La concejala socialista Verónica Irízar recordó al fallecido Miguel Lifschitz, ex gobernador santafesino y referente del partido de la rosa que murió hace una semana. Le escribió una carta que hizo pública y lo ubicó dentro de "sus muertos", junto a Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Alicia Moreau, Guillermo Estevez Boero, Alfredo Bravo y Hermes Binner.

"Nos conociste inexpertos y nos asignaste responsabilidad. Nos hiciste trabajar mucho y nos hiciste trabajar bien", señaló. "Te ibas a dormir pensando en cómo resolver los problemas y soñabas con las soluciones. Encontrabas la mejor alternativa, era tu habilidad", destacó.

"Te debo demasiadas cosas. Sos mi referente político, quien me dio una oportunidad antes de que yo pueda saber siquiera que esa oportunidad existía", reconoció. En la interna del Frente Progresista de 2019, fue Irízar la candidata elegida del PS para competir con Pablo Javkin. 

"Los socialistas no mueren, los socialistas se siembran", repitió.

La carta completa

 

Estaba muy triste e igual no me dejé descansar. Te imaginaba con tu mirada fija: “¿Qué estuvieron haciendo? ¡El que estuvo internado fui yo!”. En eso pensaba para poder seguir, en que ibas a tener tu alta médica y no te iba a gustar nada si nosotros, que estábamos bien, nos quedábamos detenidos en la espera para cuando te recuperaras.

No quiero hablar de mi para recordarte, no quiero ser autorreferencial. Pero te debo demasiadas cosas. Sos mi referente político, quien me dio una oportunidad antes de que yo pueda saber siquiera que esa oportunidad existía. Me abriste una puerta, pero creo que se las abriste a miles directamente y, a través de la política y de las políticas públicas, a millones.

“Hay que ser más duros con la dirigencia”, decías. Estabas convencido de que la clase política actual no venía respondiendo a las demandas y necesidades de la ciudadanía. Nunca permitiste que nos quedemos en la comodidad de lo hecho, siempre señalaste lo que faltaba y por eso eras una topadora. No conocí a otra persona con tanta capacidad de trabajo, ni en cantidad de horas, ni en calidad de la dedicación.Tozudo, con perfil bajo, sin estridencias ni demostraciones, fuiste un apasionado. Porque nada te tomabas a la ligera y eras absolutamente meticuloso. Y además, hacías trabajar a los demás -algo que no todos los líderes logran-. Nos hiciste trabajar mucho y trabajar bien. Y convencidos.

Siempre admiré tu capacidad para salir de los laberintos que nos propone la política y la gestión. Tenías una posición sobre casi todos los temas, pero sabías que no alcanzaba con tu punto de vista. De ahí tu capacidad para escuchar, reflexionar y encontrar la mejor salida a partir de otras miradas. Te ibas a dormir pensando en cómo resolver los problemas y soñabas con las soluciones. Encontrabas la mejor alternativa, era tu habilidad. La construcción colectiva era más importante que tu orgullo y eso no te restaba autoridad, te legitimaba como líder.

Siempre estaba abierto tu ojo avizor allá en lo que veíamos después. Ibas más adelante, eras parte de eso que para los socialistas tiene una importancia crucial: la vanguardia.

Reuniste las habilidades de gobernar (hacer política bien entendida, trazar acuerdos, generar estrategias eficaces) y de gestionar (movilizar recursos, poner en marcha al Estado, resolver problemas). Porque no se trata sólo de la política como el mero rosquero cree, ni sólo de la gestión como siempre intenta hacernos creer la tecnocracia. Nos enseñaste que para aventurarse en apuestas transformadoras, hacen falta las ideas y los hechos, las utopías y los resultados. Eras bueno haciendo política y eras bueno gestionando. No hay muchos así. La mayoría de nosotros sabe hacer alguna de esas cosas, y hoy, con el corazón en la mano, siento que quienes quedamos no somos tan buenos como vos. Vos lo combinabas a la perfección.

Las mujeres que estamos en política sabemos la diferencia entre el feminismo por corrección y el feminismo por convicción. Sabemos cuándo te dan un lugar sin esperar mucho más que te quedes callada. Porque hay quienes siguen creyéndonos parte del decorado y  aún no nos asumen como interlocutoras válidas. Vos estabas convencido que teníamos que ocupar lugares relevantes. Sabías que este es el tiempo de las mujeres. Cuando tenía 31 años me diste un lugar como parte de tu gabinete en la intendencia, creiste en mi antes que yo misma. Y nos abriste puertas pidiendo mucho, esperando todo. Y no solo a mi, somos un montón.

Nos escuchabas, nos dabas lugar, tomabas nuestras propuestas. Decías “Adelante”. Concreto, casi parco, pero con empuje y acompañando. Y al lado tuyo crecimos todas, todos. Se contrasta con esos dirigentes sin equipos, que deciden rodearse por dos o tres personas cercanas y demasiado parecidos a ellos mismos. Siempre te gustó rodearte de gente de confianza, pero sobre todo de aquellos distintos a vos, de jóvenes, de quienes podíamos interpelarte, de quienes te íbamos a pedir más.

Nos conociste inexpertos y nos asignaste responsabilidad. Nos motivaste para estudiar la realidad, seguir tu camino y asumir compromisos. Nos impulsaste a hacer nuestra propia aventura en el campo de lo público, de la política, de lo comunitario, en definitiva, de lo que nos excede como individuos.

Tu carrera política no fue fácil, por eso también te considero un luchador, no bajaste los brazos, no dejaste que los bajemos. Franco y honesto, en este último tiempo, luego de finalizada tu gobernación, pudimos compartir más tiempo juntos y no dejaba de sorprenderme tu sensibilidad con los más vulnerables al advertir un estado provincial en retirada.

No llegaste a tiempo a vacunarte y no quiero entrar en ninguna especulación. No te importaba la grieta ni la comidilla de bandos. Siempre te situaste por encima de la disputa estéril que está al servicio de la clase política, no de la gente. Te fuiste demasiado temprano, junto a otros que también se ha llevado esta pandemia.

Miguel, vos sos ahora uno de nuestros muertos. Alguien que ya no está y sigue presente en su ausencia. Estás junto a Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Alicia Moreau, Guillermo Estevez Boero, Alfredo Bravo y Hermes Binner. Los socialistas no mueren, los socialistas se siembran. Tu legado es inabarcable, como esta provincia bota que recorriste de punta a punta. Siempre charlamos de la política como elemento transformador de la sociedad y creo fervientemente que el tiempo dará real dimensión a cómo mejoraste la vida de millones. Son infinitos los lugares, historias, personas y comunidades donde dejaste tu huella y donde tu nombre seguirá presente. Presente, porque estuviste ahí. Presente, porque todo era para ahora. Presente, porque estabas donde había que estar. Tu fuego me recuerda las palabras de Eduardo Galeano: “Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros, otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende”. Eso nos pasó a quienes tuvimos la suerte de compartir tu vida, nos encendiste.

Este último mes, nos la pasamos deseándote “Fuerza Miguel” y ahora somos nosotros quienes la necesitamos. La encontramos en tu legado que no nos permite perder el tiempo y nos conduce a hacerte honor, y hacer honor a nuestra historia. La encontramos en nuestra confianza en lo que viene, porque siempre nos obligaste a mirar para adelante y porque el futuro es lo que podamos inventar entre quienes acá estamos.

En todos estos años nos presentaste muchos desafíos, siempre con escala, siempre ambiciosos. Pero nunca me imaginé este desafío -tal vez el más difícil-, el de seguir construyendo sin vos.

Hasta siempre y gracias Miguel.