura el espectáculo que tanto dicen pregonar todas y cada una de las asociaciones, federaciones y confederaciones del mundo.
En la séptima fecha de la Champions, a una del final de la fase de liga, chocarán en enero Inter-Arsenal y en la última Napoli-Chelsea, que además necesitan el resultado para meterse en zona de play offs.
La Conmebol debería adoptar este sistema que mejora sustancialmente la competencia, amplía la cantidad de equipos y ofrece un menú de partidos extraordinarios cada fecha.
Después de eso llegan los cruces mata-mata, a todo o nada, pero antes habrá pasado una fase de liga con cruces espectaculares. Una muy buena opción.



