El enorme cráter Yarrabubba, situado al oeste de Australia, se formó por la caída de un meteorito. Un equipo de científicos australianos de la Universidad de Curtin, en la ciudad de Perth, determinó que la antigüedad del mismo es de 2.229 millones de años, superando en 200 millones de años cualquier otro cráter similar en la Tierra.

Los investigadores lograron identificar la edad precisa del Yarrabubba, de 70 kilómetros de diámetro, gracias al análisis de zircón y monacita, minerales extraídos del lecho del cráter. El equipo buscaba evidencias de la recristalización de sus texturas, ya que cuando un impacto es lo suficientemente potente, la estructura de estos minerales puede verse alterada.

Utilizando la Microsonda iónica de alta resolución y sensibilidad (SHRIMP, por sus siglas en inglés), los científicos escanearon los cristales y encontraron cierto contenido de uranio, torio y plomo. Con ayuda de fórmulas especiales, los expertos pudieron calcular la antigüedad de los cristales, lo que coincide con la edad del cráter.

Cambios climáticos por ese impacto

Los investigadores, asimismo, creen que el choque del meteorito contra la Tierra podría haber provocado un cambio en el clima regional o global de nuestro planeta, que en aquellos tiempos, según la hipótesis de la 'Tierra bola de hielo' (o glaciación global), se encontraba total o parcialmente cubierto de hielo.

"Si el impacto hubiera ocurrido sobre una capa de hielo, habría liberado enormes cantidades de vapor de agua, que es un gas de efecto invernadero aún más eficiente que el dióxido de carbono", indicó a AFP el autor principal del estudio e investigador en el Centro Espacial Johnson de la NASA, Timmons Erickson. 

"Esto, a su vez, podría haber provocado el calentamiento del planeta", agregó.

No obstante, el equipo carece de datos sobre el clima y la naturaleza paleogeográfica de Australia Occidental en esa época, por lo que no dispone de pruebas suficientes para concluir que en el momento del impacto hubiera un glaciar en ese lugar. 

Los científicos australianos esperan que sus hallazgos estimulen a otros investigadores a hacer más estudios sobre la datación de cráteres y los efectos del choque que causó la formación del Yarrabubba.