Perder en La Paz es lo que casi siempre le sucede a la selección argentina. Pero ganar en La Paz es un logro de alta jerarquía que permite suponer una actuación muy convincente, un esfuerzo físico descomunal y una apuesta metódica y obsesiva por el juego de equipo en desmedro del aporte individual. El compromiso de todos armó un combo que agigantó la plataforma que sustenta la consolidación de Scaloni como DT albiceleste.

¿Para tanto? Para tanto. No sólo hacía 15 años que Argentina no ganaba en La Paz, sólo lo había hecho 3 veces en toda la historia en partidos oficiales.

Perder en La Paz es normal, ganar en La Paz es muy raro, complicado, casi un acto de sufrimiento físico que para el biotipo argentino siempre resultó algo parecido a un imposible.

Si bien el rival fue una selección muy endeble, otras veces también sucedió. Y el resultado fue diferente. Argentina siempre tuvo planteles superiores a Bolivia, pero casi siempre perdió en La Paz.

Decir que el resultado en el Hernando Siles es consagratorio es una exageración , pero sí representa un espaldarazo para un cuerpo técnico nuevo e inexperto que afronta con valentía el tan mentado, esperado y resistido recambio.

En Argentina es así: primero se reclama el recambio, después se lo combate.

Uno de los abanderados de la nueva generación, Lautaro Martínez, habló tras el partido y sin proponérselo sintetizó las sensaciones que dejó el partido casi hasta por encima del resultado.

“Obvio que era posible, habíamos pensado en lo que significaba este partido por todo lo que habíamos pasado en años anteriores. No te voy a negar que es difícil jugar acá, cambia muchísimo a jugar en el llano pero creo que este equipo joven, nuevo, de jugadores de experiencia como Leo (Messi), como Nico (Otamendi) que hoy se mataron... La verdad que parte de ellos porque si lo veías a Leo saltar a cabecear, correr, presionar...”.

Compromiso: un intangible que les permite a los equipos de fútbol trascender a los resultados. “Te acordás hermano que tiempos aquellos... Los muchachos de antes no usaban gomina”.

Ojalá el recambio venga acompañado de aquella genética que le permitió a la selección argentina ser una de las más poderosas del mundo en otros tiempos en los que los millones no eran tantos, pero los valores futbolísticos eran millones.