Las autoridades de Dinamarca tomaron la decisión de sacrificar a millones de visones en las últimas semanas para evitar la propagación de una cepa mutante de coronavirus en humanos, pero ahora los restos de los animales están saliendo a la superficie desde debajo de la tierra. 

Según informaron medios locales, millones de especímenes sacrificados en la región de West Jutland tuvieron que volver a ser enterrados luego de emerger, como consecuencia de los gases que se producen durante la descomposición de los restos.

Los funcionarios daneses aseguraron que el problema ocurrió porque algunos de los pozos donde enterraron a los visones solo tenían un metro de profundidad, lo que facilitó que los cuerpos se llenaran de gases y salieran a la superficie.

Los cadáveres de los visones sacrificados fueron enterrados en fosas comunes (EFE). 

Por otra parte, los residentes del sector se han quejado por los olores de los cuerpos en descomposición y por el riesgo de que contaminen el agua potable y una laguna situada a menos de 200 metros de distancia.

En la misma línea, algunos políticos temen que la descomposición de los cuerpos de los animales muertos provoque contaminación por fósforo y nitrógeno y exigen que los cadáveres sean desenterrados y destruidos de otras maneras, por ejemplo quemándolos.

Toda la población de visones, sacrificada


En Dinamarca se tomó la determinación de sacrificar a unos 17 millones de visones, los cuales en su mayoría son reproducidos en granjas especializadas para el comercio de sus pieles, muy preciadas para la industria de la moda.

Los pequeños animales quedaron en la mira de las autoridades luego de que se confirmara no solo que habían contraído el covid-19, sino que además el virus mutó en su organismo y luego infectó de vuelta a los humanos.

Los visones son reproducidos para el comercio de sus pieles (EFE).

Según afirmaron los científicos, esa nueva cepa podría bajar la efectividad de todas las vacunas que se están desarrollando para combatir la pandemia hasta hacerlas inútiles.

Pese a las críticas y los problemas, las autoridades que apoyaron la decisión asumen que se trata de una victoria, ya que desde el pasado 15 de septiembre no hay reportes de contagios con la nueva mutación del virus.