Mientras continúa la búsqueda de los cinco evadidos de la cárcel de Piñero que faltan, surgen nuevos datos sobre la fragilidad de la penitenciaría y otras “situaciones irrisorias” según el fiscal de Homicidios Dolosos, Gastón Ávila, que explican, hasta un punto, el cinematográfico escape del domingo.

Entre ellas, reveló que los gariteros –los guardias de seguridad que custodian el perímetro– no solo no tienen visión del afuera –en la fuga del fin de semana participó un grupo de apoyo externo–, sino que tampoco tienen modo de comunicarse entre ellos. Es decir, no tienen manera de dar la señal de alarma ni pedir ayuda.

“No tienen modo, los handies no funcionan por los inhibidores de señal, aunque a los internos sí les funcionan los celulares; entonces, ¿cómo puede ser? La respuesta fue «Escuchamos los tiros y nos acercamos a donde vienen los tiros»”, contó Ávila, en contacto con el programa Radiópolis, que conduce Roberto Caferra por Radio 2.

Las cámaras de seguridad tampoco funcionan y los registros que hay son de los propios detenidos. Circuló incluso un audio de un interno que con todo detalle describió cómo fue el inicio del golpe comando y cómo el personal del penal abatió al cómplice que cortó los alambrados desde afuera.

Consultado por una posible complicidad del Servicio Penitenciario, Ávila advirtió que ya durante la investigación por el crimen del ex concejal Eduardo Trasante, detectaron irregularidades: conversaciones entre presos y personal para que les dejaran ingresar bebidas alcohólicas al penal para festejar un cumpleaños.

“Es algo que no va a repercutir en el afuera, pero imaginemos otras osas, como el ingreso de celulares, drogas. Ese ciclo tiene que ser de alguna manera interrumpido, eso es responsabilidad importante y política de quienes dirigen el Servicio Penitenciario, terminar con esas alianzas”, señaló. 

Y recordó que el propio Morocho Mansilla, uno de los cinco que sigue prófugo, planeó un homicidio por 100 mil pesos.

“El Servicio Penitenciario, por acción u omisión, es funcional a las bandas criminales. Un celular en poder de un jefe de una asociación ilícita es altamente nocivo y lesivo para el resto de la sociedad que está en la calle”, dijo.