El ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe sorprendió esta semana al difundir la propuesta de un nuevo modelo de enseñanza para el nivel secundario (ya elevada a esa cartera nacional) que plantea, entre otros tantos puntos, la continuidad sin repitencia de los alumnos que adeuden determinada cantidad de materias. Si bien no trascendieron mayores detalles oficiales, se buscaría avanzar hacia un modelo de trayectoria educativa integral al estilo universitario, donde el estudiante progrese a medida que vaya cerrando espacios curriculares y sólo deba dar cuenta de los contenidos no aprobados pero ya transitando por el grado superior. Y como era de esperar, se inició una gran polémica.

La ministra Adriana Cantero lo justificó de manera contundente: “En la repitencia se da esta contradicción: un alumno que adeuda tres materias debe repetir siete que ya tenía aprobadas. En cambio, en la educación superior y universitaria eso no existe: lo que hay son trayectorias que se van construyendo con la posibilidad de seguir avanzando mientras se van rindiendo materias determinadas y aprobando los espacios que hay que aprobar”.

Desde todos los sectores de la educación (Ministerio, docentes, psicopedagogos y hasta estudiantes) hay una coincidencia: el modelo de escuela secundaria que rige en nuestro país necesita un refresh: “Un cambio es necesario y urgente. Si cualquier persona de 85 años entrara a la secundaria hoy, vería la misma escuela que en los años ’50. La escuela sigue rígida en sus tiempos, espacios y evaluaciones y no es significativa para los jóvenes”, dijo Carina Cabo, doctora en Ciencias de la Educación y profesora de Filosofía, además de haber sido Secretaria de Cultura de la Municipalidad.

Pero también concuerdan en que circunscribir la discusión sólo al tema de repetir sí o no sería insuficiente: “Si el debate es sólo que vamos a cambiar el cursado para que los chicos no repitan, la discusión se agota en eso y queda en nada. Pero si realmente querés hacer algo más piola, más amigable para los chicos, que haya materias optativas para que ellos vayan orientando su carrera futura, que piensen en sus formaciones en base a sus propias motivaciones, que haya materias que puedan hacerlas de manera remota o que consideremos que un chico deportista que está becado o hace inferiores en un club de fútbol pueda seguir cursando aunque quede libre por inasistencias en determinadas materias, hasta ellos mismos se pondrán delante de la reforma”, remarcó Martín Lucero, referente del sindicato de docentes privados (Sadop).

Qué dice la voz oficial

 

Víctor Debloc es secretario del Ministerio de Educación de la provincia de Santa Fe, pero también es profesor en Ciencias de la Educación y Magíster en Educación. El funcionario comentó a Rosario3 dónde se sustenta la idea de reformar el sistema de educación secundaria: “Se basa en una lectura de usos y costumbres escolares. En estos últimos tres años se viene trabajando en la intensificación de la enseñanza y la recuperación de los aprendizajes, de manera que tanto las trayectorias más fragilizadas como las sostenidas estén permanentemente acompañadas para la permanencia escolar. En segundo lugar, se pone en foco la trayectoria escolar real de los estudiantes de secundaria que no pudieron promoverse y que tienen que hacer otra vez siete u ocho materias ya obtenidas en términos de aprendizaje, lo que aparece como un sinsentido pedagógico y un acto evaluativo injusto en la consideración global de las trayectorias escolares”.


Para Debloc, “es clave mirar algunos recorridos y prácticas que se desarrollan en el Nivel Superior” y servirse de ellos para aggionar los preceptos educativos de la secundaria. Y entregó dos ejemplos: “En los institutos o universidades, en cualquier carrera, todos son recorridos de avance. Y se siguen programas curriculares con coherencia entre unos y otros, lo que se llama sistema correlativo, que habría que mirar especialmente. Además, el sistema de nivel superior también tiene la opción libre del aprendizaje en algún espacio curricular, algo que no tiene el nivel secundario. Es decir, hay legalidades más propiciantes para el avance en el nivel superior que son para mirar y ver qué de eso puede ser puesto en el ciclo básico o el ciclo orientado de la escuela secundaria”.

Puntualmente sobre la promoción al año siguiente con materias pendientes, el secretario de Educación tiene claro que “habrá que poner muchos recursos en el sistema de tutores y acompañamiento para la permanencia de los aprendizajes y la recuperación de los saberes pendientes. Eso debería particularmente ocurrir en el primer trimestre del año siguiente, y como opción de continuidad en el segundo trimestres”.

“Todo esto requiere otra mirada de la evolución, que es la evaluación formativa: no solamente analizar y ponderar los resultados, sino también los procesos de aprendizaje que han tenidos los alumnos y los múltiples saberes que se van incorporando”, añadió.

Debloc cree que el nuevo modelo de educación secundaria también debería cederle al alumno la posibilidad de escoger qué contenidos sumar en base a sus gustos: “Por su creatividad, el adolescente es capaz de proponer variantes, otros modos, y por eso es para pensar la posibilidad de que en el ciclo orientado de los últimos años ya haya alguna instancia de opción respecto materias orientadas a la futura formación profesional. Pensando que en la educación se ponen en juego el deseo de aprender y el interés por los saberes, ya hay que ir fortaleciendo en la estructura mental del adolescente la capacidad para decidir”.

¿Pero hasta cuándo los alumnos podrían tener materias pendientes? ¿Se puede pensar en un estudiante que acabe la secundaria en 8 años, como también pasa en las carreras universitarias? Para Debloc, “habría que ver si se pone un límite: lo que se tratará es que suceda mientras el alumno esté en la escuela. Durante esos cinco o seis años, el fortalecimiento de los aprendizajes debe ser permanente de modo que lleguen hasta el final del ciclo orientado ya cerrando su proceso y sin adeudar materias. Se pondría énfasis en el tiempo en que estén dentro de la escuela para fortalecer los aprendizajes de los espacios curriculares pendientes”.

El funcionario no desconoce que debe tenderse hacia una reforma estructural que demandará un gran esfuerzo gubernamental: “Por supuesto que esto va a requerir un fortalecimiento institucional y capacitaciones docentes amplias y permanentes para dotar de otro modo de trabajo a la secundaria, más por trayectos curriculares que vinculen campos disciplinarios y no tanto por espacios que están atomizados o fragmentados en diez o doce materias en cada curso; es decir, requeriría una revisión curricular en el corto o mediano plazo”.

La ministra de Educación, Adriana Cantero.

Qué dicen los docentes

 

Martín Lucero, referente de los docentes privados, aclaró que no ha habido convocatoria formal de parte del Ministerio a los gremios de maestros ni tampoco han obtenido información informal, y que sólo puede opinar de lo que deslizó la ministra Cantero en diálogo con la prensa. Pero también concuerda en que no se debe centrar el debate sólo en el tema de la repitencia.

“Lo que no está mal es que se plantee la idea de reformar la escuela secundaria. Si sólo la planteás como una reforma para que los chicos no repitan de año a cada rato, se pensará que se los hará pasar de grado sin saber y quedará como un intento de que no haya desgranamiento ni remitentes, pero no mejorarán los contenidos. Cualquier reforma que se haga debe ser para que los chicos aprendan más y mejor”, puntualizó.

De todos modos, no le parece mal que se acredite el saber adquirido durante el año y que las materias adeudadas no sean un obstáculo insalvable para seguir avanzando: “Esto de que los alumnos puedan regularizar como en la facultad y puedan seguir cursando al año siguiente tiene lógica, pero no es tan sencillo de hacer en todos los niveles: en las escuelas técnicas es más complicado, porque tenés una secuenciación obligatoria de contenidos. Pero se puede pensar y aplicar para que no se genere esa idea de frustración, de tener que repetir todo teniendo ya metidas algunas materias, lo que puede llevar a que dejen el secundario. Eso sí, hay que hacerlo con cuidado: porque también pasa en la facultad que vos regularizás pero no rendís. Y acabás teniendo un montón de materias regulares y más del 70% de la carrera sin rendir, y ese el momento en que los chicos dejan”.

Lucero, referente del gremio de docentes privados.


Lucero también dejó en claro que la escuela secundaria necesita modernizarse: “Tenemos una escuela medio vieja: hay muchos modelos y a mí particularmente me gustaría avanzar hacia un modelo como el estadounidense, en el que hay materias optativas. No puede ser que todas las materias para todos los chicos del país sean las mismas, en las  mismas modalidades. ¿Por qué no me puedo orientar hacia algo artístico, social, de ciencias naturales o deportivas? Que haya materias optativas y los chicos vayan orientando sus formaciones en base a sus propias motivaciones”. Algo que también manifestó Debloc desde el propio Ministerio. 

¿Cómo debería ser el secundario del siglo XXI?

 

Para Carina Cabo, lo primero que hay que lograr es “que los chicos quieran ir a la secundaria porque les sirve para su vida cotidiana, para el trabajo futuro o para cuando vayan a la universidad”. Y nunca perder de vista que se trata de adolescentes: “La adolescencia es un período difícil, de sufrimiento, porque hay duelos por elaborar: los cambios en el cuerpo, los padres que ya no son vistos como antes los veían. Y quedan vulnerables. Aún más los actuales, que están atravesados por el consumo problemático, noviazgos violentos, violencia intrafamiliar, embarazos. Por eso hay que acompañarlos”.

Cabo tiene una serie de propuestas: “Primero, se necesitará inversión en la formación docente: los actuales nos formamos por disciplina, por materias, y si queremos hablar de una educación integrada, por proyectos, creo que deberán capacitarnos y eso puede durar dos o tres años. Es una decisión muy fuerte que debería estar acompañada por muchas medidas”.

“Creo que es hora de que se empiecen a valorar las distintas inteligencias, porque sólo decimos que los chicos sin inteligentes si son buenos en matemática, pero si un chico es bueno en educación física, decimos que es un vago. Y no pensamos que tiene una inteligencia corporal, como dice la psicología”, agregó.

En ese mismo sentido, Martín Lucero propone tener un régimen más flexible de asistencias para los alumnos del secundario que tengan un futuro promisorio en el deporte: “Es injusto que algunos chicos se queden libres por inasistencias. Por ejemplo, hay un montón de casos de chicos seleccionados en diferentes planes de rugby o fútbol que faltan un par de días a la semana. Y si se quedan libres en determinadas materias, no importará que hayan ido a todas las demás. Quedarán libres y deberán repetir todo el año. Ese régimen de faltas está mal. Debería ser más flexible, que vos puedas certificar asistencia por materia y avanzar a un esquema en el que puedas reorganizarte y armar tu jornada escolar como te parezca. Eso en el segundo nivel del secundario es perfectamente posible, en cuarto y quinto año es realizable y ya te prepara mejor para la universidad”.

Otra propuesta de Lucero: más virtualidad: “Después de la experiencia de la pandemia, es posible que haya materias que puedan hacerse de manera remota, como computación o tecnología. Eso tendría como ventajas que ya te preparás para los terciarios y las facultades que tienen carreras a distancia y para el mundo laboral de hoy, que exige que tengas competencia para hacer trabajo remoto”.

En materia de virtualidad, Carina Cabo piensa en la existencia de “aulas virtuales disponibles que les permitan a los chicos consultar frente a un problema”. Y afirma que sería necesario “romper la estructura rígida de ir al colegio de 8 a 12, salir de una materia e ir a la otra, y apartarse del 'si aprobaste bien y si no, es tu problema’. Los maestros no podemos decir ‘yo ya lo expliqué’. A veces ir a clases no asegura aprender, hay que saber que son procesos y que algunos tardan más o menos en adquirir el conocimiento. Todos tenemos distintas inteligencias y deberían desarrollarse todas”.

Carina agregó otro ítem: cambiar los espacios y salir de las filas para propiciar las rondas: “Los estudiantes viven organizados en fila, mirando la nuca de los compañeros. ¿Pero por qué no estar en ronda? Si podemos aprender también de nuestros compañeros: seguro que el maestro sabe más, pero los compañeros también pueden aportarnos”.

Estos son apenas algunos puntos que una reforma integral del sistema educativo del nivel secundario podría plantear: como se ve, el de la no repitencia es sólo otra de las ramas que deberán retocarse para que el árbol de la educación recobre su fuerza y quede a la altura de un siglo con demandas múltiples, que crecen y se modifican vertiginosamente.