Un nuevo trastorno se conoció en la pandemia y es la hafefobia, el miedo a tocar o ser tocado por temor al contagio. En este año se vio un aumento de malestares diversos: miedo, tristeza, incertidumbre, angustia, rabia. También de nuevos hábitos de distancia social y aislamiento ligados a la crisis sanitaria.
Schopenhauer y los erizos
En 1851 Schopenhauer escribió "El dilema del erizo o La parábola de los puercoespines ateridos". Dice así:
“En un crudo día invernal, los puercoespines de una manada se apretaron unos contra otros para prestarse mutuo calor. Al hacerlo, se hirieron recíprocamente con sus púas y hubieron de separarse. Obligados de nuevo a juntarse por el frío, volvieron a pincharse y distanciarse. Estas alternativas de aproximación y alejamiento duraron hasta que les fue dado hallar una distancia media en la que ambos males resultaban mitigados”.

Freud recurre a esta cita para mostrar cómo nuestros vínculos están caracterizados por la ambivalencia entre el amor y el odio. Al fin y al cabo “toda relación íntima con cierta duración deja un depósito de sentimientos hostiles en los involucrados.”
El miedo a tocarnos es una fobia a nosotros mismos. El secreto que no queremos comprender es que somos puercoespines para nosotros mismos. Nos contaminamos solos, aunque al alejarnos tengamos la ilusión de que es el otro el contaminante.
El virus del que huimos es el que nos parasita como temor por todo aquello que nos angustia y no podemos resolver. Como esos adolescentes que reprochan con acritud a sus padres todas las limitaciones que experimentan. Como si no fueran con ellos, en lugar de hacerse cargo de esos imposibles.
Los motivos y las graves consecuencias de la hafefobia
Si bien es cierto que surge como mecanismo de defensa ante una situación en la que se produce un mantenimiento prolongado de la distancia social entre las personas, y también por los mensajes sobre el contagio del virus que hace que algunas personas se obsesionen y se paralicen con ideas como el simple hecho de coger el carro de la compra, chocar el codo con alguien, apretar el botón del ascensor o abrir una puerta.
Debido a que ya llevamos demasiados meses sometidos y sometidas a duras medidas que generan elevados niveles de estrés y ansiedad prolongados, y todavía no vemos el final a esta pandemia, esto genera más sufrimiento y angustia.
Consejos para evitar la hafefobia
- A medida que vaya desapareciendo el virus o podamos recuperar poco a poco cierta normalidad, supuestamente volveremos a relacionarnos como antes de que todo esto ocurriese.
- En el caso de los niños y las niñas, debemos tener en cuenta que se encuentran en una fase de desarrollo vital y necesitan más el contacto, por ello en los entornos familiares es recomendable que se intensifiquen las muestras de cariño y contacto para que la carencia no sea tan evidente.
- Y es que muchos menores se interiorizaron que "es un peligro tocar a alguien". Lo adecuado sería prestarles mucha atención, dedicarles tiempo y explicarles cuándo es peligroso tocar y cuándo no, porque si eres cuidadoso y tus entornos son sanos y siempre los mismos, es bueno que la gente se toque y se acaricie.



