La profesora Laura Tarabella se ha convertido en la primera rectora de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) en los 106 años de historia de esa institución. Fue electa casi por unanimidad por parte de la comunidad universitaria junto a otra mujer, Liliana Dillon, que ocupará la vicerrectoría hasta 2030. La docente llegará al cargo en un contexto de “incertidumbre” para las unidades académicas nacionales ya que, si bien el Presupuesto nacional 2026 con media sanción de Diputados excluyó la eliminación de la ley de financiamiento universitario, se necesitará de “mucho diálogo” y “petición” para lograr los fondos que permitan atender las necesidades para su funcionamiento. La flamante rectora alertó sobre “el número de docentes que dejan el sistema” porque les conviene “desarrollar su profesión en el sector privado”, entre otros motivos. En base a su experiencia de dar clases en el nivel medio, planteó la necesidad de trabajar para lograr “una mejor articulación” entre la escuela secundaria y los estudios superiores.
Tarabella es oriunda de la localidad de San Vicente, estudió el profesorado de Geografía en lo que fue la facultad de Formación Docente en Ciencias (hoy Humanidades y Ciencias) de la ciudad de Santa Fe donde da clases y fue dos veces decana, entre otros cargos. También desde hace 25 años ejerce la docencia en la escuela comercial Domingo Silva donde hizo las primeras prácticas pedagógicas. El 11 de diciembre pasado fue electa como rectora de la UNL con 243 votos sobre un total de 247. Una vez acallados los saludos y felicitaciones charló a solas con Rosario3.
–¿Qué significa ser la primera mujer rectora de la UNL?
–Me llena mucho de orgullo y gratificación, estoy muy agradecida por el apoyo y la contundencia en la elección. Me anima a seguir adelante con mucha más energía, pasión y responsabilidad.
–Encima acompañada por otra mujer como vicerrectora.
–También es la primera vez que se conjuga una fórmula integrada por dos mujeres. Esto es producto de un proceso de la universidad que viene transitando para que las mujeres ocupen lugares de liderazgo como dirigir departamentos, institutos de investigaciones y desde hace unos años muchas mujeres pudimos ser decanas y ahora se da la posibilidad del rectorado. Se trata de tener una mirada plural, en un tiempo de cambios y transformaciones, con trabajos articulados basados en el respeto, el diálogo, la búsqueda de consensos y reconocer que las mujeres también podemos ocupar lugares de liderazgo.
–¿Conversaste con el rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, para que su sucesor sea una mujer en 2027?
–No, todavía no hablé con Franco con quien me un. una relación desde cuando éramos decanos y compartíamos el consejo de decanos. Me acompañó en la elección del jueves de la semana anterior y se lo agradezco. Pero no conversamos nada acerca de la transición y del futuro de su universidad. Ojala se pueda dar que en la fórmula rectorial (que lo suceda) esté la presencia de la mujer.
–¿Con qué universidad te vas a encontrar y cuál es tu propuesta de gestión?
–Es una universidad con bases sólidas muy potentes, es una referente en la región, vinculada con el mundo, con más de 120 carreras entre pregrado y grado más los posgrados, con políticas de innovación y transferencia y vinculación tecnológica. Ocupa los primeros lugares a nivel nacional en la capacidad para producir patentes. En los lineamientos de gestión presentamos a consideración estos verbos: afianzar, potenciar, transformar, fortalecer, consolidar. Afianzar lo que se viene trabajando con diferentes disciplinas. Fortalecer la presencia de la universidad en nuestro territorio. Consolidar la potencia de las carreras. Realizar las transformaciones necesarias para aggiornarnos a los tiempos cambiantes e ir a un sistema de enseñanza por créditos y esto obliga a reformar planes de estudios para migrar al nuevo sistema que cambia el eje y se va a centrar en el trabajo autónomo del estudiante. Este es un desafío importante a transitar que articula todas las carreras, los diferentes grados, pensar en certificaciones en distintos trayectos y en certificaciones de competencias específicas mientras los alumnos transcurren su carrera o después de titularse. La educación superior es una educación a lo largo de toda la vida, trasciende las barreras temporales.
Temas de coyuntura
–¿Cómo ves la media sanción del presupuesto nacional 2026 cuyo tratamiento en Diputados permitió rechazar la eliminación de la ley de financiamiento universitario como pretendía el gobierno?
–Si el presupuesto nacional incorpora la ley de financiamiento universitario implica que el trabajo de los rectores se ha tenido en cuenta para poder planificar funciones sustantivas de las universidades. No obstante, la ley sancionada por el Congreso no ha sido implementada por el Ejecutivo y estamos en una situación de incertidumbre en relación a los fondos que requerimos para el funcionamiento de nuestras casas de estudio.
–¿Qué significaría contar con un presupuesto nacional sin los fondos que prevé la ley de financiamiento universitario?
–Vamos a tener que seguir trabajando para que el presupuesto esté acorde a las necesidades y demandas para sostener el sistema, continuar con la tarea de sensibilización para invertir en educación superior y en ciencia y tecnología. Esa inversión es agregar valor, mejorar condiciones de vida y trabajar en un desarrollo productivo con equidad en un país donde las desigualdades son muy profundas.
–¿Qué escenario ves para el próximo año?
–De complejidad, no muy diferente a estos dos últimos años. Tener un presupuesto por ley nos va a permitir un grado mayor de previsibilidad. Es preferible tener un presupuesto que no tenerlo. La prórroga de prórroga de prórroga genera una mayor discrecionalidad. Porque hasta ahora tenemos un presupuesto prorrogado que permite una mayor discrecionalidad por parte de quien tiene que asignar los recursos. Tener un presupuesto aprobado por ley nos da una base para solicitar un incremento de partidas para determinados aspectos, siempre es preferible tener un presupuesto aprobado por el Congreso. Seguiremos conversando y pidiendo para que el presupuesto se acerque más a las necesidades de funcionamiento de nuestras universidades. Será un año complejo y singular que nos exigirá mucho diálogo y escucha, mucho entendimiento para lograr una propuesta de acuerdo.
–Por tu experiencia en la docencia en el nivel medio, ¿crees que se puede articular de otra manera la secundaria con la universidad?
–Hay que seguir pensando nuevos dispositivos para mejorar esa articulación. Hay muchas experiencias y trabajos que todas las universidades hemos emprendido en las últimas tres décadas, pero siempre nos falta. Ese tránsito al primer año de la universidad sigue teniendo dificultades. Es un tema de agenda para repensar no sólo los primeros años universitarios sino con toda la escuela secundaria. Se pueden retomar experiencias como formaciones a docentes de asignaturas de los últimos años de la secundaria para tener una mayor aproximación a ámbitos laborales y espacios de la formación y desde esos espacios podemos avanzar en pasos firmes en propuestas más consensuadas para favorecer ese tránsito del secundario a la universidad. Es un cambio muy importante porque son otras formas de enseñar, leer, de poder discernir entre diferentes posiciones que si bien en el secundario se intenta dar herramientas nunca son suficientes como para mejorar el ingreso a la universidad.
–¿Cómo afecta en la UNL el fenómeno de profesores que se van de la universidad por tema sueldos?
–Algunos que tienen dedicación simple muchas veces hacen una opción por dejar la universidad y concentran más horas en el sistema educativo provincial o en lo privado. Los que tienen dedicación mayor, sobretodo en carreras vinculadas al agro y el sistema productivo, reducen dedicación –de una semi a una simple, de una exclusiva a una semi o a una simple–, no quieren desprenderse de la universidad pero le es mucho más atractivo desarrollar la profesión en el ámbito privado. Y también hay docentes que, pudiendo continuar hasta los 70 años que es el máximo tiempo para quedarnos, están anticipando los procesos jubilatorios y están presentando sus renuncias a los 60 o 65 por temor a cambios en el sistema jubilatorio. Hay un número de docentes y personal calificado que está dejando la universidad y eso cuesta mucho reponerlo. Esperemos que ese proceso se detenga y no avance más. Ya nos ha pasado en otro momento de la historia y parece que ese péndulo vuelve. Estamos tratando de pensar políticas para que los docentes con mucha formación puedan seguir en la universidad.
–¿Cuál es tu visión con respecto a arancelar los estudios para los estudiantes extranjeros?
–En (la ciudad de) Santa Fe no hay tanta afluencia como en Rosario. Los estudiantes que llegan vienen a través de programas de intercambio con otras universidades. Es un número poco significativo como para pensar en que hagan un aporte. De hecho lo hacen porque viven en la ciudad donde contribuyen, consumen servicios, y es una forma de devolver y aportar. El sistema universitario tiene sus particularidade. y tenemos que protegerlo. No creo que debamos tener que cobrar una tasa o contribución a los extranjeros, no generaría una mejora en el presupuesto universitario. Que nos elijan es también importante porque ven la calidad de formación de la universidad argentina y eso nos tiene que llenar de orgullo.



