¿Qué pasa si perdés el clásico? ¿Por qué se nos va la vida? La respuesta debería ser: "Nada". O casi nada. Pesará un buen rato el dolor, la sensación de frustración y pasará. Como cuándo a los que querés, la vida les devuelve un cachetazo. Eso duele por vos, pero más duele por ellos. Porque son tus sentimientos los que están en juego. Pero pasará. Y sin embargo en el fútbol parece que doliera diferente a los fanáticos.

“Habrá que tragar veneno, que todo se equilibra al final”, dirán de un lado. Del otro, recientemente dijeron: “El fútbol siempre da revancha y el domingo tenemos otra final”. Qué rara relación tenemos con el fútbol, con los colores que nos representan, con el otro. Un par de banderas colgadas del alambrado funcionan como disparador: "Nadie va a parar esta locura" y "Mi enfermedad". Están en las canchas de Newell's y de Central. Esos dos términos remiten al diván. Entonces, por qué no consultar a quién está detrás del diván sobre lo que nos pasa. 

"Lo que más duele de perder es la cargada, pero detrás de la cargada está la idea de quedar en una posición de sumisión ante el otro", le dijo a Rosario3 el psicoanalista rosarino Hugo Basquín. Y agregó: "No nos afecta tanto que la selección quede afuera del Mundial porque estamos todos en la misma. En Rosario, la proximidad con el otro, la convivencia y la polarización son determinantes".

Ya lo sabía el viejo Casale, el que perdía se tenía que ir de la ciudad, abandonar sus raíces: "¿Te vas a dejar basurear por estos soretes para que te refrieguen después la bandera por la jeta toda la vida? No, mi viejo. Entonces, ahí, hay que recurrir a cualquier cosa", escribía Roberto Fontanarrosa.

Para Basquín lo que se desata en la derrota afecta a dos ejes principales: los ideales (nuestros colores son los mejores del mundo) y la pasión.  Y el problema está en el cruce entre la pasión con cómo sostener esos ideales. "La etimología de la palabra pasión ya es bastante descriptiva. Pasión es "pathos", de ahí viene "patología", el estudio de la enfermedad", explicó el analista rosarino.

Para encontrar puntos de encuentros con esta idea basta mirar las banderas en la cancha: "Yo no creo que sean conscientes quienes las escribieron, pero es un hecho que está muy arraigado. En su Diccionario de Psicología, el filosofo José Ferrater Mora, habla de la pasión como una afección que interrumpe en la vida anímica borrando todo tipo de razón", agrega.

Basquín entiende que esos términos utilizados en la cancha no son casuales, no aparecen porque sí en sociedades como la nuestra: "No sé como será en otros lugares del mundo, pero en nuestro lenguaje, que es lo que nos forma, también hay una gran connotación sexual. Y no en el plano del «gozamos juntos» sino en el plano de las vejaciones. El ser gozado por el otro. Eso tiene efectos devastadores".

“Basta con dar una simple mirada a la literatura de todos los tiempos para ver cómo las pasiones han sido la causa no sólo de la vida sino también de la muerte. Tomemos como ejemplo a Romeo y Julieta, o a Hamlet de Shakespeare, entre otros. Ambos ejemplos son muestra del inmenso poder de las pasiones y de cuánto pueden éstas empujar al hombre al amor, pero también y paradójicamente por el mismo camino, a la tragedia", escribe el analista rosarino en una ponencia acerca de la pasión.

Y concluye: "Que Poy y Cozzoni hayan sido elegidos como concejales en esta ciudad solo se explica por el lado de la pasión, esa pasión que nubla la conciencia".

Llegó un nuevo clásico rosarino y aunque lo abordemos desde cualquier rama de la ciencia, las explicaciones sobran. Que gane el mejor.