Científicos de Argentina, Brasil y Francia iniciaron un proyecto que se encuentra en fase preclínica para desarrollar una vacuna oral contra el coronavirus, que tendría “mayor aceptación para la población y favorecería su almacenamiento a temperatura ambiente”.

La iniciativa es liderada por Hugo Luján, del Conicet y de la Universidad Católica de Córdoba; Jorge Kalil, de la Universidad Federal de San Pablo, Brasil, y David Klatzmann, de la Universidad de la Sorbona, en Francia, uno de los descubridores del virus del Sida, informó la agencia CyTA-Leloir.

A pesar de la facilidad con que se administran y conservan, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda vacunas orales sólo para la polio, las diarreas por rotavirus y el cólera.

El objetivo de las investigaciones llevadas a cabo por científicos de Argentina, Francia y Brasil es comprobar si a esa selecta lista se le puede agregar una fórmula para el coronavirus SARS-CoV-2.

Apuntamos al desarrollo de una vacuna que se podría aplicar como una pastilla, lo que tendría mayor aceptación para la población y favorecería su almacenamiento a temperatura ambiente”, dijo Luján, investigador titular del Conicet y profesor de la Universidad Católica de Córdoba (UCC).

Luján, además es director del Centro de Investigación y Desarrollo en Inmunología y Enfermedades Infecciosas (CIDIE) e indicó: “No requeriría de jeringas o agujas que luego tienen que ser cuidadosamente descartadas e incineradas”.

Luján señaló que “en el contexto de emergencia que atraviesa nuestro país y el mundo, decidimos aplicar nuestra tecnología y probar la posibilidad de generar una vacuna oral para Covid-19”.

Una de las principales dificultades para el desarrollo de vacunas orales es que, para llegar al intestino, los antígenos (despertadores de la respuesta inmune) deben superar un ambiente hostil, incluyendo altas temperaturas, el pH gástrico y los jugos biliares y pancreáticos.

La vacuna cordobesa en desarrollo consiste en la combinación de moléculas de varios virus que no infectan a humanos y que se recubren con proteínas de superficie llamadas VSP, que a modo de escudo resisten las “inclemencias” del tracto digestivo.

“Bajo esa capa protectora, insertamos moléculas del nuevo coronavirus que apuntan a generar una fuerte respuesta inmune”, explicó Luján.

Los investigadores están diseñando diferentes variantes de la proteína spike (proteína S) del SARS-CoV-2 con el objeto de lograr dotarla de una estabilidad esencial para disparar una fuerte respuesta inmune, y ya la están probando en tres tipos de roedores: ratones, jerbos y hámster sirios.