Dormir en camas e incluso habitaciones separadas fue durante mucho tiempo un tema sensible y hasta tabú dentro de la vida en pareja, hasta que, en los últimos años, se volvió cada vez más frecuente el escuchar testimonios de personas que optaron por descansar de esta manera sin que ello supusiera un debilitamiento de su vínculo.
Se trata de una práctica que desafía ideas tradicionales y propone una perspectiva centrada en el bienestar personal y la armonía conjunta, muchas veces motivada por situaciones como dificultad para conciliar el sueño a raíz de los ronquidos, movimientos o preferencias de cada pareja.
El divorcio del sueño (o sleep divorce, como se lo conoce en inglés) se instaló como una opción más entre las parejas, fundamentalmente en las conformadas por hombres y mujeres de “una generación que tiene la posibilidad de elegir”, tal y como marca la psicóloga Débora Pedoce.
“Generaciones atrás, se compartía hasta la almohada”, recordó a modo de comparación Pedoce, en diálogo con El mejor día de la semana (Radio 2). Pero, en la actualidad, problemas como el insomnio, los despertares frecuentes o la mera diferencia de hábitos de sueño y horarios motivan a muchas parejas a distanciarse para dormir.
En ese sentido, la psicóloga remarcó: “Está comprobado que dormir bien es necesario para estar bien, entonces hoy se priorizan esas cosas”.
Según una investigación de 2023 del Better Sleep Council de Estados Unidos, dormir separados contribuye a mejorar los problemas de sueño. El informe destacó, por ejemplo, que el 63% de las parejas estadounidenses no duermen juntas la mayor parte de la noche. Además, el 26% aseguró dormir mejor en soledad y el 9% admitió hacerlo en habitaciones separadas.
“Desde la psicología no hay una conclusión sobre si está bien o mal, porque importa mucho más el vínculo de la pareja”, aclaró. Al respecto, mencionó que mientras que hay parejas que a pesar de dormir en la misma cama “están muy desconectadas”, también se encuentran casos de otras que prefieren descansar en camas e incluso habitaciones separadas y, aún así, “mantienen una conexión muy profunda”.
“Hay que evaluar cada pareja en particular”, apuntó en relación con un fenómeno cuyo impacto que ya empieza a verse incluso en las condiciones que las parejas ponen para alquilar, comprar o diseñar una casa. “Buscan dos habitaciones idénticas, con baño y vestidor para matrimonio”, mencionó.
De hecho, la mencionada investigación reveló que dos de cada 10 personas describieron su casa ideal como una con dormitorios separados.
La importancia de la comunicación
Pedoce enfatizó en que, para aquellas parejas en las que uno de los integrantes están pensando en plantear la posibilidad de separarse para dormir, la clave está en la manera de expresarlo, con “buena comunicación y transparencia”.
“Con las parejas con las que trabajo, hablo de la importancia de hablar de lo que uno necesita y no de lo que otro es, evitando mencionar cuestiones como los ronquidos ajenos o la falta de espacio para enfocarse en lo que uno siente”, explicó. A su vez, es igual de importante estar dispuesto a escuchar la postura del otro para buscar una solución conjunta.
Y recordó que “dormir juntos o separados no define la salud de una pareja”, ya que “lo que realmente importa es la calidad del vínculo, la comunicación, la intimidad y el acuerdo al que se llega”. “Si no hay acuerdos, no hay pareja”, sostuvo la psicóloga.
El expresarse con claridad también es relevante a la hora de preservar la intimidad sexual. El dormir en camas separadas, explicó Pedoce, puede provocar dos efectos diferentes: “Puede ser que genere más deseo, por el compartir algo distinto”, o bien que “si uno está distanciado del otro, esto termine con la pareja”.
La decisión de comenzar a dormir en ambientes separados conlleva un “riesgo de distancia emocional, de disminución de intimidad sexual”, en parte porque “puede parecer que el otro me rechaza porque se va a dormir a otra habitación”. “Todo tiene que ser intencional”, concluyó.



