Juana Lazo es una mujer de 74 años que si bien no está presa, vive en medio de una cárcel hace 27 años. Fue en 1996 que la prisión de Lurigancho, en Lima, expandió su vallado y el domicilio de la mujer quedó dentro del penal. Desde entonces, su vida no volvió a ser igual y debe pedir permiso a los efectivos policiales para entrar y salir de su propia casa.

Fue ella misma quien lo relató a La República y dijo que pide una indemnización de 300 mil dólares para comprarse una casa en un lugar tranquilo. "Tengo que caminar 250 metros en subida hasta la entrada principal del penal, pasar por casetas de control y pedir permiso para entrar y salir del lugar", explicó. 

"Es lo mínimo que pueden hacer después de tantos años de penurias. Quiero que me indemnicen por todo lo que me han hecho. No pido reubicación porque estoy segura de que me mandarían al quinto infierno", sostuvo. 

En el mismo relato, también contó que dentro del penal le robaron siete veces y que incluso, salió como testigo por incidentes que hubo en Lurigancho entre reclusas y policías. "Si alguien quiere visitarme, tengo que pedirle permiso a un coronel para que autorice el ingreso", expresó.