El uso de smartphones entre niños, niñas y adolescentes y su impacto en la capacidad de concentración, entre otros efectos, ha motivado a la comunidad educativa mundial a implementar medidas para limitar o prohibir su uso dentro de las escuelas, algo que ya se ha concretado en distintos países de Asia, Europa, América y Oceanía.
La discusión está vigente en Argentina y, concretamente en Santa Fe –en donde ya hay una ley que prohíbe el uso de celulares “por parte del personal docente, no docente y alumnos en los establecimientos escolares” de la provincia–, volvió a estar sobre la mesa a partir de la decisión del Ministerio de Educación provincial de enviar a la Legislatura la propuesta de un nuevo marco normativo.
Se trata de un debate central para definir de qué manera abordar los problemas derivados de la utilización de dispositivos que, en muchos casos, se vuelven adictivos y atentan contra el desempeño académico.
Cómo impacta el uso del celular en estudiantes
Según datos de pruebas a gran escala que se han llevado a cabo a nivel internacional, como el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (Pisa) coordinado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), existe una relación negativa entre el uso excesivo de tecnología y el rendimiento de los estudiantes.
En el caso del Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo (GEM) publicado por la Unesco en 2023, se constató que la mera proximidad del teléfono tuvo un impacto negativo en el aprendizaje de estudiantes de 14 países. Además, los alumnos que lo utilizaban durante clases necesitaban hasta 20 minutos para poder volver a enfocarse en el aprendizaje.
Según las investigaciones en las que se basa el informe, un mayor tiempo frente a la pantalla se ha asociado a un peor bienestar, menos curiosidad, autocontrol y estabilidad emocional, mayor ansiedad y diagnósticos de depresión.
Además, los contenidos que se distribuyen en plataformas como Instagram y TikTok y demuestran una mayor capacidad de retención de los usuarios más jóvenes se basan en un tipo de entretenimiento que no enriquece a quienes lo ven. Los videos que se vuelven virales en general proponen desafíos o muestran bailes y tendencias de consumo que fomentan un uso compulsivo y acrítico de las redes sociales, todo en favor de los intereses comerciales de las compañías tecnológicas.
Esto no quita que los smartphones, las redes sociales y también los videojuegos puedan ofrecer potenciales beneficios educativos, pero el uso actual de las plataformas no está demostrando ese resultado.
Como consecuencia directa de dicho consumo, se observa una caída de los niveles de atención para tareas prolongadas, y la pérdida de habilidades sociales que dejan de ser necesarias en un escenario en el que las interacciones digitales reemplazan a las conversaciones reales.
En febrero de este año, la revista académica Frontiers in Psychology publicó un metaanálisis sobre el impacto de los factores relacionados con la tecnología en el rendimiento académico de los estudiantes, y entre los efectos negativos destacó la “sobrecarga cognitiva” y “atención fragmentada”.
“La capacidad de las redes sociales para difundir información rápidamente otorga a los estudiantes acceso a una gran cantidad de recursos, enriqueciendo así sus experiencias educativas. Sin embargo, la naturaleza multitarea típica del uso de redes sociales a menudo conduce a una sobrecarga cognitiva y una atención fragmentada, lo que, a su vez, puede obstaculizar el rendimiento académico”, indica la publicación, basada en 63 estudios de los que participaron más de 120.000 estudiantes de 28 países.
Y agrega: “La afluencia constante de notificaciones, actualizaciones y contenido plantea un desafío para los estudiantes que se esfuerzan por mantener el enfoque en sus estudios”.
Desde la Ocde también apuntaron que hay una clara correlación entre el tiempo que los estudiantes pasan frente a la pantalla y su rendimiento académico en matemáticas. De hecho, entre los países encuestados Argentina se posicionó como el más afectado por esta situación: más del 50% de los estudiantes se distraen por usar el celular, y otro alto porcentaje pierde el foco porque sus compañeros lo están usando.
Es por esto que los datos de la Ocde muestran que la mejor manera de eliminar las distracciones en el aula es la prohibición total de los teléfonos móviles en las instalaciones escolares.
Expansión de la prohibición de celulares en el aula
Es en este marco que se vuelve cada vez más habitual que se imponga la prohibición total del uso de teléfonos inteligentes en escuelas, como principal medida para contrarrestar las consecuencias de un uso irresponsable de la tecnología.
Una versión más reciente del GEM de la Unesco detalla que, a comienzos de 2025, 79 sistemas educativos habían introducido prohibiciones o restricciones formales a los celulares en escuelas, un crecimiento marcado frente a los 60 de finales de 2023.
El organismo sostiene que tales medidas favorecen la concentración, la reducción del acoso escolar y el clima de aula, razones por las que propone que las escuelas únicamente permitan “la tecnología que tenga una función clara de apoyo al aprendizaje”.
En Argentina ya hay jurisdicciones que adoptaron esta medida. En agosto de 2024, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires restringió el uso de celulares durante las clases para los niveles primario y secundario, permitiendo su uso solo para actividades pedagógicas previamente planificadas o en momentos habilitados por los docentes.
De acuerdo con los resultados de una encuesta que la cartera educativa porteña llevó a cabo tres meses después de la implementación de la medida, casi el 60% de los estudiantes afirmó que el principal cambio que experimentaron fue prestar más atención en clase. Además, el 47,4% señaló que conversa más con sus amigos, el 41,3% indicó que se aburre más, el 22,9% manifestó sentirse más tranquilo y el 17,5% dijo que juega más con sus compañeros.
En la provincia de Buenos Aires se aprobó, la semana pasada, un proyecto que busca “proteger la atención de los estudiantes y promover un uso responsable de la tecnología desde la infancia”. La Legislatura bonaerense votó de manera favorable una normativa que establece que “los alumnos y alumnas del nivel primario deberán hacer uso responsable sólo a efectos de dar cumplimiento a los objetivos pedagógicos”.
Dicho marco normativo aclara que se entiende como “uso responsable la no utilización de dispositivos digitales durante la jornada educativa, salvo requerimiento y/o autorización explícita del docente”. Otras provincias en las que está prohibido el uso de pantallas en escuelas primarias son Neuquén y Salta, aunque con algunas variantes.
A nivel internacional, la lista de países que ya tomaron medidas idénticas o bien anunciaron que lo harán incluye a Francia, Brasil, Corea del Sur, Países Bajos, China, Nueva Zelanda, España y Canadá, entre otros.
Aunque se trata de una medida drástica, la evidencia comparada en reportes de la Unesco y la Ocde atribuye a las prohibiciones un aumento en la concentración y la reducción del ciberacoso, como así también una mejora en los resultados académicos, la participación estudiantil y el bienestar emocional, todo ello en ambientes escolares más seguros y colaborativos.
Pero incluso contemplando las consecuencias del uso de celulares en el aula, desde la Ocde también apuntan que “prohibir los móviles en los colegios puede llevar a que los alumnos sean menos capaces de adoptar un comportamiento responsable respecto a su uso”. Lo que sugieren como alternativa es enseñar a los jóvenes y adolescentes a hacer un uso “adecuado” y “moderado” de la tecnología, apostando por una política que integre limitación tecnológica, alfabetización digital y trabajo conjunto entre familias, docentes y autoridades educativas.



