La bajante del Paraná sigue representando un serio problema y los límites de aguas bajas del río paracen estar peor que nunca, manteniéndose por debajo de sus niveles normales desde principios del 2020 y con pronósticos poco alentadores para lo que queda del año.

De características extraordinarias por su "magnitud y persistencia", la bajante fue calificada como el estiaje "más largo de la historia" (desde 1884) y "seguirá siendo motivo de especial monitoreo", advirtieron desde el Instituto Nacional del Agua (INA).

El caudal del río continúa disminuyendo en varios puertos de Entre Ríos y del resto de la cuenca desde mediados de junio, provocando cambios en la vida ambiental, económica, productiva y social entrerriana.

Los registros del caudal del río siguen generando preocupación en toda la región.

Si bien podrían registrarse lapsos con una recuperación "acotada y efímera", hasta al menos el 31 de octubre del 2022 no se espera un "rápido retorno a la normalidad, con probabilidad de extenderse durante el último bimestre del año".

Para registrar una situación peor a esta bajante, hay que remontarse a 1944 cuando el río marcó 1,40 metros por debajo del nivel frente a la ciudad de Paraná al igual que en Diamante (-1,38), Victoria (-41) y en La Paz (-1,11).

Las mediciones de la altura del río

En la capital de Entre Ríos, el río se mantiene con una altura de 86 centímetros, lejos de su nivel de aguas bajas (2,30 metros) pero 1,81 metros menos de su altura promedio para agosto (2,67 metros).

En el noroeste entrerriano, en La Paz, el río Paraná llegó este lunes a 1,52 metros de altura, menos de la mitad de su límite de aguas bajas (3,20 metros), y lejos de los 3,60 que la Prefectura Naval Argentina (PNA) registró como promedio entre 1996 y 2021 para este mes.

En el puerto de Diamante, más al sur de la costa entrerriana, el río tiene su nivel en 1,14 metros, también por debajo de los 2,40 metros del límite de aguas bajas y del promedio histórico de 3,88 de los últimos 25 meses de agosto.

La bajante complicó el riego de cultivos y las producciones industriales.

Por otro lado, en Victoria, el río Paraná se encuentra con 1,70 metros de altura y en la misma situación que el resto de Entre Ríos: por debajo de aguas bajas (2,60) y de sus 3,59 registrados como promedio este mes.

Asimismo, las escasas lluvias en el delta del Paraná mantienen las condiciones de sequía en esa región, con un caudal del río cercano a los 10.100 metros cúbicos por segundo, y continuará con niveles fluviales "muy bajos y muy por debajo de los niveles normales".

Las consecuencias de la bajante del Paraná

La bajante afectó la fauna íctica al dejar seco el valle de inundación (donde los peces se refugian, alimentan, reproducen y crecen); produjo inconvenientes en el riego de cultivos y complicó las producciones industriales que necesitan captar agua.

También acrecentó los problemas de incendios en las islas y los de contaminación del agua, ya que se redujo la capacidad del río de dilución de los afluentes crudos o industriales.

El secretario de Agricultura y Ganadería de Entre Ríos, Lucio Amavet, afirmó a Télam que la bajante "impactó fuertemente en acopiadores, fileteadores, transportistas y más de 3.000 familias de pescadores".

Las barcazas comerciales "tuvieron que adecuarse a transportar mucha menor cantidad", lo que ralentizó la navegación y "ha encarecido enormemente el transporte fluvial", agregó.